
Practicar la autocrítica es una señal muy positiva. Un estudio de la Universidad de Granada, publicado en la revista Personality and Individual Differences, revela que la capacidad de reírse de uno mismo es un indicativo de bienestar psicológico.
De hecho, "la autocrítica revela una buena autoestima", confirma la psicóloga Marie-France Patti. Es una señal de que uno se acepta tal como es. Además, es una forma de comprender mejor nuestra propia situación.
Ser capaz de reírse de uno mismo demuestra que se ha dejado atrás la imagen idealizada que los padres tenían de uno. Una proyección inalcanzable. De hecho, es a menudo a través de la autocrítica que los humoristas abordan sus dificultades y defectos, y los representan en escena. La autocrítica también es interesante desde el punto de vista de la sociabilidad: genera simpatía. Esta forma de humor se considera una expresión de humildad y también de una cierta lucidez hacia uno mismo. "Es la forma de humor más valorada por la sociedad", según Marie Anaut, psicóloga y autora de 'El humor entre la risa y las lágrimas, traumas y resiliencia'.
Nuestro sentido del humor, profundamente personal, revela nuestra personalidad y nuestra manera de ver la vida. Es una especie de lenguaje que compartimos con algunos, pero no con todos. Por ejemplo, los más intelectuales disfrutan de los juegos de palabras o del humor "inglés", que coquetea con los límites de la lógica y lleva los razonamientos hasta el absurdo. Otros, que han conservado su espíritu infantil, se deleitan con el "humor de situación", mucho más visual (caídas, malentendidos, muecas...).
Según una reciente encuesta de OnePoll para Babbel, los jóvenes de 18 a 29 años se sienten más atraídos por el humor de situación y de observación, mientras que sus mayores (de 41 a 50 años) prefieren el humor negro. Este último es un indicativo de un alto coeficiente intelectual, según los investigadores de la Universidad de Medicina de Viena.
(Fuente: cadenaser.com).
"Crear, pensar y vivir con humor".