"La vida hay que verla de manera inteligente; es decir, con humor"
Según se lee en su sitio web, el invitado a este “diáloco” es Catedrático Emérito del Departamento de Diseño e Imagen de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Anteriormente fue Director de ese departamento. En la actualidad es el responsable de la Dirección General de Cursos de Verano Complutense de El Escorial. Miembro del Jurado del Premio Nacional de Diseño de España, ha publicado obra gráfica y realizado exposiciones individuales en Estados Unidos, China, Kuwait, Italia, Colombia y México. Ha escrito varios artículos y libros. Su último libro es "El Espejo y el Martillo" (Hammer and Mirror), Turpin Ed, Madrid 2017.
Sin embargo, aunque parezca exagerado, es mucho más que eso. Excelente humorista gráfico, estudioso e investigador del humor, miembro del Consejo de Dirección del Instituto Quevedo de las Artes del Humor, etc.
Y para colmo, una persona amable, sociable, simpática, modesta…
Siento un enorme orgullo estar “dialocando” hoy con el Maestro Manuel Álvarez Junco.
Pepe Pelayo: No para quitarme trabajo, ni para hacerte sufrir, porque sé que no es fácil hablar de uno mismo, pero me gustaría que le presentaras a los humornautas de nuestro sitio a Manuel Álvarez Junco, ya que mi presentación creo que se quedó corta.
Manuel Álvarez Junco: Bastante raro soy, la verdad. O sea, como todo el mundo. Lo digo porque todos decimos que somos muy normales hasta que hurgas un poquito, jejeje.
Comencé tomándome tan en serio mis trabajos que llegué a pensar que era terriblemente importante lo que hacía. Finalmente caí, o me hicieron caer, en que era mi gran error y que la vida hay que verla de manera inteligente, lo que quiere decir con humor. Eso significa distanciar los problemas para poder apreciarlos mejor y aguantar los embates vitales con mucha más cabeza.
Mi trayectoria profesional comenzó como apasionado pintor de caballete y estudio. Funcionó bien hasta que comprobé en pocos años que eso no me daba de comer, y tomé la decisión de, sin dejar de dibujar y pintar, dar clases de dibujo la mitad del día, porque la educación era mi otra gran pasión. Llegué a ser profe de Universidad. Mientras tanto, por medio del humor gráfico había encontrado una forma mejor de comunicarme con los demás y establecer el equilibrio mental que no me daba la pintura.
Resumiendo, que soy humorista y profesor. Dibujo y doy clases así como publico humor a la vez que escribo teoría.
Mis obras gráficas son exclusivamente visuales. No llevan palabras porque me apasiona sorprender con juegos de formas y símbolos. Quizás esa es la característica más peculiar de mi arte.
Pepe Pelayo: Para mí, sin menospreciar el otro, también pienso que en la práctica es mucho mejor el humor gráfico sin texto. Hace pensar más. Claro, hay palabras que producen el mismo efecto de hacernos pensar, por supuesto, pero no abundan esas obras gráficas. Debe ser porque sus creadores son más visuales que escritores, ¿no? Pero volviendo a tu gigantesco curruculum, lo primero que me viene a la mente es: ¿cómo haces para que te alcance el tiempo para dibujar, impartir clases, investigar, etcétera?
Manuel Álvarez Junco: Me encanta levantarme muy temprano, a eso de las 5.30 de la mañana. A esas horas no molesto a nadie y nadie me molesta. Ese tiempo, previo a la habitual jornada laboral que me toque realizar, lo dedico a lo que más me gusta. Eso me proporciona un espacio increíble de actividad libre y diversión a lo largo del año.
Pepe Pelayo: Te creo, pero también influye que posees una gran capacidad creativa, digo yo. Es que todo lleva tiempo. Por ejemplo, preparar clases, impartirlas, más actividades secundarias que “caen” en la Universidad, ¡es mucho tiempo ocupado para dibujar e investigar! Y eso de la docencia me lleva a una duda que surgió en uno de los últimos seminarios teóricos en que participé. Allí se hizo la pregunta. “¿Se puede enseñar el humor?” Por lo tanto, me gustaría que explicaras qué se puede enseñar y qué no en un curso sobre humor?
Manuel Álvarez Junco: En la Universidad Complutense he enseñado siempre Diseño gráfico e Ilustración, es decir, los mecanismos y técnicas de la comunicación visual.
Sí he dado, al margen de la actividad reglada, algunos pequeños cursos y talleres específicos de humor en cursos de verano y jornadas sueltas.
Pienso que no se puede enseñar el humor como no se puede enseñar nada de nada. La misión del profesor es que el aprendiz consiga realmente “aprender a hacer”. Me explico: quien esté interesado en conocer un tema es el que debe tomar la iniciativa y decidirse a crear, mientras su profesor es el que debe estimular y canalizar ese impulso y proponerle un mundo real de acción vital, el descubrimiento de las maneras y posibilidades de hacer, lo que a mi me gusta pero no es un trabajo nada fácil.
El humor es un mundo de transgresión inteligente. El ingenio para decir algo sin decirlo directamente es imposible enseñarlo a quien no quiera aprenderlo y meterse en harina.
Pepe Pelayo: Yo he impartido clases de humor. Por ejemplo, he enseñado a escribir guiones humorísticos, literatura humorística, actuación humorística (lo técnico), historia del humorismo y también cómo vivir con humor, pedagogía del humor, etc.. Por eso coincido contigo en que es imposible enseñar a crear humor. Uno puede enseñar a dibujar, pero no a “inventar” un chiste. Es algo que no depende del profesor, obviamente. Pero la pregunta me lleva a ésta otra: para ti, ¿el humor es un arte? Me refiero sobre todo a su característica de “parásito”, ya que sólo aparece dentro de un arte (gráfico, musical, escénico, etcétera).
Manuel Álvarez Junco: Sí, el humor indudablemente es un arte. Lo aseguro totalmente. Llámese artesanía, artefacto, artificio o artimaña, es un arte. Exige encontrar la complicidad absoluta del espectador, porque si no la obtiene, no funciona y deja de existir. Es decir, un chiste, si no se entiende, no es chiste. Una imagen humorística, si no afecta positivamente a la percepción e inteligencia del que la ve, pierde el interés y desaparece. Esto que acabo de decir me llevó a escribir un libro (en Argentina lo titulé “El diseño de lo incorrecto” y en España “El humor gráfico y su mecanismo transgresor”) en que explicaba el hecho de que el humor debe entenderse perfectamente porque, de no hacerlo, se diluye como un azucarillo y desaparece. Y, por ello, conseguir la complicidad del espectador es sencillamente esencial. El arte es exactamente ese sentimiento cómplice con una obra realizada por otro, eso que te conecta con la humanidad.
Pepe Pelayo: Estoy casi 100% de acuerdo. Ese casi falta es porque no sé. Aún estudio eso. Pero dejemos el tema. En una entrevista que te hizo El Instituto Quevedo del Humor, dijiste que el límite del humor estaba en el mismo creador. Y coincido, pero solo para provocar a las neuronas: ¿qué pasa si el humorista no tiene gran sentido común, no goza de buen tacto y crea una obra que traspasa los límites de un consumidor? ¿No tendríamos entonces que también pensar en los limites de los otros? ¿O quizás no sería mejor no hablar de limites?
Manuel Álvarez Junco: La cuestión de los límites del humor, que ahora está de tanta actualidad, es difícil de explicar al público y a la vez muy fácil de entender individualmente. ¿Por qué? Porque todos sabemos perfectamente cuándo una cosa es oportuna y cuando no, aunque no podamos definir ese tipo de oportunidad en palabras. Quien opine que puede decir cualquier cosa a cualquier persona de cualquier modo y en cualquier momento y lugar, no tiene ni idea de lo que dice. Es como que alguien te diga que nunca ha tenido que disculparse diciendo “Bueno, era una broma”. Eso nos ha pasado a todos.
En este mundo, desde que superamos la adolescencia, cualquiera sabe que sus actos y palabras deben ser inteligentes y cuidadosos. El humor tiene los límites de la inteligencia.
Otra cosa es que el entorno imponga cotos y parcelas, avisos y sanciones intolerables y eso se debe combatir. Creo que nuestra sociedad debe ir siempre a favor de la libertad y la aceptación de lo nuevo y provocador. Un colectivo abierto y valiente no debería jamás cortar las alas de los críticos, pero, insisto, estos a su vez deberían ser responsables e inteligentes.
Pepe Pelayo: Es cierto. Pero también hay creadores (sin descalificarlos), que cumplen con lo que dices y crean una obra -para ellos-, “honesta, inteligente y oportuna”, sin embargo para el público no lo es. Y no lo hacen adrede, digo. Por la razón que sea traspasa los límites del humor por su incapacidad. ¿Qué hacer con ellos? En fin, es un temazo. Pero saltando a otro campo: como humorista gráfico, ¿has observado una evolución en tu obra desde tus inicios hasta tu creación actual, en cuanto a forma y también a intereses de contenidos?
Manuel Álvarez Junco: Claro que hay una evolución en la obra propia, lo mismo que hay un desarrollo vital personal cambiante en formas y contenidos. Uno se va conociendo a sí mismo más y más según van avanzando sus días. Algunas cosas por las que uno luchaba de joven se descubren ya pasadas o falsas y otras se van reforzando y creciendo, y se te presentan constantemente nuevos desafíos. Mi interés por la política y la filosofía, por el arte y las relaciones con los demás, han cambiado. Me han sorprendido cosas mías que quizás intuía de joven pero que no había podido definir y valorar hasta ser mayor. Uno descubre cosas en su interior realmente asombrosas. Por otro lado, las formas de actuar, con el tiempo, se van seleccionando y mejorando. El resumen de todo esto es lo que le llaman estilo, que en la juventud suele perseguirse sin saber que sencillamente consiste en ser lo más sincero posible con uno mismo. Esto de “ser uno mismo”, por cierto, es un consejo odioso que nadie entiende de verdad hasta que ha vivido las graves consecuencias de no hacerlo.
Pepe Pelayo: Totalmente de acuerdo. Y para continuar en el humor gráfico, ¿cómo ves la salud de esta manifestación en el mundo en la actualidad? ¿Ves más talento en sus creadores que antes? ¿Es cierta la queja de muchos colegas que alegan no tener espacios? ¿Internet es la solución?
Manuel Álvarez Junco: La salud del humor en estos tiempos es extraordinaria porque se han descubierto campos y recursos de comunicación impensables antes y la educación visual es mucho mayor en las nuevas generaciones. Hoy contamos con talleres, estudios e investigaciones, canales específicos de televisión, Internet, acceso a nuevas tecnologías, etc. ¿Quién iba a pensar hace cincuenta años en poseer medios de formación, de información y de comunicación tan extensos y variados? ¿Quién iba a soñar con que particulares pudieran realizar piezas gráficas con tecnologías fáciles y poder colgarlas y distribuirlas por el mundo de manera inmediata?
El problema es que esa facilidad y cantidad increíble no lleva a la valoración y reconocimiento que cualquiera desea. Además, puede suceder –y sucede- que domine una enorme mediocridad y falta de inteligencia, como en tantos aspectos de la vida. Encontramos montones de auténticas tonterías y chapuzas, como en otros ámbitos, pero ¿no sabemos ya que el mundo está hecho de vulgaridad y falta de ingenio, no sabemos que lo bueno escasea? Eso es la vida misma.
Resumiendo, como en todo, hay que trabajar mucho y actuar con conocimiento, rigor, independencia y sinceridad. Y sé que lo que digo no es nada fácil.
Pepe Pelayo: Lamentablemente, suena muy pesimista eso de “¿no sabemos ya que el mundo está hecho de vulgaridad y falta de ingenio, no sabemos que lo bueno escasea?”. ¡Pero es la pura verdad! Aunque nos duela reconocerlo. Vamos entonces hacia una pregunta más personal: ¿cuál ha sido el mejor y el peor momento en tu carrera dentro del humor?
Manuel Álvarez Junco: Los peores momentos en la vida siempre son cuando no conoces dónde estás y decides hacer lo que te han dicho que debes hacer y no lo que tu piensas. Por eso hay que analizar todo, estudiarlo y pensarlo bien.
Los mejores momentos, cuando eres sincero y trabajas con rigor sintiendo que haces lo que debes hacer de verdad, aunque no vendas nada ni te entienda ni tu propia pareja. Esas decisiones son maravillosas.
Pepe Pelayo: Gran consejo. Me identifico con tu respuesta. Y pasando a otra pasión. ¿Cuándo comenzaste en la investigación humorística y qué te motivó a hacerlo?
Manuel Álvarez Junco: Coincide en mí que soy artista gráfico a la vez que profesor investigador. Siempre estas dos actividades las había llevado por separado, pensando que era lo normal y correcto, es decir, que los investigadores debían tratar los temas que otros consideraban sesudos y serios. Un día me di cuenta de que lo que yo mismo hacía era aquello de lo que mejor podía hablar. Es de nuevo lo que no paro de repetir en esta conversación: me sinceré conmigo mismo y decidí estudiar más y hablar de lo que yo conocía y no de lo que decían otros que debería conocer.
Pepe Pelayo: ¿Y cuáles investigaciones has terminado y cuáles están en desarrollo?
Manuel Álvarez Junco: Estoy embarcado desde hace más de quince años en una investigación sobre el humor gráfico en la antigüedad. Me apasiona este tema y voy publicando en revistas académicas algunos artículos sueltos.
Lo que yo he leído sobre este campo siempre era tremendamente raquítico en sus planteamientos. Se decía que el humor importante era el hablado o escrito pero nadie trataba el gráfico y visual. Si acaso había estudios sobre cómo se traducía visualmente el humor hablado, o cómo de una sátira escrita se realizaba una visualización adecuada.
Mi interés es focalizar es estudio en lo gráfico, que es lo que mejor conozco y que, en mi opinión, no tiene sino poquísimas investigaciones adecuadas hasta ahora.
Pepe Pelayo: Te admiro, porque a mí me emociona todo eso que haces. No me imagino cómo sería hacer un descubrimiento. Por eso te pregunto: ¿como investigador qué te ha impactado más? ¿Algún descubrimiento en específico?
Manuel Álvarez Junco: Lo más impresionante es descubrir que el humor gráfico siempre ha existido en todas las civilizaciones y mi mayor desafío demostrar con datos esa afirmación.
Es difícil ponerlo en negro sobre blanco, porque el humor es siempre lateral y no es visto, con razón, por las autoridades formales como correcto, porque no lo es. Eso le lleva a ocultarse y exhibirse en rincones. Para un investigador, encontrarlo es complicado y demostrar que es intencionado más aún, porque debe conocer bien el contexto y ocasión en que se hizo.
La civilización egipcia, tan hierática y formal gráficamente, tiene un lado de burla impresionante. Me ha costado mucho descubrirlo y demostrarlo. Este apasionante trabajo de investigación me exige mucho tiempo pero tengo afortunadamente el entusiasmo necesario.
La civilización griega es más cercana a la nuestra y es un campo impresionante de humor gráfico. La verdad es que me divierte muchísimo descubrir este lado tan interesante y oculto de la historia.
Pepe Pelayo: De verdad te felicito. Encuentro impresionante tu trabajo. Y para ir terminando, porque ya te robado demasiado tiempo. Dentro del humor, ¿qué te gustaría hacer que no hayas hecho (incluso puede ser hasta incursionar en otras modalidades).
Manuel Álvarez Junco: Como uno ya es mayorcito, no extrañará que, pasados los setenta tacos, no me plantee grandes empresas conceptuales, la verdad. Pero dejarme llevar por impulsos e intuiciones me apasiona y eso procuro hacerlo todos los días. Unos contenidos formales que he frecuentado poco y últimamente trato es el de los iconos del arte internacional, como la Victoria de Samotracia, los Caprichos de Goya o los paisajes de Van Gogh.
En cuanto a técnicas, la animación gráfica hoy en día es un campo a explorar, y los GIF son bastante accesibles. Igualmente el añadir efectos sonoros sería un campo interesante para sumar al humor gráfico. Todo esto la gente joven ya lo está manejando desde hace años, claro, pero eso es lo que más valoro últimamente.
Pepe Pelayo: Estimado, ¿hay alguna pregunta que no te haya hecho y que te hubiera gustado que te hiciera? Si es así, ¿puedes responderla ahora?
Manuel Álvarez Junco: Me ha gustado mucho que, gracias a tus preguntas, haya podido tratar toda esta serie de temas y no quiero cansar con nada más. Lo que sí te digo es que quedo disponible para cualquier otra cuestión que me quieras plantear en un futuro.
Querido colega y amigo, ha sido un honor y un placer “dialocar” contigo. Estamos agradecidísimos en Humor Sapiens de que nos hayas dedicado tanto tiempo y esfuerzo. Por supuesto que contamos con tus colaboraciones, porque es imposible prescindir de tu valioso aporte.
Muchos éxitos en tu vida personal y en tus campos creativos.