A tal humor, tal honor: Reynaldo Miravalles, humorista escénico y audiovisual cubano

Pepe Pelayo
Creador y estudioso de la teoría y la aplicación del humor.
Reynaldo Miravalles

​Introducción

Desde muy jovencito me deslumbraba en la televisión un actor alto, flaco y con poco pelo. Aparecía en pantalla y me hipnotizaba, se robaba toda mi atención. Todo lo que hablaba y hacía era magnético, perfecto. Ese actor dramático era Reynaldo Miravalles.

También me sucedió cuando lo vi en cine.

Pero no lo seleccioné como actor de carácter para esta sección en humorsapiens.com, ni para posteriormente publicarlo en el libro que estoy armando con entrevistas a familiares cercanos de grandes humoristas cubanos si no, obviamente, lo seleccioné como el increíble comediante que también fue.

Es que cuando lo vi actuando en comedias me fascinó.

Y eso no ocurre a menudo, al contrario. Es muy excepcional que un gran intérprete que se destaca en la cuerda dramática, pueda ser un magnífico comediante también. Es más fácil encontrar un comediante que incursione con dignidad en el drama, que al revés.

Sin dudas, con la vis cómica se nace. Por lo tanto, si el actor dramático no nació con ella, no podrá hacer buena comedia jamás. Pero si no tiene un gran sentido del humor y no maneja los códigos de la comedia, el lenguaje del humor, tampoco el actor dramático -por muy buen actor que sea-, podrá dominar el arte de hacer reír.

En el plano personal y profesional no tuve el honor y la suerte de conocer a Miravalles, excepto una vez que me lo presentaron formalmente y de pasada. Una lástima, porque hubiera dado cualquier cosa por ser su amigo y compartir un escenario con él.

De todos los grandes artistas cubanos a los que les he rendido homenaje para este libro, creo que Miravalles es uno de los que más se merece estos reconocimientos. Para mí, se le debió haber otorgado el Premio Nacional de Cine y el Premio Nacional de Humorismo.

Por lo tanto, espero que para sus admiradores, sus amigos y sus familiares, en especial a su hijo, el empresario Reynaldo Miravalles Santos, “Nany”, que tan generosa y amablemente aceptó que lo entrevistara para conocer más y mejor la parte humana de este extraordinario actor, queden contentos con este humilde homenaje.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con su hijo Nany

 

Origen y personalidad

Reynaldo Agustín Miravalles de la Luz, nació en una familia humilde el día 22 de enero de 1923, en el Callejón del Chorro, Habana Vieja, en la capital cubana.

Hijo del español, Reynaldo Agustín Miravalles, trabajador del Puerto de La Habana y de la ama de casa Ernestina de la Luz.

No tenía cómo heredar su enorme talento artístico.

De joven poseía un pequeño Café, que junto a un socio creó para ganarse la vida.

Pero sucedió algo inesperado y mágico. Un amigo que trabajaba en la emisora Cadena Azul, lo invitó un día a visitar esa radio. Se cautivó. Fue como si descubriera algo que desconocía y que ahora sentía con intensidad, como un volcán en su interior. Y ese volcán erupcionó. Vendió su parte del Café y comenzó a trabajar gratis en la radio.

Así empezó su excepcional carrera en el arte.

PP: Nany, ¿cómo era tu padre? Háblame de su carácter, por ejemplo.

Nany: Mira, papi poseía un carácter muy fuerte. Típico jodedor cubano mezclado con español. Tenía mucha salidas graciosas, tenía chispa, era centro de fiestas entre los amigos, siempre sorprendía con un chiste nuevo. No, definitivamente no era seco ni gruñón. Eso sí, se daba mucho a respetar, aunque era una persona muy natural y muy gentil.

 

Reynaldo Miravalles

 

PP: ¿Qué tal era como padre, esposo, amigo?

Nany: Era muy esposo maravilloso, muy moral. Era un ejemplo de hombre. Mi mamá, Ernestina Santos Montero, lo adoraba. Y él a ella. Fíjate si amaba a mi madre que él decía siempre en tono de broma, que tenía la propiedad de mi mamá...

Debo señalar que en este momento a Nany se le quebró la voz de la emoción.

Reynaldo Miravalles

Miravalles con su esposa Ernestina

 

Nany: Vivía entregado a mi mamá, a mis hermanas y aunque él no era el padre biológico, en casa no habían diferencias.

Por ejemplo, yo de niño andaba en calzoncillos por la casa y me regañaba: “No puedes andar así delante de tus hermanas” y me daba por las nalgas con los dedos por la parte de las uñas, para que me picara. Ahora recordé otra anécdota con él: un día fumé marihuana en su auto y me pilló. Me agarró por la oreja y me dijo: “Estás castigado mañana” (para no fastidiar esa noche de fiesta). Y no te castigo por fumar eso, sino porque me tienes quemado los asientos del auto”.

Mis amigos me decían que hubieran querido tener un padre como el mío. ¿La verdad? No fue el “Padre de las Casas”, pero fue el mejor dentro de la mía.

Fue buen amigo también, honesto. Nunca hablaba mal de nadie. No tenía enemigos, por lo menos no conocí a ninguno. A nadie le caía mal. Su gran amigo fue Armando Bianchi, con él tenía mil anécdotas. También era muy amigo de Manolo Coego y de Alejandro Lugo.

Era un show en la calle, todos lo abrazaban. Ese nivel de humildad de mi padre era único y complementado con su talento extraordinario, hacía que la gente lo hiciera su ídolo.

PP: Pero cuéntame, ¿a qué otras cosas le dedicaba su tiempo libre?

Nany: Fue un gran jugador de ajedrez. Iba al Centro Capablanca a jugar. Y ganaba y perdía con los asistentes, que tenían gran nivel ajedrecístico. Mi padre era bueno. Allí se metía horas y horas. Recuerdo que una vez mi madre lo siguió pensando que le era infiel, porque llegaba tardísimo a la casa casi todos los días; pero cuando descubrió que la causa era por jugar tanto al ajedrez, lo regañó diciéndole que todo para él era trabajo y cuando no, pensar y pensar y estudiar en su vida, que se iba a enfermar.

PP: ¿Qué más?

 

Reynaldo Miravalles

 

Nany: Bueno, fue alumno de Vega, ese reconocido escultor cubano. Entonces sobre los años 80, hizo varias lámparas “art nouveau”. Le encantaba hacerlas. Tenía mucha paciencia y era muy detallista, perfeccionista. La primera que hizo me la regaló a mí, una se quedó allá en Cuba, otra se la regaló a Narciso, un gran amigo de él. Y otra se la vendió al ICRT. Recuerdo que al llegar a Miami, o cuando visitaba Tampa, por ejemplo, siempre preguntaba dónde había un derrumbe de iglesias para recolectar cristales a colores, o los compraba o le regalaban. Y con tremenda paciencia te digo, armaba sus diseños. Era impresionante. Siempre tenía los dedos cortados… Perdón, Pepe, acabo de ver pasar a dos palomas y se me ocurrió que podían ser mis padres. Hace pocos meses falleció mi madre, por lo que aún vivo el duelo. No está conmigo pero espero que esté con él…

PP: No te preocupes. Te entiendo. Oye, ¿hacía otras cosas además de jugar ajedrez y hacer lámparas?

Nany: Sí. Pintaba muchos jarras con flores. Escucha esta anécdota. Mi madre siempre le decía “Tú nunca me regalas flores, ni en fechas importantes”. Pero es que él no era ese tipo de hombre. Entonces un día le pintó dos cuadros de jarrones con flores, uno para la sala y otro para el comedor y le dijo: “Te regalo estas pinturas para que no jodas más con tus flores”. Nos reímos mucho.

 

Reynaldo Miravalles

 

¿Sabes? Él nunca le dio a mi madre un anillo de compromiso. Yo fui el que se los regalé a los dos en el año 1991, cuando los invité a Panamá. Te cuento que mi padre fue tremendo mujeriego, pero hasta que se casó con mi madre. Él se jactaba de su fidelidad. Era único.

PP: ¿Qué comida le gustaba?

Nany: Cualquiera. Estando en la mesa, mi madre ponía un bistec y era mitad para mi hermana y mitad para mí. Y cuando la comida estaba muy mala o muy corta, se levantaba y se iba a dormir.

Estando en Miami, comenzó a comprar libros de comida, si quería hacer comida china, entonces todo tenía que ser chino: los alimentos, la salsa, hasta el sartén, todo, todo. Era así de perfeccionista, te dije. Le gustaba cocinar para mucha gente. Se sentía como Nitza Villapol. Le dedicaba neuronas, energía y tiempo a la cocina, como si estuviera montando un personaje para su próxima película.

Te cuento algo para que veas cómo era de profesional, de obsesivo con su trabajo y su superación: una vez empezó a estudiar inglés y fue el mejor alumno. Pero después estudió ruso, porque se suponía era el futuro. Y también fue el mejor estudiante, con diploma y todo. Se divertía mucho porque estudiar para él era una diversión.

PP: Nany, te voy a preguntar algo para conocer mejor al hombre detrás del artista, pero si quieres no tienes que responder.

Nany: Pregunta lo que quieras, Pepe.

PP: Perfecto. Dime, ¿cuál fue su verdadera posición política-ideológica? Es que lo vimos de miliciano, haciendo personajes en series y películas muy oficialistas y de pronto viviendo en Miami. Cuéntame sobre eso.

Nany: Mira, comunista nunca fue. Pero al inicio creyó en la Revolución. Vio a Fidel y dijo ese es el hombre. Se hizo miliciano. Pero nunca perteneció a nada más. Por ejemplo, le proponían que fuera profesor en la Escuela de Cine, pero para eso tenía que militar en el partido y él se negaba.

En el año 60 mi tía le prometió que los sacaría y mis padres presentaron la salida, pero no pudieron salir. A partir de ahí para el gobierno no era una persona de confianza.

A medida que fui creciendo, le fui mostrando mis puntos de vista y tuvimos peleas. Y llegó el momento en que me fui de La Isla.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con su esposa, su hijo y su nieta

 

Con los años abrió los ojos y ya en Miami era evidente su decepción por aquel proceso y por cómo fue engañado.

Pero aún siendo simpatizante de Fidel, no dejó de ser justo y honesto. Te cuento esta historia que yo mismo me enteré no hace mucho, porque mis padres me la ocultaron por ser yo un disidente toda la vida.

Resulta que mi padre estuvo cinco años suspendido del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica) por un comentario que hizo frente al ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión). Un día salía de una grabación y vio a varios milicianos propinándoles tremenda golpiza y pateadura a Félix Guillermo por la Rampa. Siendo mi padre miliciano también, protestó, se puso rebelde y criticó al Gobierno que no hacía nada contra esa injusticia. “Por eso la gente se va de esta mierda”, gritó enojado. Y Papito Serguera, el director del ICRT en ese tiempo, lo llamó y lo sancionaron. Fue en los años 70.

PP: Cinco años suspendido, ¿y por qué no se fue en ese momento?

Nany: Porque creía en aquello todavía, como muchos, y se fue adaptando.

Te cuento otra anécdota. En el 1987 empiezo yo a tener problemas por hacer cosas ilegales con dólares. Recuerdo que una noche, cuando papi, celebraba porque acababa de terminar la película “La viuda de Montiel”, con Geraldine Chaplin, Kathy Jurado, y otras estrellas, me detienen a mí y me llevan preso a una unidad militar. Fue porque me escucharon decir en la calle: “Aquí no se puede andar con extranjeros”. Yo era menor de edad, tenía 16 años y así y todo me llevaron. Papi estaba en la fiesta en mi casa con actores mexicanos y franceses cuando le avisan. Entonces se apareció en la unidad militar y les dijo: “Mi casa está llena de extranjeros y yo pedí permiso, porque no se puede andar con extranjeros, así que lo que dijo mi hijo es verdad”.

Emigró a Miami en 1995. Estuvo 15 años sin que le permitieran regresar a Cuba.

 

Reynaldo Miravalles

 

PP: ¿Y cómo le fue en Miami?

Nany: Aquí los cubanos lo adoraban. Recibía constantemente muestras de cariño. Con decirte que hasta los hombres lo paraban y lo besaban. Era un ídolo total.

El problema que tuvo en Miami es que en una ocasión se estaba organizando un homenaje y querían ponerle su nombre a una calle, también querían instituir el día 15 de febrero como el Día de Reynaldo Miravalles y cuando estaba a punto de materializarse todo eso, Chijona lo llama para hacer una película en Cuba y con 89 años fue y la hizo. Pues el exilio intransigente de aquí no se lo perdonó. Pero a él nunca le importaron los premios, los homenajes. Para él era mucho más importante trabajar, sobre todo en cine y tener cuatro pesos en el bolsillo para mantener a su familia.

PP: Me imagino cómo habrá sido eso.

Nany: Pepe, te repito que a él no le importaba esas cosas. Claro, no dejaba pasar ninguna pesadez. Mira, recuerdo que en el 94 o 95, estaba en un Sedano (un supermercado de Miami) en el SW, y una persona lo saluda, “Hola, Miravalles, ¿cómo estás?”. “Bien”, le responde mi padre con una sonrisa. “Oye, ¿cuándo saliste de Cuba?”. “En el 94”, le contesta papi. Y el tipo le dice de pronto: “¡Coño, cómo te demoraste en venir!”. Y de inmediato mi padre le pregunta: “¿Y tú? ¿Cuándo saliste? Y el tipo le responde: “En el 80”. Y mi padre le suelta: “¡Coño, cómo te demoraste tú también!”. Y ahí hubo una fricción, un momento tenso, porque no aceptaba ni pesadeces ni groserías de nadie. Era muy serio y recto para eso. Pero te aseguro que fue feliz aquí, porque la mayoría de los cubanos le demostraban su afecto y admiración.

Reynaldo Miravalles falleció en La Habana el 31 de octubre del año 2016, por problemas respiratorios. Trasladaron su cuerpo a Miami y lo cremaron allí.

 

Reynaldo Miravalles

 

PP: Oye, Nany. Tengo la impresión de que si el funeral hubiera sido en La Habana, hubiese sido, si no el más, uno de los más grandes en la Historia de Cuba. Creo que se hubiera lanzado el pueblo cubano a la calle a despedirlo.

Nany: Sí, muy probable. Pero él hasta se pagó la cremación desde que llegó a Miami. Lo que hicimos fue todo tal y como él quiso y dispuso.

 

Cine

Su primer trabajo importante lo hizo en teatro, con la famosa obra “Santa Camila de la Habana Vieja”.

 

Reynaldo Miravalles

 

En un par de ocasiones incursionó como locutor, animador, pero no le gustó. No se sentía cómodo y no quiso hacerlo más. Sabía que lo suyo era la actuación.

Nunca recibió críticas malas en toda su carrera. Al contrario. Fue reconocido como el mejor actor cubano de todos los tiempos.

PP: ¿En cuál medio le gustaba más actuar?

Nany: En el cine. Decía que la televisión era importante, porque entraba sin permiso en la casa de la gente. También le gustaba mucho el teatro y la radio. Pero su medio favorito era el cine.

Memorizaba mucho, se conocía los diálogos de la escena anterior, la que grababa y la próxima. A veces no me dejaba dormir porque montaba los personajes y estudiaba los diálogos, desde las 12 am hasta las 7 am y al otro día iba a trabajar.

Debutó en el cine en la película “Papeles son papeles” de Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y recibió muy buenas críticas por ella. Hasta de un conocido cineasta italiano.

Después actuó en “Las doce sillas” y esa fue su consagración en el cine.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea

 

Pero lo más increíble fue cuando interpretó aquel personaje de Cheíto León en la película “El hombre de Maisinicú”, donde te cuento que no le pagaron ni un centavo.

Debo agregar que la película dura una hora y cuarenta y cinco minutos y el personaje secundario de Miravalles aparece después de una hora y veinticinco y se roba la película.

Nany: Hasta hoy miles de cubanos se saben parte del diálogo de su personaje: “Alberto Delgado, cará… ¡Tú estás cogido! ¡Tú eres comunista o trabajas para los comunistas…!”.

Cuando se lo decían a mi padre, él reía a carcajada por lo increíble.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con Sergio Corrieri

 

Por muchos años iban a Cuba productoras Latinoamericanas, francesas, etc., a buscar talentos, lo mismo técnicos que actores y les presentaban las películas. Siempre pedían a Miravalles. “Yo quiero aquel actor a pesar de ser calvo y feo”, decían.

Una vez, en un Festival de Cine, el director chileno Miguel Littín le dijo: “Te he pedido para varias películas y me dicen que no estás disponible”. “¿Cómo que no estoy disponible si no tengo trabajo?, contestó Miravalles y fue enseguida a protestarle a Papito Serguera, el mandamás del ICRT. Y por ahí empezaron a aceptar las solicitudes y por ello pudo viajar a trabajar en coproducciones en México, Alemania, Sudáfrica, etc..

Nany: Recuerdo que en el ICAIC le pusieron a mi papá el mote “Toma Uno”, porque todo salía con él en la primera grabación, en la primera toma. Me acuerdo también que decía: “Coño, si soy “Toma Uno” significa que se ahorran dinero en cintas, en cables, en tiempo, mano de obra, etc., ¿entonces por qué no me pagan más? Y era correcto el apodo, desde niño me acostumbré a verlo actuar en una primera escena y a los directores decir: “Queda” y el staff a aplaudir.

PP: ¿Puedes contarme anécdotas de algunas películas?

Nany: Claro. Mira, en “Los pájaros tirándole a la escopeta” de Rolando Díaz, el hacía de chofer de guagua (bus urbano) y querían hacerlo todo con close up y que se vieran extras como público, pero mi padre dijo que no, que quería manejar la guagua con público de verdad. Y así lo hizo. Manejó por dos o tres paradas con la guagua repleta de pasajeros reales.

Hay una escena donde está enojado y el público protestando, el camarógrafo no podía moverse. En fin, el caos. Entonces improvisó y gritó: “¡Confronta!” y pasó una parada sin detenerse. Todos muertos de risa.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con Consuelito Vidal

 

Esa fue la película más popular que hizo, aunque el personaje de Cheito León en “El hombre de Maisinicú” fue el más memorable, el más impactante.

PP: ¿Otra anécdota?

Nany: Bueno, en la película “De tal Pedro tal astilla” se metió dentro del personaje por tres meses filmando en Camagüey. Yo estaba con él. Recuerdo que mi padre trabajaba con el verdadero Pedro "cero por ciento", al que le decían así porque nunca se le había muerto un ternero en el parto. Y mi padre quiso aprender a partear una vaca y Pedro renuente para que no peligrara su récord. Pero papi aprendió, a pesar de lo difícil que es partear. Y en la película sale la escena completa hecha por mi padre como si se hubiera dedicado a eso toda la vida.

 

Reynaldo Miravalles

 

PP: ¿Otra anécdota? Disculpa, es que las disfruto…

Nany: Te contaré entonces que cuando hizo “El rancheador” de Sergio Giral, le pagaban muy poco. Ahí aprendió a montar a caballo como un vaquero. Por ello se pudo enterar de que al dueño de los caballos (que era chileno) le pagaban 100 pesos por cada animal que usaban. Y también en una escena donde besaba y le manosea los senos a una morena, que era una extra, se enteró de que a ella le pagaban 100 pesos por lo que hacía. Me acuerdo que discutiendo su mal salario con el productor Camilo Vives, dijo a viva voz: “Para la próxima película vengo de puta o de caballo”.

PP: Ja, ja… Oye, sé que hizo películas en inglés. Cuéntame sobre eso.

 

Reynaldo Miravalles

 

Nany: Sí, empezó hacer cine americano en inglés, claro está. Hizo una con el actor Harvey Keitel. Ahí interpreta a un oficial retirado de la CIA. Mira, en el casting buscaron un actor que hablara inglés y Alexis Valdés, en Cuba, les dijo que lo que buscaban estaba en Miami y se llamaba Reynaldo Miravalles. En el primer casting lució fatal. Lo esperaron y él aprendió el acento. Se presentó de nuevo y quedaron asombrados. Lo contrataron y muy bien. Lo trataron como rey. Recuerdo que las críticas que salieron en Canadá y España (yo las tengo guardadas) decían: “Un actor reconocido con años para regalar, que agarra las escenas como un yoyo para arriba y para abajo, haciéndose el dueño de la pantalla y opacando al resto de elenco”. ¡Y en una lengua que no era la suya, Pepe!

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con Harvey Keitel

 

PP: ¿Fue un artista muy premiado, ¿no es cierto?

Nany: Sí, sin dudas. Ganó premios en Festivales Internacionales de Cine, en Venecia, en España. En Cuba le dieron un premio Coral, más los Girasoles de Opina, incluyendo el de Cristal y varios más.

Pero el premio que más valoraba era el del público. Nunca fue alardoso. Siempre se tomó todo eso con modestia y humildad.

No valoraba las estatuillas. Sí, las disfrutaba en el momento, pero después las olvidaba. Yo tenía que estar guardándolas.

 

Televisión

Nany: En la TV, yo era muy niño cuando “Los Comandos del silencio”, pero supe la anécdota siguiente: a un extra le dispararon y cae. Pero al tipo le queda ardiendo el pecho y se mueve. Y mi padre lo ve y grita en plena filmación: “¡Coño, mira, resucitó!”. Y tuvieron que cortar e ir a descanso, porque no paraban de reír.

PP: ¿Cuáles programas televisivos le gustaba más hacer?

Nany: Todos. Aunque nunca le gustó hacer “Aventuras”, creo que lo veía muy comercial. Pero cuando Eduardo Macías empezó a realizar producciones de mayor calidad, en exteriores, etc., se entusiasmó. Macías le propuso el personaje Carmona, como “El Rancheador”. Fue en la Aventura “Hermanos” y fue un palo, la gente también le repetía los diálogos en la calle, como “En silencio tenía que ser” y “El hombre de Maisinicú”. Todo sus éxitos eran fruto de mucha disciplina, mucho estudio y su tremenda memoria, además de su talento natural.

 

Reynaldo Miravalles

 

También hizo “Si no fuera por mamá”, con Erwin Fernández y Martha del Río. Después “Entre vecinos”, donde yo hice de hijo de él, con Asenneh Rodríguez. Y yo le decía siempre: “¿Cómo voy, papá?”, parodiando la frase famosa de Fidel: “¿Voy bien, Camilo?” y él se reía.

 

Humor

Nany: Su personaje más famoso en TV fue Melesio Capote, con él grabó la teleserie “La Peña del León”, de Mayté Vera. Otro éxito, pero aún no conocíamos la repercusión en toda su magnitud.

Fue después de grabar una película, no recuerdo si en Venezuela o México, que el aeropuerto al regresar, la gente comenzó a gritarle ¡Melesio Capote! Fue tan impactante que quiso seguir dándole vida a ese personaje. Me emociono, al recordar, disculpa… Recuerdo que llegando a la cuadra de su casa pasó lo mismo. Y en toda la Isla. Ya no era Reynaldo, era Melesio. Le cambiaron el nombre para siempre.

 

Reynaldo Miravalles

 

Fue trabajando el acento del campesino pinareño, bien nasal, para no parecerse a un guajiro falso como hacían otros. Decía que imitaba a su abuelo con ese acento.

En la teleserie “La Peña del León”, la que hizo de esposa de Melesio fue María de los Ángeles Santana. Después fue que entró Eloísa Álvarez Guedes. A veces la gente me decía: “Vi a tu madre en la TV”. Y yo les tenía que explicar que Eloísa no era mi madre.

Era tanta la repercusión en el pueblo del personaje de Melesio Capote, que papi convenció a Eloísa -que no quería viajar-, y llamó también a Idelfonso Tamayo, armando un sketch para girar por toda Cuba. Y lo hicieron.

Yo fui con ellos. Me acuerdo que a papi no le gustaba que lo anunciaran para salir a escena. Entraba solo y la gente lo ovacionaba e iba subiendo el nivel de risa. Y él sin hablar. Pero todo daba risa: el vestuario, su forma de caminar, los gestos. Se quitaba el sombrero, miraba el público como diciendo: “¿qué hace tanta gente aquí?” y era impresionante la reacción del público. Me vuelvo a emocionar, Pepe… te repito, yo viví esas giras, fui testigo de lo que provocaba mi padre.

Oye, en un estadio habían 5, 000 personas, pero en otros 10,000 y hasta 50,000. Lo abrazaban, le daban a cargar los niños, le besaban la mano…

Siempre en la historia del humor cubano han existido esos humoristas fuera de serie, tremendamente populares. Lamentablemente no han sido tantos como quisiéramos.

Nany: Mira, en esa época el personaje Bernabé de Enrique Arredondo era el más popular en Cuba (después de Tres Patines, le siguió Arredondo). Por eso lo de mi padre fue extraordinario. Empezó a coger los premios Girasoles de la Revista Opina (los premios de popularidad), como mejor actor dramático y humorístico a la vez. Eso fue algo novedoso también.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles y Enrique Arredondo

 

PP: Tu padre trabajó en “La Tremenda Corte”, ¿no?

Nany: Sí, incluso él atesoraba (yo los atesoro ahora), los libretos de “La Tremenda Corte” y estaba orgulloso de haber trabajado con esos grandes del humor. Te cuento una anécdota: en el programa “Mikimbín” de la TV de Miami, él empezó a hacer el personaje Melesio, pero se quejaba mucho porque no le gustaban los libretos. Entonces alguien del programa le dijo: “Pero, Miravalles, no pueden salir todo los libretos buenos”. Y mi padre le respondió: “¡Todos los libretos tienen que ser buenos¡”. Eso se lo escuchó a Leopoldo Fernández y él tomó como suya esa máxima. Todos los libretos de “La Tremenda Corte” eran buenos.

 

Reynaldo Miravalles

Libreto original de "La Tremenda Corte". 

 

Siempre ha sido un error de muchos en este mundo del humor, aceptar que pueden haber libretos malos. Pueden existir unos mas cómicos que otros, por supuesto, pero malos no es posible que existan y menos que lo aprueben para actuarlos. Sería como justificar a un comediante porque actuó mal, o se le fue el personaje, o se le olvidó un parlamento, etc. y decir: “no siempre todas las actuaciones tienen que ser buenas”. Escudarse en esa justificación es faltarle el respeto al arte, al humor y sobre todo al público. Pero eso no solo sucedió en la TV de Miami en esa época, ocurre en todas las épocas y en todos los países que conozco. Por ejemplo, en Chile, he vivido eso mismo y hasta un actor cómico me dijo, siendo yo director de humor del Área de Entretención de Televisión Nacional, que no necesitaba guión, porque su personaje eran tan fuerte y tan popular que solo improvisando un rato, explotando lo que le gusta a la gente del personaje, podía mantenerlo mucho tiempo. Le expliqué que eso era un disparate total, pero no me hizo caso. Al poco tiempo su riquísimo personaje se fue agotando y dejó de ser popular demasiado pronto. Estoy seguro que eso lo sabía Miravalles, porque aunque sea un genio el actor cómico, necesita guiones buenos para mantenerse en el tiempo. Bueno, esa es una de las diferencias que separan a los grandes humoristas como Miravalles, del resto.

PP: Nany, a Melesio Capote lo recuerdo también triunfando en el clásico programa radial “Alegrías de sobremesa”.

Nany: Claro que sí. Como Melesio era tan popular, Alberto Luberta, el creador de “Alegrías de sobremesa”, era muy inteligente, con gran chispa y enseguida lo incorporó al elenco. Fue una bomba. Yo iba al estudio de grabación y te digo que el programa tenía mucho rating, pero no iba tanta gente al estudio a ver en vivo cómo se grababa. Pero cuando mi padre entró, se armaban filas larguísimas para verlo. Era la atracción del momento.

Luberta lo apreciaba y valoraba mucho. Mi padre a veces aportaba con algo al libreto, se lo proponía a Luberta y siempre éste lo aprobaba.

¿Sabes, Pepe? A mi padre nunca le gustó improvisar. Él estudiaba mucho, no era su estilo improvisar, pero a veces se le ocurría algo e improvisaba, pero breve, insisto, y siempre lo aprobaban. Y si se le ocurría antes de grabar lo consultaba, porque era muy respetuoso.

 

Reynaldo Miravalles

Miravalles con Rosira Fornés, Ramón Veloz, Niola Montes y Lupe Suárez.

 

Esa es otra característica de los genios del humor. Un comediante tiene que saber si tiene talento o no para improvisar. Si lo practica y ve que le da resultados, claro que debe explotar esa habilidad. Pero con mucho cuidado. Sabemos de muchos humoristas que con mucha o poca capacidad para improvisar, se lanzan a sacarle el jugo a eso y se pierden. Porque para improvisar hay que tener medida, tacto. Hay que tener un sentido extra para salirse y volver enseguida al guión. No se trata, como hacen los mediocres, de usar ese recurso todo el tiempo. Nadie, por muy bueno que sea improvisando, puede mantenerse mucho tempo haciéndolo a un alto nivel. Por eso escucho esa cualidad de Miravalles y más lo admiro. Sabía que no era lo suyo y se contenía y cuando surgía algo, con respeto se lo proponía al director antes de grabar. Eso hacen los verdaderos profesionales.

PP: ¿Cómo era el tipo de humor que le gustaba a Miravalles?

Nany: El humor natural, el que salía sin pujarlo. Le molestaba la grosería, la vulgaridad. No soportaba ese humor. Incluso, aún encontrando gracioso un chiste grosero, lo adaptaba, le quitaba lo vulgar y lo probaba conmigo antes de hacerlo público.

Ya he señalado aquí, en otros homenajes a grandes del humor, que coinciden estos genios a la hora de rechazar ese humor grosero y vulgar.

PP: ¿A quiénes admiraba Miravalles en el mundo humorístico?

Nany: A Leopoldo Fernández. Para él era un genio. A Chaplin. Admiraba a Alexis Valdés. Un día le dijo a su padre Leonel Valdés: “El chama tiene mendó (talento en este caso)”. Fue muy amigo de Álvarez Guedes, se reía mucho con él.

Entre los humoristas, tuvo dos grandes amigos: José Antonio Rivero y Wilfredo Fernández.

PP: Sin dudas, Miravalles no sólo era calidad, era también cantidad, porque estuvo trabajando hasta el final, ¿no es cierto?

 

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Nany: Sí, siguió creando y estudiando hasta el final. Las últimas películas las hizo aquí: ”La casa vacía” y “Esther en alguna parte”. Le costaba ya memorizar pero lo logró.

PP: Para ir cerrando, amigo Nany, ¿cómo te gustaría que recordaran a tu padre?

Nany: Me gustaría que lo recordaran como lo recuerdas tú.

Por el respeto que te he tomado, me da una alegría inmensa que tengas en cuenta la memoria de mi padre y reconozcas su obra.

PP: Gracias a ti, por el enorme esfuerzo de dedicarme tu tiempo y atención.

Ojalá, repito, que hayas sentido la sinceridad de este humilde homenaje a tu padre, ese extraordinario artista que tengo en el Olimpo del humor cubano.

 

Reynaldo Miravalles

 

Estoy seguro que en el lugar que esté (si eso es posible), estará de guayabera y quitándose el sombrero para decir con voz nasal: “¡Esta es mi gente, cará!”, provocándole la risa a todos.

A tal humor, tal honor.

Copyright © Pepe Pelayo. Publicado en Humor Sapiens con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.