
Releo una información de prensa de febrero de 2024 que dice que biólogos cognitivos y primatólogos de la Universidad de California en Los Ángeles (EEUU), el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (Alemania), la Universidad de Indiana (EEUU) y la Universidad de California en San Diego (EEUU) han documentado burlas juguetonas en las cuatro especies de grandes simios: orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas.
Según la noticia, al igual que el comportamiento bromista en los humanos, las burlas de los simios son provocativas, persistentes e incluyen elementos de sorpresa y juego. De acuerdo con la información, los grandes simios son excelentes candidatos para las burlas lúdicas, ya que están estrechamente relacionados con nosotros, participan en juegos sociales, se ríen y muestran una comprensión relativamente sofisticada de las expectativas de los demás.
Los investigadores descubrieron que los orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas participaban en comportamientos intencionalmente provocativos, frecuentemente acompañados de características de juego, e identificaron 18 comportamientos de burla distintos.
Aunque las burlas lúdicas adoptaban muchas formas, los autores señalan que se diferenciaban del juego en varios aspectos: “Las burlas lúdicas en los grandes simios son unilaterales, en gran medida provienen del provocador a lo largo de toda la interacción y rara vez son recíprocas”.
Este nuevo estudio es el primero en analizar sistemáticamente las burlas juguetonas y concluye que, desde una perspectiva evolutiva, su presencia en los cuatro grandes simios y sus similitudes con las burlas y bromas juguetonas en los bebés humanos sugiere que las burlas juguetonas y sus prerrequisitos cognitivos pueden haber estado presentes en nuestro último ancestro común, al menos hace 13 millones de años.
Por lo tanto, aunque no podamos decir que el hombre viene del mono (algunos creen que más bien desciende de él, en el sentido de menguar, por la involución –en vez de evolución– que perciben en nuestra especie), porque la realidad es que los humanos y los simios actuales compartimos un ancestro común que vivió hace millones de años, a partir del cual evolucionaron ramas distintas, dando lugar tanto a los humanos (Homo sapiens) como a los orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas, tal vez sí que el hombre bromista viene del simio bromista.
Si, como sugiere el estudio, las burlas juguetonas y sus prerrequisitos cognitivos pueden haber estado presentes en nuestro último ancestro común, al menos hace 13 millones de años, la historia del humor –por lo menos del burlón– es más antigua que Matusalén. Mucho más. Según el “Génesis”, Matusalén, abuelo de Noé, vivió 669 años, pero aquí estamos hablando de 13 millones.
Lo que está claro es que el hombre ha tenido tiempo de sobra para perfeccionar sus bromas, así que gozamos de todo el derecho de pedir a los bromistas de turno de hoy en día que sus chanzas y burlas sean de buen gusto e ingenio probado, por lo menos tanto como eran las de nuestro último ancestro común con los grandes simios (si es que lo eran).
A lo largo de estos 13 millones de años, el humor burlón ha tenido que evolucionar a la fuerza. Sin necesidad de retrotraernos tanto, los romanos no se reían de lo mismo que nosotros, ¿o tal vez sí? Alianza Editorial publicó en 2022 un estudio de la historiadora Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge y sin duda la divulgadora del mundo romano más conocida del mundo, titulado “La risa en la Antigua Roma. Sobre contar chistes, hacer cosquillas y reírse a carcajadas”, que nos puede ayudar a encontrar una respuesta al respecto. Reconozco que aún no he leído el libro. Los críticos dicen que no es de lectura fácil. Por lo visto, tardaron en verterlo al español porque no era sencillo traducir el humor de los romanos a través del inglés, idioma al que la autora lo tradujo en primer lugar.
En el libro, Mary Beard desvela que el primer libro de chistes de la historia es el llamado “Philogelos”, que se puede traducir como “el amante de la risa” y que es una antología de 265 chistes romanos reunidos en un manuscrito del siglo IV o V, en la etapa final del imperio de Occidente. Curiosamente, está escrito en griego. Según la historiadora, Roma y el “Philogelos” suponen el nacimiento del chiste tal y como lo entendemos hoy en día. De hecho, algunas de las ocurrencias de este libro pueden “deslizarse fácilmente en las convenciones cómicas de nuestra era”. Así, algunos de los chistes del libro nos resultan hoy incomprensibles, pero otros siguen pareciéndonos graciosos, como el de un tipo que va al peluquero y cuando este le pregunta cómo quiere que le corte el pelo, le responde: “En silencio”. Por Mary Beard sabemos además que los romanos también tenían sus tabúes para el humor. Por ejemplo, consideraban gracioso reírse de los calvos –y de los esclavos–, pero no de los ciegos. Cosas veredes (menos los ciegos).
En fin, que la historia de la humanidad es muy larga, desde que el mono bromista dio paso al hombre bromista, y el humor ha dado mucho de sí, cambiando en buena parte a lo largo del tiempo y permaneciendo similar en otra.
Pero yo les digo una cosa: si las bromas burlonas de los grandes simios son mejores que las nuestras (y, sobre todo, menos pesadas), yo me voy a vivir a la selva.



Joking Apes and Romans
By Félix Caballero
I’m re-reading a news article from February 2024 reporting that cognitive biologists and primatologists from UCLA (California, USA), the Max Planck Institute of Animal Behavior (Germany), Indiana University (USA), and UC San Diego (USA) have documented playful teasing in all four species of great apes: orangutans, chimpanzees, bonobos, and gorillas.
According to the article, just like joking behavior in humans, ape teasing is provocative, persistent, and includes elements of surprise and play. The study found that great apes are excellent candidates for playful teasing, being closely related to us, engaging in social play, laughing, and showing a relatively sophisticated grasp of others’ expectations.
Researchers discovered that orangutans, chimpanzees, bonobos, and gorillas engage in deliberately provocative behaviors, often with playful characteristics, and identified 18 distinct teasing behaviors.
Although playful teasing took many forms, the authors note that it differs from play in several ways: “Playful teasing in great apes is unilateral, largely coming from the teaser, and is rarely reciprocal.”
This new study is the first to systematically analyze playful teasing, and concludes from an evolutionary perspective that its presence in all four great ape species—and its similarities to playful teasing and joking in human infants—suggests that playful teasing and its cognitive prerequisites may have been present in our last common ancestor, at least 13 million years ago.
Therefore, while we can’t say that humans “come from monkeys” (some believe we actually descend from them, in the sense of diminishing, due to the “devolution” they perceive in our species), the reality is that humans and present-day apes share a common ancestor that lived millions of years ago, from which different branches evolved, leading to both humans (Homo sapiens) and orangutans, chimpanzees, bonobos, and gorillas. So perhaps the “prankster human” does come from the “prankster ape.”
If, as the study suggests, playful teasing and its cognitive prerequisites have been present in our last common ancestor for at least 13 million years, then the history of humor—at least the teasing kind—is far older than Methuselah. Much older. According to Genesis, Methuselah, Noah’s grandfather, lived 669 years, but here we’re talking about 13 million.
What’s clear is that humanity has had plenty of time to perfect its jokes, so we’re well within our rights to ask today’s jokesters that their jests and teases be in good taste and demonstrably clever, at least as much as those of our last common ancestor with the great apes (if they were).
Over these 13 million years, teasing humor has had to evolve forcibly. Without going back that far, the Romans didn’t laugh at the same things we do—or maybe they did? In 2022, Alianza Editorial published a study by historian Mary Beard, professor at Cambridge and undoubtedly the world’s best-known Roman specialist, titled "Laughter in Ancient Rome. On Telling Jokes, Tickling, and Laughing Out Loud," which may help us answer that question. I confess I haven’t read the book yet. Critics say it’s not an easy read. Apparently, it took a while to bring it into Spanish because translating Roman humor from English (Mary Beard first translated it herself) was not simple.
In her book, Mary Beard reveals that the first joke book in history was called “Philogelos,” which can be translated as “the lover of laughter,” and is an anthology of 265 Roman jokes collected in a manuscript from the 4th or 5th century, at the end of the Western Empire. Interestingly, it’s written in Greek. According to Beard, Rome and the “Philogelos” represent the birth of the joke as we understand it today. In fact, some of the witticisms in this book could “easily slip into the conventions of our era’s comedy.” Some of the jokes are now incomprehensible, but others still seem funny—like the one about a man who goes to the barber, and when asked how he wants his hair cut, he replies, “In silence.” Mary Beard also teaches us that the Romans had their own humor taboos. For example, it was considered funny to laugh at bald men—and slaves—but not at blind people. Some things never change (except for the blind).
In short, the history of humanity is long, from the prankster ape to the prankster human, and humor has produced much, changing considerably over time yet remaining similar in other ways.
But I’ll say this: if the great apes’ teasing jokes are better (and especially less heavy-handed) than ours, I’m moving to the jungle.
(This text has been translated into English by Chat GPT)