El terror a los payasos es una fobia muy común que se conoce como coulrofobia. Los síntomas pueden ser leves, por ejemplo, que ver a un payaso ocasione una inquietud y ansiedad de leve a moderada; pero también más graves. Además, la coulrofobia tiende a ser de larga duración. Es una fobia que comienza en la infancia y persiste hasta bien entrada la edad adulta.
En la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, un equipo de investigadores estudiaba en 2008 cómo decorar el área infantil de un hospital, y para hacerlo sondearon a un grupo de 250 niños. Descubrieron que el sentimiento más extendido hacia los payasos era de antipatía; su imagen, en vez de tranquilizar, causaba inquietud.
Según los expertos, el maquillaje que llevan y sus rasgos faciales desproporcionados generan desconfianza, pues rompen con la imagen normal de una persona y ocultan la identidad de quien está detrás de esa máscara. Con la sonrisa permanente que lucen se produce una disonancia cognitiva en la mente. Sabemos que sonreír es positivo, pero constatamos que es imposible hacerlo siempre. En cambio, un payaso lo hace, y eso es interpretado por el cerebro como una anomalía.