Si Charles Chaplin es el mayor genio cómico del cine mudo, a la cima de la comedia cinematográfica sonora debemos aupar a Groucho Marx y Woody Allen. Entre los dos podemos establecer bastantes semejanzas –especialmente, su facilidad para legarnos frases memorables, como veremos en este artículo–, pero también non pocas diferencias.
La influencia de los hermanos Marx en los primeros trabajos cinematográficos de Woody es evidente. Como afirma Graham McCann en El genio de a pie, su biografía sobre el cineasta neoyorquino, “las primeras películas de Allen [las anteriores a Annie Hall (1977)] reflejan la estructura de los hermanos Marx: el trato que recibe la narrativa es irreverente, eternamente invadida y trastocada con chistes visuales y verbales. Allen juguetea con la trama y el realismo, hace unos irónicos apartes a la cámara donde el héroe asume el papel del cobarde presuntuoso y el gran amante, convirtiendo estos apartes en un chiste privado entre él y los espectadores”.
Más allá de esta influencia de los Marx en Allen, son muchas las películas de este en las que hay un homenaje o una referencia explícita a Groucho y sus hermanos. En Coge el dinero y corre (1969), la primera cinta de Woody, rodada como un falso documental, Allen hace que los padres del protagonista lleven unas caretas con la efigie de Groucho para ocultar su identidad, por la vergüenza que les produce la carrera delictiva de su hijo. En La última noche de Boris Grushenko (1975), el apellido del protagonista posee unas inequívocas reminiscencias grouchianas. En Annie Hall (1977), Alvy, un cómico judío con gafas, bajito y angustiado, rinde tributo a Groucho en un sorprendente monólogo porque lo inició en el arte de ser cómico. En otro, juega con una de las más famosas frases de Groucho: “El otro chiste importante para mí es uno, ejem, generalmente atribuido a Groucho Marx, pero yo creo que tiene su origen en El chiste y su relación con el inconsciente, de Freud. Dice así, más o menos: ‘No me gustaría formar parte de un club que me aceptara a mí como miembro. Este chiste es la clave de mi vida de adulto en lo que se refiere a mis relaciones con las mujeres”. En Manhattan (1979), el protagonista encabeza con Groucho un particular listado de las cosas por las que cree que merece la pena vivir. En Hanna y sus hermanas (1986), casi al final, Mickey, el personaje que interpreta Woody, después de haber sufrido tanto con su presunto cáncer y sus males de amores, entra en un cine y ve Sopa de ganso. Entonces, mientras los hermanos Marx disparatan maravillosamente en la pantalla en un alocado frenesí de bailes y canciones, reflexiona en off que, a pesar de todo, se puede y se debe disfrutar de la vida. Un pensamiento que viene a insistir en la misma idea del de Manhattan: las películas de los Marx son una de las cosas que alegran nuestra existencia. En Poderosa Afrodita (1995), Woody propone como primer nombre para su hijo adoptivo el de Groucho, y después, el de Harpo. En Todos dicen I love you (1996), Allen organiza una fiesta donde todos los invitados van caracterizados con el bigote, las gafas y el cigarro de Groucho. Finalmente, en Dulce y melancólico (1999), Samantha Morton interpreta un papel que recuerda a Harpo Marx, el mejor mudo del cine. (Una advertencia: los títulos mencionados son con los que se estrenaron en España las correspondientes películas de Woody).
Groucho es un bufón; Woody, un clown
De cualquier forma, podemos establecer algunas diferencias entre el personaje de Woody y el de Groucho. La primera y más importante, que Woody es un clown y Groucho un bufón. Aunque hay autores que clasifican al bufón como un tipo de payaso, creo que se trata de dos personajes muy distintos. Su diferencia podría sintetizarse así: el clown se ríe de la gente, mientras que la gente se ríe del clown. Podría matizarse que no se ríe “de” él, sino “con” él, pero no merece la pena entrar aquí en esa disquisición. Lo cierto es que mientras Woody es débil, vulnerable, suave y sentimental, Groucho es fuerte, invulnerable, agresivo y carente del menor atisbo de sentimentalismo. Allen posee un aire desgraciado que nunca mostró el super-seguro-de-sí-mismo Groucho. Dos citas (les recuerdo que este artículo iba –y va, créanme– a centrarse en la capacidad de ambos para legarnos citas memorables) manifiestan muy bien este distinto talante: “La gente me olvida incluso mientras me está dando la mano” (Woody); “normalmente no olvido una cara, pero en su caso voy a hacer una excepción” (Groucho). Woody resulta insignificante para los demás y, por ende, para sí mismo (“lo único que lamento de mí es no ser otra persona”). Para Groucho, por el contrario, los insignificantes son los otros. Tanto que apostilla: “Bebo para hacer interesantes a los demás”. El propio Woody podría ser uno de esas personas a las que Groucho intenta hacer interesantes bebiendo.
Pero hay más diferencias entre Groucho y Woody. Mientras este utiliza su humor para intentar cambiar el mundo, aquel lo usa para escapar de él. En cuanto bufón, Groucho jamás hace un análisis de su propio personaje; es la figura asocial que comenta sobre los demás, Allen se incluye a sí mismo en la comedia: todo lo absurdo también es absurdo para él. Donde Groucho juega, él examina: Groucho trata con lo ilusorio; Allen, con la vida. Recordemos una de las citas más célebres de Woody: “Destesto la realidad, pero es el único lugar donde se puede comer un filete”.
Por otro lado, Woody busca el orden; Groucho, el caos. En las películas de los hermanos Marx, el caos se crea del orden –buscan los problemas–, en tanto que es el caos el que tiende la emboscada a Allen mientras él se aferra a buscar el orden. Los hermanos Marx son nihilistas; Allen, un escéptico que quiere ser un optimista. Groucho es, por esencia, el que se mantiene al margen; a Allen no le gusta estar marginado. Groucho jamás se entregaría a una sola persona; Allen busca la intimidad continuamente.
Dos humoristas citables… y mal citados
Tras esta reflexión a modo de prólogo, llega el momento de cumplir mi promesa: hablar de la facilidad –compartida, esta sí– de Groucho y Woody para legarnos frases memorables. Groucho y Woody son dos humoristas eminentemente citables. No olvidemos que, además de actores –y en el caso del segundo también director–, los dos son escritores, aunque Woody más y mejor. Pero Groucho escribió una obra de teatro, dos guiones, siete libros y cerca de 200 artículos y ensayos, varios de ellos publicados en la revista New Yorker, en la que también ha colaborado Woody. Como digo, son dos humoristas eminentemente citables y no siempre bien citados. Algunas veces sus frases nos llegan incompletas o alteradas; otras, se les atribuye directamente palabras que nunca dijeron. “Citadme diciendo que me han citado mal”, ironizó Groucho. En cualquier caso, en la dialéctica de Groucho y Woody también hay una diferencia sustancial. Groucho no hace uso de sus propias angustias e incapacidades como fuente para su comedia, como sí hace Woody. Su estrategia consiste en hablar muchísimo, muy deprisa y con tanta beligerancia que hasta el habla se convierte en un arma. Algo parecido –pero de otra manera muy distinta, valga la paradoja– a lo que hace Cantinflas. Sin duda, la dialéctica del mexicano merece también un estudio particular. Pero, volviendo a Groucho y Woody, lo cierto es que ambos hablan y escriben con aforismos elaborados y concisos que desafían la paráfrasis y la imitación. Con frecuencia opinan de lo mismo –las mujeres, el amor, el sexo, el matrimonio...–, pero no siempre dicen lo mismo, ni mucho menos. Sus diferencias parten de un hecho ya apuntado: Groucho es un bufón; Woody, un clown.
Veamos algunos ejemplos. Comenzamos con los que, probablemente, son los dos temas por antonomasia para Woody: el amor y la muerte. Así (Love and death) se titula una de las primeras películas del cineasta, la que en España fue estrenada como La última noche de Boris Grushenko. El amor –siempre para ridiculizarlo– es también un asunto abordado con frecuencia por Groucho. La muerte, no tanto. “El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida... y luego ya no hay quien se lo quite de encima”, dice el siempre ácido hermano Marx. Por su parte, Woody, que no deja de ser un romántico empedernido, pero también fracasado, sentencia: “Sólo hay un tipo de amor verdadero: el amor no correspondido. Ese no te abandona nunca”.
En cuanto a la muerte, Woody, que la teme tanto como ama la vida (a pesar de lo que sufre por ella), afirma: “No me da miedo morir, pero no me gustaría estar presente cuando ocurra”. Por su parte, Groucho, el siempre super-seguro-de-sí-mismo, advierte: “Cuando muera, quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi empresario”. Pero hay más. Insistiendo en la misma idea de su cita anterior, Woody dice sobre la posibilidad de ser recordado después de morir: “No quiero alcanzar la inmortalidad por mis obras. Quiero alcanzarla por no morirme”. Sobre lo mismo, Groucho, siempre displicente, señala: “¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?”.
Hablábamos (hablaban ellos, más bien) del amor y debemos seguir con su reverso el matrimonio. Aquí Groucho y Woody parecen coincidir, a pesar de que, mientras que el primero lo desprecia abiertamente, el segundo, en el fondo, lo echa de menos. Quisiera casarse y ser feliz, pero termina por aceptar que es un asunto no suele acabar bien. Groucho ironiza: “El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución”. Y Woody se lamenta: “Mis padres estuvieron juntos cuarenta años, pero sólo para odiarse mejor”. Y del matrimonio al divorcio, claro. “El matrimonio es la principal causa de divorcio”, explica con sarcasmo, pero también con mucha lógica, Groucho, mientras que Woody constata con gracia que “la única vez que Rifkin y su mujer tuvieron un orgasmo simultáneo fue cuando el juez les concedió el divorcio”.
Si hablamos (si hablan ellos, insisto) del amor y del matrimonio, también tenemos que hacerlo del sexo. Cómo no. Máxime si recordamos que Groucho dijo aquello de “¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”. Sin duda, tanto Groucho como Woody tienen el sexo entre una de sus obsesiones. “No piense mal de mí, señorita. Mi interés por usted es puramente sexual”, le dice el primero a una de sus tantas víctimas femeninas. Y a otra que en una fiesta se queja de su verborrea insultante con un “caballero, está usted abusando de mí”, le espeta: “Todavía no, pero espera a que te saque a la terraza”. Por su parte, Woody confiesa: “El cerebro es mi segundo órgano preferido”. Y también: “¿Es sucio el sexo? Solo si se hace bien?”. Del sexo habla también Woody en esta otra cita bien diferente, una de mis preferidas: “Es la vez que más he disfrutado sin reírme”. Groucho empieza esta otra frase de una manera que podríamos imaginar parecida, pero enseguida la cosa se tuerce: “He pasado una noche estupenda, pero no ha sido ésta”, le dice a su partenaire.
Y así llegamos a la figura de la mujer, motivo más que recurrente en la dialéctica de ambos. Para Groucho no es más que víctima de sus insultos y su sarcasmo: “Recordad que estamos luchando por el honor de esa mujer, lo que probablemente es más de lo que ella hizo jamás”. Woody, muy por el contrario, a pesar de chocar una y mil veces con ellas, no deja de adorarlas: “Eres la respuesta de Dios a Job. Habrías solucionado cualquier discusión entre ellos. Dios te habría señalado diciendo: ‘Sabes, hago cosas terribles, pero también puedo hacer cosas así’. Entonces Job diría: Bueno, vale, tú ganas”. Un cumplido a la mujer que me parece uno de los más hermosos de la historia del cine.
Ya hablamos (hablaron ellos, repito) del matrimonio y ahora lo hacemos de la familia. “Apuesto que hasta que usted no cumplió un año su padre no paró de tirarle piedras a la cigüeña”, dice Groucho en una de sus citas más demoledoras. Woody, por su parte, vuelve a adoptar el papel de víctima en este caso: “Mis padres rara vez me pegaban... En realidad creo que sólo me pegaron una vez en toda mi infancia. Empezaron a pegarme el 23 de diciembre de 1942 y acabaron de hacerlo a finales de primavera del 44”. En cualquier caso, los dos desmitifican la paternidad.
Y terminamos hablando de algo bien diferente: la política y el ejército. De la primera, dice Groucho: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después un remedio equivocado”. La opinión de Woody no es mejor: “Nos hemos vuelto cretinos por la imbecilidad de nuestros políticos”. A veces, tanto uno como otro se atreven a ironizar dando nombres concretos: “Creo que la única esperanza para este país es que asesinen a Nixon” (Groucho). Por cierto que por este comentario, hecho por el cómico a un periodista con una clara intención provocativa, el FBI incluyó a Groucho en su vasto catálogo de personajes célebres investigados por su presunta peligrosidad para los Estados Unidos. Por su parte, Woody se ceba con un predecesor de Nixon: “Salía yo con una mujer que trabajaba para la Administración Eisenhower. Es irónico, porque yo pretendía hacerle a ella lo que Eisenhower le había hecho al país los últimos ocho años”.
Respecto al ejército, el siempre nihilista Groucho afirma: “La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música”, mientras que Woody nos deja un chascarrillo con el que me siento especialmente identificado: “Para el Ejército me declararon inutilísimo. Si hubiera una guerra, sólo serviría de rehén”. Solo que yo le daría una vuelta de tuerca más y diría que me declararon tan inutilísimo que ni de rehén serviría.
Y acabamos con la televisión, esa caja tonta que hasta la irrupción de las redes sociales y de los teléfonos inteligentes tenía casi en exclusiva la patente de idiotizar a la sociedad entera. Groucho dice: “Yo encuentro la televisión bastante educativa. Cuando alguien la enciende en casa, me marcho a otra habitación y leo un buen libro”. Y Woody: “En Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión”.
En fin, que, como se ve, Groucho y Woody hablan con frecuencia de lo mismo y a veces hasta coinciden en su manera de ver las cosas, aunque su punto de vista suele ser diferente porque el primero es un bufón y el segundo un clown. Pero de lo que no hay duda es de que son dos humoristas eminentemente citables. Disfrutemos, pues, con sus citas y, claro, con sus películas.
OH, HUMOR, OH, HUMOR: Groucho and Woody
By Félix Caballero
If Charles Chaplin is the greatest comic genius of silent cinema, we must lift Groucho Marx and Woody Allen to the top of sound film comedy. We can establish many similarities between the two – especially their ability to leave us memorable phrases, as we will see in this article – but also quite a few differences.
The influence of the Marx Brothers on Woody's early film work is evident. As Graham McCann states in The Common Genius, his biography of the New York filmmaker, “Allen's first films [those before Annie Hall (1977)] reflect the structure of the Marx Brothers: the treatment that the narrative receives is irreverent. , eternally invaded and disrupted with visual and verbal jokes. Allen plays with the plot and realism, making some ironic asides to the camera where the hero assumes the role of the presumptuous coward and the great lover, turning these asides into a private joke between him and the viewers.
Beyond this influence of the Marxes on Allen, there are many of his films in which there is a tribute or an explicit reference to Groucho and his brothers. In Take the Money and Run (1969), Woody's first film, shot as a mockumentary, Allen makes the protagonist's parents wear masks with the effigy of Groucho to hide their identity, due to the shame that the race causes them. crime of his son. In The Last Night of Boris Grushenko (1975), the protagonist's surname has unmistakable Grouchian reminiscences. In Annie Hall (1977), Alvy, a short, distraught, bespectacled Jewish comedian, pays tribute to Groucho in a surprising monologue because he introduced him to the art of being a comedian. In another, he plays with one of Groucho's most famous phrases: "The other important joke for me is one, ahem, generally attributed to Groucho Marx, but I believe that it has its origin in The Joke and its relationship with the unconscious, of Freud. It goes something like this: 'I wouldn't want to be part of a club that would accept me as a member. “This joke is the key to my adult life when it comes to my relationships with women.” In Manhattan (1979), the protagonist heads with Groucho a particular list of the things for which he believes it is worth living. In Hanna and Her Sisters (1986), almost at the end, Mickey, the character played by Woody, after having. so much with his alleged cancer and his love troubles, he enters a movie theater and watches Goose Soup. Then, suffering while the Marx Brothers go off wonderfully on the screen in a crazy frenzy of dancing and singing, he reflects in voiceover that, despite everything , life can and should be enjoyed. A thought that comes to insist on the same idea as that of Manhattan: the Marx films are one of the things that make our existence happy. In Mighty Aphrodite (1995), Woody proposes Groucho as the first. name for his adopted son, and later, Harpo. In Everybody Says I Love You (1996), Allen organizes a party where all the guests are dressed with Groucho's mustache, glasses, and cigar. Finally, in Sweet and Melancholy (1999), Samantha Morton plays a role reminiscent of Harpo Marx, the best silent film. (A warning: the titles mentioned are those with which the corresponding Woody films were released in Spain).
Groucho is a buffoon; Woody, a clown
In any case, we can establish some differences between Woody's character and Groucho's. The first and most important, that Woody is a clown and Groucho a jester. Although there are authors who classify the jester as a type of clown, I believe that they are two very different characters. Their difference could be summarized as follows: the clown laughs at the people, while the people laugh at the clown. It could be qualified that he is not laughing “at” him, but “with” him, but it is not worth entering into that discussion here. The truth is that while Woody is weak, vulnerable, soft and sentimental, Groucho is strong, invulnerable, aggressive and lacking the slightest hint of sentimentality. Allen has a hapless air that the super-confident Groucho never showed. Two quotes (I remind you that this article was going – and is going, believe me – to focus on the ability of both of us to leave us memorable quotes) express this different mood very well: “People forget me even while they are shaking my hand” (Woody) ; “Normally I don't forget a face, but in your case I'm going to make an exception” (Groucho). Woody is insignificant to others and, therefore, to himself (“the only thing I regret about myself is not being someone else”). For Groucho, on the other hand, the insignificant ones are the others. So much so that he adds: “I drink to make others interesting.” Woody himself could be one of those people Groucho tries to make interesting by drinking.
But there are more differences between Groucho and Woody. While the latter uses his humor to try to change the world, the latter uses it to escape from it. As a jester, Groucho never analyzes his own character; is the asocial figure who comments on others, Allen includes himself in the comedy: everything absurd is also absurd for him. Where Groucho plays, he examines: Groucho deals with the illusory; Allen, with life. Let's remember one of Woody's most famous quotes: “I hate reality, but it's the only place you can eat a steak.”
On the other hand, Woody seeks order; Groucho, chaos. In the Marx Brothers films, chaos is created from order – they look for problems – while it is chaos that ambushes Allen while he clings to seeking order. The Marx Brothers are nihilists; Allen, a skeptic who wants to be an optimist. Groucho is, essentially, the one who stays on the sidelines; Allen doesn't like being sidelined. Groucho would never give himself to just one person; Allen continually seeks intimacy.
Two quotable comedians… and misquoted
After this reflection as a prologue, it is time to fulfill my promise: to talk about the facility – shared, this one – of Groucho and Woody in bequeathing us memorable phrases. Groucho and Woody are two eminently quotable comedians. Let's not forget that, in addition to being actors – and in the case of the second also director –, they are both writers, although Woody more and better. But Groucho wrote a play, two screenplays, seven books and nearly 200 articles and essays, several of them published in the New Yorker magazine, in which Woody has also collaborated. As I say, they are two eminently quotable comedians and not always well cited. Sometimes his sentences reach us incomplete or altered; Others, words that they never said are directly attributed to them. “Quote me saying that I have been misquoted,” Groucho ironically said. In any case, there is also a substantial difference in the dialectic of Groucho and Woody. Groucho does not use his own anxieties and inabilities as a source for his comedy, as Woody does. Their strategy consists of talking a lot, very quickly and with such belligerence that even speech becomes a weapon. Something similar – but in a very different way, pardon the paradox – to what Cantinflas does. Without a doubt, the dialectic of the Mexican also deserves a particular study. But, returning to Groucho and Woody, the truth is that they both speak and write with elaborate and concise aphorisms that defy paraphrase and imitation. They often have the same opinion – women, love, sex, marriage… – but they don't always say the same thing, far from it. Their differences stem from a fact already noted: Groucho is a buffoon; Woody, a clown.
Let's look at some examples. We begin with what are probably the two quintessential themes for Woody: love and death. This is the title (Love and Death) of one of the filmmaker's first films, which was released in Spain as The Last Night of Boris Grushenko. Love – always to be ridiculed – is also a topic frequently addressed by Groucho. Death, not so much. “True love only comes once in a lifetime... and then there is no one who can take it away,” says the always acidic Brother Marx. For his part, Woody, who is still a hopeless romantic, but also a failure, says: “There is only one type of true love: unrequited love. That one never leaves you.”
Regarding death, Woody, who fears it as much as he loves life (despite what he suffers for it), states: “I'm not afraid of dying, but I wouldn't like to be present when it happens.” For his part, Groucho, the always super-confident one, warns: “When I die, I want to be cremated and ten percent of my ashes to be poured over my employer.” But there is more. Insisting on the same idea as his previous quote, Woody says about the possibility of being remembered after dying: “I don't want to achieve immortality for my works. “I want to reach it so as not to die.” Regarding the same, Groucho, always blasé, points out: “Why should I worry about posterity? What has posterity ever done for me?".
We were talking (they were talking, rather) about love and we must continue with its reverse, marriage. Here Groucho and Woody seem to coincide, despite the fact that, while the former openly despises him, the latter, deep down, misses him. He would like to get married and be happy, but he ends up accepting that it is an affair that does not usually end well. Groucho ironically: “Marriage is a great institution. Of course, if you like living in an institution". And Woody laments: “My parents were together for forty years, but only to hate each other better.” And from marriage to divorce, of course. “Marriage is the main cause of divorce,” Groucho explains sarcastically, but also very logically, while Woody notes gracefully that “the only time Rifkin and his wife had a simultaneous orgasm was when the judge granted them the divorce".
If we talk (if they talk, I insist) about love and marriage, we also have to talk about sex. Of course. Especially if we remember that Groucho said that “why do they call it love when they mean sex?” Without a doubt, both Groucho and Woody have sex among one of their obsessions. "Do not thing wrong about me, lady. “My interest in you is purely sexual,” the former tells one of his many female victims. And to another who at a party complains about his insulting verbiage with “gentleman, you are abusing me,” he snaps: “Not yet, but wait until I take you out to the terrace.” For his part, Woody confesses: “The brain is my second favorite organ.” And also: “Is sex dirty? Only if it is done well?” Woody also talks about sex in this other very different quote, one of my favorites: “It's the time I've enjoyed the most without laughing.” Groucho begins this other sentence in a way that we could imagine similar, but things quickly go wrong: “I had a wonderful night, but it wasn't this one,” he tells his partner.
And so we arrive at the figure of the woman, a more than recurring motif in the dialectic of both. For Groucho, he is nothing more than a victim of her insults and sarcasm: “Remember that we are fighting for that woman's honor, which is probably more than she ever did.” Woody, on the contrary, despite colliding with them a thousand times, does not stop adoring them: “You are God's answer to Job. You would have settled any argument between them. God would have pointed out to you saying, 'You know, I do terrible things, but I can also do things like that.' Then Job would say, “Well, okay, you win.” A compliment to the woman that seems to me to be one of the most beautiful in the history of cinema.
We already talked (they talked, I repeat) about marriage and now we are talking about family. “I bet it wasn't until you were one year old that your father stopped throwing rocks at the stork,” says Groucho in one of his most devastating quotes. Woody, for his part, once again adopts the role of victim in this case: “My parents rarely hit me... In fact, I think they only hit me once in my entire childhood. "They started beating me on December 23, 1942 and finished doing it at the end of spring of '44." In any case, the two demystify parenthood.
And we ended up talking about something very different: politics and the army. Of the first, Groucho says: “Politics is the art of looking for problems, finding them, making a false diagnosis and then applying the wrong remedy.” Woody's opinion is no better: “We have become cretins because of the imbecility of our politicians.” Sometimes, both of them dare to be ironic by giving specific names: “I think the only hope for this country is for Nixon to be assassinated” (Groucho). By the way, because of this comment, made by the comedian to a journalist with a clear provocative intention, the FBI included Groucho in its vast catalog of famous people investigated for their alleged danger to the United States. For his part, Woody takes aim at a predecessor of Nixon: “I was dating a woman who worked for the Eisenhower Administration. It's ironic, because I intended to do to her what Eisenhower had done to the country the last eight years."
Regarding the army, the always nihilistic Groucho states: “Military justice is to justice what military music is to music,” while Woody leaves us a joke with which I feel especially identified: “For the Army they declared me very useless. “If there was a war, I would only serve as a hostage.” Only I would give it one more twist and say that they declared me so useless that I wouldn't even be a good hostage.
And we end up with television, that dumb box that until the emergence of social networks and smartphones almost exclusively had the patent of idiotizing the entire society. Groucho says: “I find television quite educational. When someone turns it on at home, I go to another room and read a good book.” And Woody: “In Beverly Hills they don't throw away trash, they turn it into television.”
Anyway, as you can see, Groucho and Woody frequently talk about the same thing and sometimes they even agree in their way of seeing things, although their point of view is usually different because the first is a jester and the second is a clown. But there is no doubt that they are two eminently quotable comedians. Let's enjoy, then, his quotes and, of course, his movies.
(This text has been translated into English by Google Translate)