En 2004, un equipo dirigido por Carl Marci, profesor asistente de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital General de Massachusetts, rastreó no solo los efectos psicológicos y fisiológicos de la risa, sino también su impacto interpersonal.
Este trabajo rastreó la conductancia de la piel y la sudoración en psiquiatras y sus pacientes tratados por trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión, encontraron que la risa era común, a pesar del tema sombrío. Hubo un promedio de 15 risas durante los 50 minutos que pasaron juntos. Los pacientes se rieron aproximadamente el doble que los psiquiatras, pero incluso cuando solo uno se reía, ambos mostraron aumentos en la actividad del sistema nervioso que controla la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Sin embargo, cuando ambos se rieron juntos, esa excitación fue significativamente mayor. Las risas contagiosas, en ese momento, eran una señal de que las emociones expresadas se percibían como validadas. También indica que el paciente está expresando más que solo lo que se dice.
Harvard puede parecer el tipo de lugar que estudia la risa en lugar de participar en ella, pero con un campus lleno de jóvenes, mantener la tapa de las risas es un desafío. El campus alberga publicaciones humorísticas, un famoso programa anual de burlesque, un programa de noticias de televisión simulado y grupos estudiantiles que ofrecen oportunidades de improvisación y monólogos.