Los chistes que desde hace más de dos años ruedan entres los usuarios de WhatsApp tienen un rostro. Irama Medina de Ramis, mejor conocida como La Maracucha, es la mujer que, sin buscarlo y sin pensarlo, cautivó a quienes escucharon su voz y su particular manera de hacer humor.
La aparición de su primer video fue el domingo 25 de marzo de 2018 y causó tal revuelo en las redes sociales que, siete días después, la cuenta @irama.m pasó de unos cientos de seguidores a 18 mil. Hoy, casi un año después su cuenta se llama @iramariete y tiene más 139 mil fanáticos.
¿La razón? Pues la necesidad imperiosa de sus fanáticos de ponerle un rostro a “la felicidad en pasta”, poder interactuar con ella, hacer comentarios, sugerencias y agradecerle tanta risa junta. El sueño se hizo realidad.
Hubo quienes apostaron a que era una señora gordita. “Seguro que es maestra”, “debe ser una jodedora”, “A esa le debe gustar beber que jode”, “Te apuesto a que es gaitera y trasnochadora”, fueron algunos de los comentarios que se tejieron, mientras se escuchaban sus chistes en reuniones y fiestas.
Irama Medina de Ramis es maracucha de pura cepa. Desde hace 15 años está radicada en Estados Unidos, pero su jocosidad, humor y acento permanecen inmutables. Escucharla reír al otro lado de la línea telefónica es “una fe de vida”, de que se trata realmente de “la señora de los chistes”.
¿Cómo surgió el primer audio?
Mi esposo, mi hijo y yo tenemos 15 años viviendo en Estados Unidos. Mi hijo tiene un grupo de WhatsApp donde están todos sus amigos del colegio en Maracaibo, además de familiares que están en otras partes del mundo. Un día se pusieron a contar chistes por mensaje de voz y todos se burlaron de mi hijo porque no sabía contarlos, entonces él me dijo “mamá, graba uno tu para enviárselo, para que vean como se cuenta un chiste”.
Buscamos un relato, lo grabé y él lo envió. Todos sus amigos comenzaron a pedir más, muertos de risa, y de inmediato el audio corrió por todos lados. Tanto así que una hora después me escribió una sobrina que está en Australia para decirme: “tía, estoy en una fiesta, acaban de poner un chiste y lo cuenta una señora que habla igualito a ti…”, yo le pregunte “y de qué trata”, y ella me contó “de un carajito maracucho que le pide agua a la mamá”. Era yo.
Eso hace como dos años. Desde ese momento, la gente que me conoce empezó a pedirme “envíame un chiste que cumplo años”, “gorda, dedícame un chistecito”, y yo los grababa y se los enviaba por mensaje de voz. Ellos se lo pasaban a sus amigos, y se fueron regando. (Fuente: elnacional.com).
Desde aquí les enviamos nuestras buenas vibras a sus familiares y colegas.
"Crear, pensar y vivir con humor".