Entrevista a John A. Lent | USA

Pepe Pelayo
Creador y estudioso de la teoría y la aplicación del humor.
John A. Lent

Article in English

La censura ha aumentado mucho durante la última década

En esta ocasión tengo el privilegio de dialogar con uno de lo más importantes estudiosos del humor del mundo, el Profesor John A. Lent.

Tuve el placer de conocerlo en el Festival Bostoon 2010, Estados Unidos, donde él era el presidente del jurado del concurso de humor gráfico y yo era jurado del concurso de humor literario. 

Cuando me enteré que compartiría con él, me puse a investigar su trayectoria y quedé gratamente sorprendido de lo que ha realizado en el campo humorístico, sobre todo en cartooning (humor gráfico).

Recuerdo que en una de las noches bostonianas del Festival, tuve la oportunidad de presentar un par de números de nuestro grupo La Seña del Humor en escena, junto a mi colega, Aramis Quintero (también jurado) y al final John Lent, con su agradabilísima esposa, se acercaron para felicitarnos y cuando le preguntamos a él si había entendido, ya que lo hicimos en español, lengua que él no dominaba, nos dijo que había comprendido todos los chistes de principio a fin y se había reído muchísimo. Ahí creció mi admiración, por ser una persona tan inteligente, abierta y perspicaz.

Desde esos días quedamos en contacto por e-mail.

También me es grato mencionar que unos años después, cuando descubrí que podía hacer fotomontajes humorísticos, a él fue a uno de los primeros que le consulté si valía la pena o no que siguiera haciéndolos, enviándole mis primeras obras. De inmediato me respondió amablemente que estaban buenísimos los fotomontajes, que era una novedosa forma de hacer humor y que tenía que continuar realizándolos. Por supuesto que le hice caso y esa modalidad me ha dado grandes satisfacciones.

En fin, que soy un fanático admirador de este gran estudioso del humor y por ello es un honor y un placer, repito, conversar con él ahora.

¿Pero qué podría decir sobre él para presentarlo? Solo que es profesor emérito en la Universidad de Temple. Que ha sido pionero en la docencia y la investigación durante su carrera de sesenta años en los campos de la comunicación de masas y la cultura popular en Asia y el Caribe, el cómic y la animación, y la comunicación para el desarrollo. Que es autor o editor de ochenta y cinco libros, inició y que editó tres revistas, incluida International Journal of Comic Art, y que fundó al menos seis asociaciones académicas internacionales y la primera escuela universitaria de comunicación en Malasia.

Sin embargo, todo eso me parece poco, insuficiente, para presentar a John A. Lent (JAL a partir de ahora), así que …

PP: Maestro, para comenzar, ¿podría usted mismo se presente -profesionalmente hablando-, por si algún lector de humorsapiens.com no lo conoce?

LENT: Gracias, Pepe, por tan amable introducción, sobre todo viniendo de un insigne humorista e investigador del humor como eres. Tu primer error: No le pides a un profesor que estuvo más de 50 años en el aula que hable de sí mismo. Eso podría continuar durante días.

Intentaré ser breve. Me formé en periodismo con la esperanza de algún día ser corresponsal en el extranjero. No tenía intención de continuar con mi educación, pero sí de aceptar una de las ofertas que me hicieron para ser editor deportivo. Eso fue en 1958. Entonces, escuché de mi junta de servicio selectivo (un nombre inapropiado de hecho) que iba a ser reclutado en el ejército. No perdí tiempo en ingresar a la escuela de posgrado. Después de completar mi maestría, me ofrecieron un puesto de bajo salario (¿qué más?) para enseñar inglés "tonto" (remedial) y ser el publicista en una pequeña universidad en West Virginia. Allí, me casé, la primera de tres bodas (¿Aprendía lentamente? ¿O traté de casarme bien, con la práctica?) que he tenido.

A partir de ahí, me concedieron una beca para realizar un doctorado. en la Universidad de Siracusa; Terminé todo el trabajo del curso, pero alboroté las plumas del decano al escribir un libro crítico sobre el patrocinador financiero de la escuela. Mi siguiente paso fue Filipinas, donde obtuve una beca Fulbright de un año y desarrollé un gran interés en los medios de comunicación asiáticos.

De 1965 a 1970, pasé de un trabajo docente a otro (cuatro universidades diferentes), tomé un papel activo en la lucha contra la Guerra de Vietnam, los derechos civiles y otras causas, y tuve la oportunidad de usar una línea de un e. mi. el poema de cumming, "Hay algo de mierda que no puedo comer", en dos cartas de resignación. Terminé un doctorado "renovado". en la Universidad de Iowa, después de lo cual acepté un puesto en la Universiti Sains Malaysia, desarrollando el primer programa de grado en comunicación de masas en Malasia.

Dejé esa hermosa isla tropical de Penang para comenzar a enseñar en la Universidad de Temple en Filadelfia (llamada Filthydelphia, en ese momento), de la cual me retiré después de 37 años.

He sido un escritor incesante desde la escuela primaria. Soy conocido por explorar diferentes temas de investigación y escribir extensamente sobre ellos (comunicaciones de masas asiáticas, comunicaciones de masas del Caribe, libertad de expresión, comunicación para el desarrollo y, por supuesto, caricaturas, cómics y animación). Veo mi papel como un "llenador de lagunas"; Tuve la suerte de haber vivido una época en la que había muchos vacíos en la investigación sobre estos temas y me encantó ayudar a llenarlos. Los resultados fueron 87 libros y monografías, cientos de (quizás mil) artículos, unos pocos cientos de discursos principales, presentaciones de artículos en las principales universidades, conferencias y simposios en todos los continentes, y cátedras visitantes extendidas en China, Canadá y Malasia.

¿Dije que esto iba a ser breve?

PP: Ja, ja… Creo que lo fue. Por lo menos no me aburrí, al contrario, estaba como si estuviera escuchando un cuento muy entretenido. Gracias, John. Y ahora entrando en materia, ¿cuál es la definición de humor que más le complace?

LENT: Definir el humor no es tarea fácil. Tal vez, el humor es una acción o réplica verbal que, intencionalmente o por casualidad, emite risa, alegría y ponderación. Puede consistir en parodia, sátira, jocosidad, sarcasmo, erotismo, ingenio, varios recursos lingüísticos, trampas, bromas, las locuras de la vida cotidiana, burla, exageración.

PP: Sí, definir el humor no es tarea fácil. Pero creo que hay que intentarlo, ¿no es cierto? Bueno, pues sigo. Y ahora sobre un tema que está de moda: ¿tiene límites el humor? ¿Cree que ha aumentado la censura últimamente? ¿Piensa que se están reduciendo el campo para hacer humor, debido a la tiranía de lo políticamente correcto?

LENT: Creo que hay límites para el humor, aunque soy un firme defensor de la libertad de expresión. Por ejemplo, hacer una broma y gritar falsamente "¡Fuego!" en un espacio lleno de gente donde las personas pueden ser pisoteadas es irresponsable. El periódico danés y las caricaturas de Charlie Hebdo burlándose del Profeta fueron irresponsables; los editores y artistas tenían la intención de provocar a la comunidad islámica, sabiendo muy bien que habría protestas que podrían provocar lesiones y muertes. El hecho de que uno pueda hacer algo no significa que deba hacerlo. Hay tantos otros problemas e individuos que deberían ser pinchados; ¿Por qué elegir a un líder religioso que murió hace mucho tiempo y no está en las noticias?

La censura ha aumentado mucho durante la última década, fortalecida por una retahíla de líderes autoritarios: Trump, Xi Jinping, Duterte, Putin, Marcos, Bolsonaro, etc.; conglomerados que poseen grandes porciones de las industrias de medios y entretenimiento que a menudo usan para proteger sus intereses creados; el concepto de "caricatura guiada" (mi acuñación), donde las caricaturas y el humor son guiados por las autoridades con la falsa promesa de que esto fortalecerá el desarrollo nacional, y lo que muchos caricaturistas me dijeron que era el peor mecanismo de control: la autocensura.

Otros obstáculos para la práctica del humor son la disminución del número de caricaturistas políticos, la reducción de las tiras cómicas de los periódicos de paneles enormes con fondos elaborados y diálogos entretenidos a dibujos del tamaño de una estampilla postal desprovistos de lo que realmente hizo las tiras cómicas, y la comedia de pie. que sin el uso de las palabras "joder" y "hijo de puta", fracasaría. No me malinterpreten; No tengo ningún problema con esas palabras; es solo que a menudo reemplazan la falta de una broma. También me molesta la "risa enlatada" en la radio y la televisión, que a menudo deja a uno perplejo en cuanto a lo divertido.

Finalmente, está la corrección política que salió mal. Hemos tomado un buen concepto y lo hemos empañado. Tanto está fuera de los límites que a veces creo que nos hemos convertido en una sociedad sin sentido del humor. Algunas acciones son particularmente ridículas, como tomar el nombre del famoso caricaturista político Thomas Nast de un prestigioso premio, porque él ensartó a los católicos más de un siglo antes. Quitar de la vista o destruir las primeras figuras de dibujos animados estadounidenses, porque denigraban a los grupos étnicos, es cuestionable; si son destruidos también lo es la prueba de que alguna vez existieron. En algunos sectores, solo cuestionar estas acciones, como lo estoy haciendo ahora, genera cargos inmerecidos de intolerancia.

PP: Estoy totalmente de acuerdo con usted, Maestro. Pero entremos un poco en lo teórico. Para usted, ¿cuáles son las diferencias formales entre los conceptos “cartoon”, “editorial humor o editorial cartoon”, “comic” (el comic humorístico) y “cómic strips” (el humorístico, claro)? Lo pregunto porque tenemos matices diferentes en español.

LENTPara mí, "caricatura" es un término general que se puede aplicar a todos los demás conceptos, ya sea editorial, broma, cómic, tira cómica o caricatura fílmica. Sin embargo, suele ser aplicable a editoriales, gags y fílmicos. Las caricaturas editoriales o políticas suelen tomar una posición: del artista, del editor o del editor; gag es normalmente una caricatura independiente de un panel destinada a provocar risas (New Yorker, por ejemplo); la tira cómica suele ser de cuatro paneles con una introducción, acción y resolución, publicada en periódicos y algunas revistas, y a menudo distribuida; y cómics se refiere a cómics, aunque en realidad son revistas. Estos varían en tamaño en Europa, Japón, Corea, etc..

PP: Estoy seguro que estamos de acuerdo con esas formalidades en todo el Planeta, pero el lenguaje enreda las cosas. Otro ejemplo: ¿la “caricature”, esa donde el dibujo exagera los rasgos de una persona, se puede considerar como una modalidad dentro del cartooning?

LENT: Definitivamente, la caricatura es una modalidad en la viñeta. Tiene usuarios en todas las ramas de la caricatura: definitivamente en caricaturas editoriales, así como en un grado más limitado en historietas y dibujos animados. Caricatura (karikatur) tiene diferentes significados en otras regiones.

PP: Siempre he tenido la siguiente duda, Maestro: siendo el dibujo humorístico más difícil de dominar como habilidad humana que la fotografía, ¿por qué hay menos fotógrafos humorísticos y menos fotomontajistas humorísticos que dibujantes?

LENT: Siempre me ha gustado la fotografía humorística y en otro momento, las fotonovelas como otrora populares en Latinoamérica. Un amigo caricaturista sudafricano todavía hace fotocómics, pero como dices, son mucho más raros. No sé por qué la fotografía humorística no es tan popular como los dibujos humorísticos, pero aventuraré algunas conjeturas: nadie ha encontrado una manera exitosa de comercializarlos; pueden no permitir el mismo grado de exageración que los dibujos; pueden requerir más tiempo y esfuerzo, necesitando tener una idea, encontrar individuos para ser sujetos y obtener su permiso para hacerlo, y organizar el evento. Estas son solo conjeturas.

PP: Pero puede que tenga razón. Y otra conjetura sería que es más cara esa modalidad, comparada con lo que se necesita para realizar un dibujo, digo yo. Ahora, Maestro, ¿qué le puede decir a los que piensan que el cartooning es un arte menor?

LENT: En primer lugar, agradezco que, finalmente, la caricatura se considere un arte. Durante años, se consideró menos que un arte, no digno de ser tomado en serio, preservado o estudiado. Recuerdo una época en la que los medios de comunicación y la población en general se burlaban de toda la cultura popular, incluidas las caricaturas. Creo que ya no tenemos que justificar dibujar o estudiar caricaturas. En ese sentido hemos llegado profesional y académicamente. En algunas partes del mundo (partes de los hemisferios sur), los caricaturistas todavía me dicen que las autoridades y el público les niegan el respeto y el reconocimiento.

También creo que la demarcación destacada entre arte alto y bajo no es tan rígida como antes, ya que algunos antiguos críticos se han dado cuenta de que las formas de arte popular consideradas clásicas o altas hoy en día eran populares y estaban orientadas a las masas en otro momento (por ejemplo, la ópera, Shakespeare), o, Habiendo visto la constante profesionalización y el enaltecimiento de las caricaturas, han decidido bajarse de sus caballos altos.

Yo diría que la caricatura se ha convertido en un arte importante con su parte de logros dignos de tal distinción: reconocimiento por parte de gobiernos con financiamiento masivo (China, Corea) y honores (reciente "caballería" de Seth y Zapiro, honorífico de datuk para Lat) ; exposiciones importantes en todo el mundo, museos de la más alta calidad (Japón, Corea, Polonia, Bélgica, Francia, etc.) y una avalancha de libros y publicaciones periódicas difícil de seguir.

PP: El humor en general siempre ha sido subestimado. Una necedad más del ser humano. Ahora, estimado John, sabemos que usted es un experto en cartooning chino y oriental en general, por ello le pregunto: ¿cuáles serían las mayores diferencias con el cartooning occidental?

LENT: No es fácil responder a esto, porque Asia es una gran variedad de culturas e idiomas. Casi tiene que responder a esta pregunta con ejemplos específicos de países. Pero déjame intentarlo. Las caricaturas políticas en casi todos los países asiáticos se han secado o no han existido durante eones. Lo poco que queda es la "caricatura guiada" o la "caricatura del gobierno" y la caricatura bajo los medios controlados por chaebol (grandes conglomerados). Unos pocos países están en mejor forma que otros (quizás India, Filipinas). Un número extremadamente bajo de periódicos asiáticos tienen tiras cómicas y, por lo general, los pocos que aparecen son tiras distribuidas de EE. UU. Los cómics varían; algunos tienen cientos de páginas, como en Japón, Corea del Sur y Taiwán; Filipinas e India tienen cómics de estilo estadounidense. Anteriormente, China tenía los diminutos “lianhuanhua”, libros ilustrados del tamaño de la palma de la mano con una imagen por página. Están creciendo rápidamente los “Webtoons” de desplazamiento vertical, iniciados por primera vez en Corea del Sur.

Debemos recordar que casi toda Asia había sido colonizada por países europeos y los EE. UU., y aunque muchos tenían historias de arte satírico, humorístico y muy exagerado que se encuentran en murales milenarios y marcas de tumbas, llegaron las caricaturas como se las conoce hoy. Con los colonos, por ejemplo, publicaciones periódicas de humor (los diversos descendientes de Punch o Puck en Japón, China, India, etc.) y caricaturas independientes de orientación política.

PP: Fascinante esa historia. Si la vida fuese más larga me encantaría investigar todo eso, como usted. Y a propósito, ¿podría hablarnos de la situación actual del cartooning en el mundo? ¿Y específicamente sobre la salud del cartooning en el mundo luso-hispano, origen de la mayoría de los lectores de humorsapien.com?

LENT: El mundo de la caricatura está abundantemente amueblado, aunque no siempre bien alimentado. En mis viajes, he conocido y entrevistado a cientos y cientos de dibujantes de todo tipo. Han sido los entrevistados más complacientes y, en la mayoría de los casos, humorísticos, a pesar de su lucha por poner arroz en la mesa. La mayoría tiene trabajos diurnos, que van desde vendedor de nueces de betel y capitán de ferry, hasta médico, psiquiatra y arquitecto.

Creo que la salud de la caricatura es estable en los países latinoamericanos que conozco, que son Cuba, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador y Colombia. La mayoría de los dibujantes tienen trabajo; algunos son mundialmente famosos (Ares, Mordillo, Quino), y otros reciben regularmente los principales premios en festivales internacionales. Brasil tiene una de las primeras carreras universitarias en arte cómico del mundo; existen museos de caricaturas (como en San Antonio de los Baños, Cuba); sobreviven famosos concursos de historietas (Calicomix en Colombia); muchos libros y periódicos relacionados con la historieta latinoamericana brotan por lo menos en Brasil, Argentina, México, Chile, Cuba y Colombia; y unos cuantos caricaturistas políticos contundentes logran soportar la continua represión (Bonil y Vargas en Ecuador; Rayma anteriormente en Venezuela).

PP: Sí, los conozco, muchos son amigos míos y es terrible lo que han pasado. No es fácil ser humorista gráfico, sobre todo político. Además, otro problema: cada vez los creadores de cartooning tiene menos espacios para publicar, ya que se cierran revistas, semanarios, etc.. Entonces la lógica indica que Internet va a resolver ese problema. Sin embargo, existe el grave conflicto de que aún -en su gran mayoría-, no se remuneran las obras publicadas ahí. ¿Cómo ve usted el futuro del cartooning entonces?

LENT: Los dibujos animados y los cómics continuarán, pero en diferentes formas. Los dibujos animados/cómics ya están en línea, generalmente en formato horizontal, pasando página por página, pero desde el año 2000, en formato vertical de desplazamiento a través de Webtoons. La remuneración sigue siendo un problema, aunque se están introduciendo remedios a través de Webtoons, como que los autores compartan los ingresos por publicidad y las plataformas web les paguen por adelantado. Aunque no son muchos, algunos webtoonistas coreanos obtienen millones de dólares al año.

El problema de la remuneración se resolverá, y las caricaturas se volverán aún más sin papel y, creo, más sin texto, a medida que los dibujos se vuelvan aún más minúsculos (para caber en un teléfono llamado "inteligente") y las audiencias se vuelvan más analfabetas e incluso analfabetas. 

PP: Muy bien. Aunque ahora cambio un poco de giro. Maestro, gran parte de su vida la ha dedicado a la docencia en distintos establecimientos educacionales, universidades, etc., por esa razón me gustaría hacerle una pregunta que me hacen mucho a mí: ¿el humor se puede enseñar? ¿Cómo ha sido su experiencia como profesor en esa materia? 

LENT: Yo no he enseñado humor; He enseñado sobre el humor a través de las caricaturas. No creo que se pueda enseñar humor; el humor se aprende observando, leyendo, asociándose con gente con humor y sin humor. El humor sale de tu entorno. Mi concepto del humor probablemente será diferente al tuyo. Vengo de un entorno pobre, viviendo en un tipo de comunidad fatalista (donde el pensamiento era que tus antepasados eran mineros del carbón, por lo que estás destinado a ser minero). El humor a menudo era duro y consistía en intimidación, burla e insultos étnicos ("eres un dago"); algunos eran endémicos de la región; algunos venían de fuera a través de tiras cómicas o de personas que habían viajado a una ciudad cercana. Soportando este trasfondo, creo que no soy tan sensible a las críticas o los insultos como los demás, puedo tomar y dar desprecios, soy rápido en el sorteo, capaz de pensar en una broma o una línea divertida casi instantáneamente. Quizás, mi sentido del humor es similar a la fórmula del fútbol: un buen ataque es una buena defensa.

Los cursos de arte de historietas que enseñé, ya en la década de 1980, trataban sobre los antecedentes y los problemas principalmente de historietas, animaciones y caricaturas políticas no estadounidenses. Mi objetivo era ampliar las perspectivas de los estudiantes, una tarea difícil que no creo que pudiera lograr, y así me jubilé, pero a los 75 años.

PP: Le daré mi opinión, Maestro, con otras palabras, ya que sé que coincidimos. Creo que uno podría aprender el lenguaje, las técnicas, del humor como arte. Pero es algo muy limitado, lamentable-mente. Porque si los alumnos no tienen capacidad de imaginación, no poseen el don de la creatividad, si no tienen estimulado y desarrollado el sentido del humor, ¿para qué les sirve aprender ese lenguaje? Y esas carencias no se enseñan, por supuesto. Aunque sí podemos hacerle la consciencia a los educandos de lo necesario y fundamental que es desarrollar todo eso. ¿Entonces hace falta ir a la universidad para crear humor? Por supuesto que no, porque la base de la mayoría de esas carencias mencionadas es de índole cultural. Se puede desarrollar todo con lecturas, por ejemplo; con querer saber, con curiosear, con cuestionarlo todo, con viajar, aprender más de cada arte y consumirlo más, con ponerle más atención a los que se ve, se escucha y sucede en la vida, etcétera, etcétera. En fin, me di cuerda de que me extendí demasiado, y por ello vuelvo a nuestro "diáloco" enseguida. Así que para refrescar tanta teoría, ¿podría contarnos una anécdota (o más de una), simpática, ingeniosa o curiosa, relacionada con su trabajo dentro del humor, ya sea investigando, estudiando, impartiendo clases, o relacionándose con humoristas?

LENT: Permítanme volver a la década de 1940 cuando yo era un estudiante de quinto grado y aspiraba a ser dibujante. Copié cómics del suplemento dominical, "Puck", de Pittsburgh Press, un periódico propiedad de Hearst. El logotipo del suplemento estaba elaborado con un dibujo de Puck y, si mal no recuerdo, las palabras "Qué tontos son estos mortales". Mi madre vio mi interpretación (lo vio todo), pensó que la "P" era una "F" y me "retiré" de las caricaturas inmediatamente después. También me impulsó a cambiar de rumbo el alto calibre de los caricaturistas en la década de 1940; Sabía que no podía competir con maestros como Burne Hogarth, George McManus, Hal Foster o Alex Raymond.

Mis interacciones con los dibujantes estaban llenas de incidentes divertidos y/o inusuales. Especialmente amenas fueron las anécdotas asociadas a los artistas cubanos. Estando en La Habana en 1991, una época de escasez por el colapso de la Unión Soviética, quise hablar con el caricaturista Ajubel. Dejé un mensaje en su casilla de correo en el centro de escritores, sin saber que Ajubel se había mudado a España. La nota fue "interceptada" por los caricaturistas Lillo y Alba, quienes me llamaron y me preguntaron si podían encontrarme en mi hotel, que en ese momento estaba prohibido para los cubanos. Los invité a tomar una cerveza conmigo; cada uno pidió dos y un paquete de cigarrillos, y continuaron haciéndolo durante unas horas. Finalmente, exasperado, pregunté cuándo íbamos a empezar la entrevista. Era cerca de la medianoche. Lillo sugirió que ordenara una caja de cerveza y muchos cigarrillos y caminara hasta su casa cercana. Aunque era temprano en la mañana, su esposa nos recibió calurosamente y Lillo, Alba y yo charlamos un buen rato después.

Fue en este viaje de investigación que vi el ingenio de los cubanos. El Animador Juan Padrόn me mostró una cámara de animación de los años 20 que todavía usan después de recuperarla de un accidente aéreo décadas antes; Tomy contó cómo su familiaridad con las raíces y los jugos de las plantas le permitieron continuar pintando cuando las pinturas escaseaban; Manuel me obsequió un gran plato de cerámica con un personaje de caricatura en la cara que era su forma de seguir dibujando durante una severa escasez de papel, y Ángel Boligan, quien recién entraba en la adolescencia, explicó cómo brindó un lugar para sus colegas en San Antonio de los Baños mediante la publicación de sus caricaturas en formato periódico en una farmacia local.

Hubo muchas otras experiencias memorables, como salir con el célebre Ralph Steadman y su esposa, Anna, durante una semana en Turquía; tratando de encontrar un momento, en un festival de Lviv, cuando un grupo de dibujantes de Europa del Este estuviera lo suficientemente sobrio como para ser entrevistado; ser el invitado en la fiesta anual de la "papa" de incondicionales literarios y artísticos en Katmandú; unirse al caricaturista político filipino Nonoy Marcelo en su desayuno habitual a las 10 p. m.; perder un partido de "rebote de barriga" contra un gran caricaturista en Polonia, y pasar un tiempo considerable con gigantes de la historieta, como Jerry Robinson, Lat, Abu Abraham, R. K. Laxman, Terry Mosher, Fang Cheng, Pran, Oleg Dergachov, Gado y Antón Kannemeyer.

PP: ¡Espectacular! ¡Qué envidia! Gracias, John. Bueno, ¿cuál es el proyecto, dentro del humor, que le falta por hacer porque nunca ha podido llevarlo a cabo y siempre ha querido realizar?

LENT: Siempre tengo proyectos pendientes, lo que mantiene alto mi nivel de energía. Quiero mantener el International Journal of Comic Art, que fundé y he publicado y editado dos veces al año desde 1999, casi todo el trabajo que se realiza en mi casa. Tengo dos libros que saldrán en los próximos seis meses: uno sobre caricaturas políticas asiáticas; el otro, transnacionalismo y cómics en Asia. Terminaré un libro sobre caricaturas coreanas para septiembre y comenzaré otros sobre caricaturas caribeñas y caricaturas eróticas en todo el mundo o limitadas a Asia.

PP: Me encanta verlo con tantos proyectos y tanta energía... Maestro, siempre cierro mis entrevistas de esta manera: ¿hay una pregunta que no le hice y que le hubiera gustado que le hiciera. Y si es así, podría responderla ahora?

LENT: Tal vez podrías haberme preguntado, ¿cómo trabajo? Y te hubiera respondido: soy una persona muy organizada, planifico mi horario de trabajo para que se realice por año, trimestre, semana y día. Registro mis horas de trabajo en un papel, indicando lo que realicé, por el día y la semana; básicamente, soy mi propio reloj de entrada. Me da una sensación de logro marcar lo que completé. Mi objetivo, que casi siempre cumplo, es trabajar entre 40 y 50 horas a la semana. Trabajo mucho mejor en un ambiente tranquilo y creo que aquellos que afirman ser multitarea están diciendo tonterías. La investigación ha demostrado que la multitarea da como resultado una mano de obra de mala calidad. No me inclino ante la tecnología, pero la considero una herramienta más. Todo lo que escribo lo hago con bolígrafo en blocs de notas, y creo que puedo sentir un flujo de ideas y palabras que bajan de mi cerebro a la punta de mis dedos.

Todo puede parecer exagerado, un comportamiento obsesivo, pero funciona para mí.

PP: ¡Buenísimo! Gran información. Mil gracias, Maestro.

LENT: Gracias a ti, Pepe, por animarme a refrescar y recordar estos gratos momentos.

PP: Yo soy el agradecido por usted haberme dedicado su tiempo y el esfuerzo por responder mis preguntas. Le deseo mucha salud y muchos éxitos, porque sé que va a continuar regalándole su valioso trabajo a la Humanidad.

 

 

Imagen
AJOHN.jpeg

 

 

 

Interview with John A. Lent

By Pepe Pelayo

 

La censura ha aumentado mucho durante la última década

On this occasion, I have the privilege of speaking with one of the most important scholars of humor in the world, Professor John A. Lent.

I had the pleasure of meeting him at the 2010 Bostoon Festival, United States, where he was the president of the jury for the cartooning contest, and I was the jury for the humorous literature contest.

When I found out that I would share with him, I began to investigate his career and was pleasantly surprised at what he has achieved in the field of humor, especially in cartooning.

I remember that on one of the Festival’s Bostoon nights, I had the opportunity to present a couple of numbers by our group La Seña del Humor on stage, together with my colleague, Aramis Quintero (also a member of the jury) and at the end John Lent, with his very pleasant wife, came over to congratulate us and when we asked him if he had understood, since we did it in Spanish, a language he did not speak, he told us that he had understood all the jokes from start to finish and had laughed a lot. That's where my admiration grew, for being such an intelligent, open and insightful person.

Since then, we have been in contact by e-mail. I am also pleased to mention that a few years later, when I discovered that I could make humorous photomontages, he was one of the first I asked if it was worth it or not for me to continue doing them, sending him my first works. He immediately replied kindly that the photomontages were great, that it was a new way of making humor and that I had to continue making them. Of course, I listened to him and that modality has given me great satisfaction.

In short, I am a fanatical admirer of this great scholar of humor and therefore, it is an honor and a pleasure, I repeat, to talk with him now.

PP: Master, to begin with, I would like you to introduce yourself -professionally speaking-, in case any humorsapiens.com reader doesn't know you .

LENT: Thank you, Pepe, for such a kind introduction, especially coming from a distinguished humorist and researcher of humor as you are. Your first mistake: You don’t ask a professor who was in the classroom for more than 50 years to talk about himself. That could go on for days.

I will try to be brief. I was trained in journalism with hopes of some day being a foreign correspondent. I had no intention to go on with my education, but, to accept one of the offers made to me to be a sports editor. That was 1958. Then, I heard from my selective (a misnomer indeed) service board that I was to be drafted into the military. I wasted no time getting into graduate school. Upon completing my masters degree, I was offered a low-paying (what else?) position to teach “bonehead” (remedial) English and be the publicist at a small college in West Virginia. There, I was married, the first of three weddings (I was a slow learner?

Or, I tried to get marriage right, by practice?) I have had. From there, I was granted a scholarship to pursue a Ph.D. at Syracuse University; I finished all coursework but ruffled the dean’s feathers by writing a critical book on the financial supporter of the school. My next step was the

Philippines, where I held a one-year Fulbright scholarship and developed a keen interest in Asian mass media.

From 1965-1970, I went from one teaching job to another (four different universities), took active roles in the anti-Vietnam War, civil rights, and other causes, and had the occasion to use a line from an e. e. cumming’s poem, “There is some shit I cannot eat,” in two letters of resignation. I finished a “renewed” Ph.D. at University of Iowa, after which, I accepted a position at Universiti Sains Malaysia, developing the first mass communication degree program in Malaysia.

I left that beautiful tropical island of Penang to begin teaching at Temple University in Philadelphia (called Filthydelphia, at the time), from which I retired after 37 years.

I have been an incessant writer since elementary school. I am known for exploring different research topics and writing extensively on them (Asian mass communications, Caribbean mass communications, freedom of speech, development communication, and, of course, cartooning, comics, and animation). I see my role as a “gap filler”; I was fortunate to have lived through a time when there were many research gaps on these topics and I was delighted to help fill them. The results were 87 books and monographs, hundreds of (maybe a thousand) articles, a few hundred keynote speeches, paper presentations at major universities, conferences, and symposium on every continent, and extended visiting professorships in China, Canada, Malaysia. Did I say this was to be brief?

PP: And getting into the matter, what is the definition of humor that pleases you the most?

LENT: To define humor is not an easy task. Perhaps, humor is an action or verbal retort that, intentionally or by happenstance, emits laughter, joy, and ponderance. It can consist of parody, satire, facetiousness, sarcasm, eroticism, wittiness, various language devices, pratfalls, pranks, the follies of daily life, mockery, exaggeration.

PP: On a subject that is fashionable: does humor have limits? Do you think censorship has increased lately? Do you think that the field to do humor is being reduced, due to the tyranny of the politically correct?

LENT: I think there are limits to humor, though I am a strong defender of freedom of speech. For example, to pull a prank and falsely shout “Fire!” in a crowded space where people are apt to be trampled is irresponsible. The Danish newspaper and Charlie Hebdo cartoons mocking the Prophet were irresponsible; the editors and artists meant to provoke the Islamic community, knowing full well that there would be outcries that could lead to injury and death. Just because one can do something does not mean he/she should do it. There are so many other issues and individuals that should be needled; why pick on a religious leader who is long deceased and not in the news.

Censorship has greatly increased during the past decade, strengthened by a string of authoritarian leaders: Trump, Xi Jinping, Duterte, Putin, Marcos, Bolsonaro, etc.; conglomerates that own large chunks of the media and entertainment industries that they often use to protect their vested interests; the concept of “guided cartooning” (my coinage), where cartoons and humor are guided by authorities on the false promise that this will strengthen national development, and what many cartoonists told me was the worst control mechanism--self-censorship.

Other hindrances to the practice of humor are the dwindling number of political cartoonists, the reducing of newspaper comic strips from huge panels with elaborate backgrounds and entertaining dialogue to postage stamp-sized drawings devoid of what truly made comic strips, and stand-up comedy, that without the use of the words “fuck” and “motherfucker,” would fall flat. Don’t misunderstand me;

I have no beef against those words; it is just that they often fill in for the lack of a joke. Also irksome to me is “canned laughter” on radio and television, often leaving one perplexed as to what was funny.

Finally, there is political correctness gone awry. We have taken a good concept and tarnished it. So much is off limits that sometimes I think we have become a humorless society. Some actions are particularly ridiculous, such as taking famous political cartoonist Thomas Nast’s name from a prestigious award, because he skewered Catholics more than a century before. Taking out of view or destroying early U.S. cartoon figures, because they denigrated ethnic groups, is challengeable; if they are destroyed so is the proof that they ever existed. In some quarters, just to question these actions, as I am doing now, brings undeserved charges of bigotry.

PP: Let’s get into the theory a bit. For you, what are the formal differences between the concepts “cartoon,” “editorial humor or editorial cartoon,” “comic” (the humorous comic) and “comic strips” (the humorous one, of course). I ask, because we have different nuances in Spanish.

LENT: For me, “cartoon” is an overarching term that can be applied to all other concepts--whether editorial, gag, comic book, comic strip, or filmic cartoon. However, it is usually applicable to editorial, gag, and filmic. Editorial or political cartoons usually take a stand--of the artist, editor, or publisher; gag is normally a stand-alone, one-panel cartoon meant to bring laughter (New Yorker, e.g.); comic strip is usually four panels with an intro, action, and resolution, published in newspapers and a few magazines, and often syndicated; and comics refers to comic books, though they are actually magazines. These vary in size in Europe, Japan, Korea, etc.

PP: Can the “caricature,” where the drawing exaggerates the features of a person, be considered as a modality within cartooning?

LENT: Very definitely, caricature is a modality in cartooning. It has users in all branches of cartooning: definitely in editorial cartoons, as well as to a more limited degree in comics and cartoons. Caricature (karikatur) has different meanings in other regions.

PP: With humorous drawing being more difficult to master as a human skill than photography, why are there fewer humorous photographers and fewer humorous photomontagers than cartoonists?

LENT: I have always enjoyed humorous photography and at another time, photonovels as once popular in Latin America. A South African cartoonist friend still does photo comics, but as you say, they are much rarer. I don’t know why humorous photography is not as popular as humorous drawings, but I will venture some guesses: no one has found a successful way to market them; they may not allow the same degree of exaggeration as drawings; they may require more time and effort, necessitating coming up with an idea, finding individuals to be subjects and obtaining their permission to do so, and staging the event. These are just guesses.

PP: What can you say to those who think that cartooning is a minor art?

LENT: First of all, I am grateful that finally, cartooning is considered an art. For years, it was considered less than an art, not worthy to be taken seriously, preserved, or studied. I recall a time when media and the general population made fun of all popular culture, including cartooning. I think we no longer have to justify drawing or studying cartooning. In that sense, we have arrived professionally and academically. In some parts of the world (parts of the southern hemispheres), cartoonists still tell me they are denied respect and recognition by authorities and the public.

I also believe the highlighted demarcation between high and low art is not as rigid as before as some former critics have realized popular art forms considered classic or high today were popular and masses-oriented at another time (e.g., opera, Shakespeare), or, having seen the steady professionalization and uplifting of cartooning have decided to get off their high horses.

I would argue that cartooning has become a major art with its share of achievements worthy of such a distinction: recognition by governments with massive funding (China, Korea) and honors (recent “knighthood” of Seth and Zapiro, honorific of datuk for Lat); major exhibitions worldwide, highest-quality museums (Japan, Korea, Poland, Belgium, France, etc.), and a difficult-to-keep-up- with avalanche of books and periodicals.

PP: You are an expert in Chinese and Oriental cartooning in general. That is why I ask you, what would be the biggest differences with western cartooning?

LENT: It is not easy to answer this, because Asia is such a diverse array of cultures and languages. You almost have to answer this question with specific country examples. But, let me try. Political cartooning in almost all Asian countries has dried up or has not been there for eons. What little that remains is “guided cartooning” or “government-say-so cartooning” and cartooning under chaebol (conglomerate)-controlled media. A few countries are in better shape than others (perhaps, India, the Philippines). An extremely low number of Asian newspapers have comic strips, and usually the few that appear are syndicated U.S. strips.

Comic books vary; some are hundreds of pages, as in Japan, South Korea, and Taiwan; the Philippines and India sport American-like comics. Previously, China had the tiny lianhuanhua, palm-size picture books with one image per page. Growing rapidly are vertical-scroll Webtoons, first initiated in South Korea.

We must remember that nearly all of Asia had been colonized by European countries and the U.S., and though many had histories of satirical, humorous, and highly-exaggerated art found on millenial-old murals and grave markings, cartooning as it is known today arrived with the colonists, e.g., humor periodicals (the various offspring of Punch or Puck in Japan, China, India, etc.) and stand- alone politically-oriented cartoons.

PP: Could you tell me about the current situation of cartooning in the world? And specifically, about the health of cartooning in Portugal, Spain, and Latin America, the origin of most humorsapien.com readers.

LENT: The world of cartooning is plentifully furnished, though not always nourished well. In my travels, I have met and interviewed hundreds and hundreds of cartoonists of every stripe. They have been the most accommodating, and in most cases, humorous interviewees despite their struggling to put rice on the table.

Most have day jobs, ranging from betel nut salesman and ferryboat captain, to medical doctor, psychiatrist, and architect.

I believe the health of cartooning is stable in the Latin American countries I am familiar with, which are Cuba, Brazil, Argentina, Uruguay, Chile, Peru, Ecuador, and Colombia. Most cartoonists have work; a number are world famous (Ares, Mordillo, Quino), and others regularly are awarded top prizes at international festivals. Brazil has one of the earliest university degree programs in comic art worldwide; cartoon museums exist (as in San Antonio de los Baños, Cuba); famous comics competitions survive (Calicomix in Colombia); many books and periodicals pertaining to Latin American cartooning sprout in at least Brazil, Argentina, Mexico, Chile, Cuba, and Colombia; and a few hard-hitting political cartoonists manage to endure continuing repression (Bonil and Vargas in Ecuador; Rayma formerly in Venezuela).

PP: Every time the creators of cartooning have fewer spaces to publish, since magazines, weeklies, etc. are closed. So logic indicates that the Internet is going to solve that problem. However, there is a serious conflict that still—for the most part—, the works published there are not remunerated. How do you see the future of cartooning then?

LENT: Cartoons and comics will continue on, but in different forms. Already, cartoons/comics are online, usually in horizontal format—turning page by page, but since 2000, in vertical, scrolling format through Webtoons. Remuneration is still an issue, although remedies are being introduced through Webtoons—such as authors sharing in advertising revenue and being paid upfront by Web platforms.

Though they are not many, some Korean Webtoonists pull in millions of dollars yearly.

The remuneration problem will be solved, and cartooning will become even more paperless, and, I think, more textless, as drawings become even more miniscule (to fit on a so-called “smart” phone) and audiences become more alliterate and even illiterate.

PP: You have dedicated a large part of your life to teaching in different educational establishments, universities, etc., for that reason I would like to ask you a question that is often asked of me: can humor be taught? How has your experience as a teacher in this subject been?

LENT: I have not taught humor; I have taught about humor through cartooning. I do not think you can teach humor; humor is learned by observation, reading, associating with humorous and non-humorous people. Humor comes out of your environment. My concept of humor will likely be different from yours. I came out of a poor background, living in a fatalistic type of community (where the thinking was, your ancestors were coal miners, so you are destined to be a miner). The humor often was harsh, consisting of bullying, mockery, and ethnic name-calling (“you’re a Dago”); some was endemic to the region; some came from outside through comic strips or individuals who had traveled to a nearby city. Enduring this background , I believe I am not as sensitive to criticism or insult as others, can take and give put-downs, am quick on the draw, able to come up with a quip or funny line almost instantaneously. Perhaps, my sense of humor is similar to the football formula: a good offense is a good defense.

The comics art courses I taught, as early as the 1980s, dealt with the background and issues of mainly non-U.S. comics, animation, and political

cartoons. My goal was to broaden the perspectives of students—a difficult task that I don’t believe I was able to accomplish—and so, I retired, but, at age 75.

PP: Can you tell me a nice, witty or curious anecdote (or more) related to your work in humor, whether you are researching, studying, teaching, or interacting with comedians?

LENT: Let me go back to the 1940s when I was a fifth-grade student and aspired to be a cartoonist. I copied comics from the Sunday supplement, “Puck,” of the Pittsburgh Press, a Hearst-owned newspaper. The logo of the supplement was elaborate with a drawing of Puck and, if I recall, the words, “What fools these mortals be.” My mother happened to see my rendition (she saw everything), thought the “P” was an “F,” and I “retired” from cartooning immediately after.

Also prompting me to change course was the high-caliber of cartoonists in the 1940s; I knew I could not compete with masters such as Burne Hogarth, George McManus, Hal Foster, or Alex Raymond.

My interactions with cartoonists were full of funny and/or unusual incidents. Especially entertaining were anecdotes associated with Cuban artists.

While in Havana in 1991, a time of scarcity because of the collapse of the Soviet Union, I wanted to talk with the cartoonist, Ajubel. I left a message in his mail slot at the writers’ center, not knowing Ajubel had moved to Spain. The note was “intercepted” by cartoonists Lillo and Alba, who called me and asked if they could meet me at my hotel, which was off-limits to Cubans at the time. I invited them to have a beer with me; they each ordered two and a pack of cigarettes, and continued to do so for a few hours. Finally, exasperated, I asked when we were going to start the interview. It was nearing midnight. Lillo suggested that I order a case of beer and plenty of cigarettes and walk to his home nearby. Though it was early in the morning, his wife warmly welcomed us and Lillo, Alba, and I chatted for a considerable time afterwards.

It was on this research trip that I saw the resourcefulness of Cubans.Animator Juan Padrόn showed me a 1920s animation camera they still used after recovering it from a plane crash decades before; Tomy told how his familiarity with roots and plant juices allowed him to continue painting when paints were in short supply; Manuel gave me a large ceramic plate with a cartoon-like character on the face which was his way of continuing to draw during a severe paper shortage, and Angel Boligan, who was just entering adolescence, explained how he provided a venue for his colleagues in San Antonio de los Baños by posting their cartoons laid out in a newspaper format in a local pharmacy store.

There were so many other memorable experiences, such as hanging out with the celebrated Ralph Steadman and his wife, Anna, for a week in Turkey; trying to find a time, at a Lviv festival, when a batch of East European cartoonists were sober enough to be interviewed; being the guest at the annual “potato” party of literary and artistic stalwarts in Kathmandu; joining Philippine political cartoonist Nonoy Marcelo at his usual breakfast at 10 p.m.; losing a “belly- bouncing” match to a huge cartoonist in Poland, and spending considerable time with cartoon giants, such as Jerry Robinson, Lat, Abu Abraham, R. K. Laxman, Terry Mosher, Fang Cheng, Pran, Oleg Dergachov, Gado, and Anton Kannemeyer.

PP: What is the project, within the humor, that you still have to do because you have never been able to carry it out and have always wanted to do it?

LENT: I always have projects pending, which keeps my energy level high. I want to keep International Journal of Comic Art going, which I founded and have published and edited twice yearly since 1999, almost all of the work for which is done in my house. I have two books coming out in the next six months—one on Asian political cartoons; the other, transnationalism and comics in Asia. I will finish a book on Korean cartooning by September, and begin others on Caribbean cartooning and erotic cartoons worldwide or limited to Asia.

PP: I always close my interviews this way: is there a question that I didn't ask you that you would have liked me to ask? And if so, could you answer it now?

LENT: Perhaps, you might ask, how do I work? I am a very organized individual, planning my schedule of work to be done by the year, the quarter, the week, and the day. I record my hours of work on paper, indicating what I accomplished, by the day and week; basically, I am my own punch-in clock. It gives me a sense of achievement to checkmark what I completed. My goal, which I almost always meet, is to work between 40 and 50 hours a week. I work much better in a quiet atmosphere, and believe those who claim to be multi-tasked are speaking nonsense. Research has shown that multi- tasking results in shoddy workmanship. I don’t bow down to technology, but think of it as another tool. All of my writing is done with pen on legal pads, my belief being, I can feel a flow of ideas and words coming down from my brain to my fingertips. It may all seem to be overdone, obsessive behavior, but it works for me.

Thanks, Pepe, for encouraging me to rehash and remember these pleasurable moments.

PP: I am grateful that you have dedicated your time and effort to answering my questions. I wish you good health and much success, because I know that you will continue giving your valuable work to Humanity.