
El calendario mundial marca el 1 de julio como una jornada dedicada al humor. El Día Internacional del Chiste no nació por decreto oficial ni detrás de un salón solemne, sino como un reconocimiento espontáneo a esa chispa que hace más llevaderos los días.
Reír no solo alivia el estrés, sino que conecta, aligera y une. Esta fecha busca rendir tributo a la capacidad humana de encontrar alegría incluso en la rutina. Aunque no figura en la lista de celebraciones institucionales, ha sido acogida por redes, comunidades y medios como un recordatorio de que reír, a veces, es tan necesario como respirar.
No existe un acta fundacional ni un nombre propio que reclame la autoría del Día Internacional del Chiste. A diferencia de otras efemérides nacidas de acuerdos diplomáticos o resoluciones oficiales, esta se gestó desde lo popular.
Algunos portales de efemérides coinciden en que su aparición data de principios de la década del 2000, cuando páginas especializadas en fechas curiosas comenzaron a difundir el 1 de julio como la jornada elegida para rendir homenaje al arte de hacer reír.
¿Y por qué esa fecha? No hay un acontecimiento histórico exacto que la respalde. Lo que sí hay es una necesidad compartida por millones: usar el humor como mecanismo de defensa frente al agobio.
Por eso, más allá de su falta de origen “institucional”, cada año la efeméride gana terreno en redes sociales, programas de televisión y espacios digitales que invitan a compartir chistes, memes o historias graciosas sin culpa.
Reír no siempre fue bien visto. Durante siglos, el humor fue asociado al ocio, al desorden o incluso a lo vulgar. Sin embargo, con el paso del tiempo, se convirtió en una herramienta social poderosa. Un buen chiste puede derribar muros, suavizar tensiones e incluso cuestionar estructuras. En épocas de crisis, ha funcionado como válvula de escape colectiva. En regímenes autoritarios, ha sido símbolo de resistencia.
El chiste, entendido como una unidad breve de ingenio, permite condensar observación, crítica y empatía en apenas unas líneas. Su brevedad es parte de su eficacia. En tiempos digitales, esa forma mutó en memes, frases virales o audios reenviados miles de veces. Aunque cambien los formatos, la esencia sigue intacta: provocar una carcajada y, en muchos casos, también una reflexión. (Fuente: infobae.com).
"Crear, pensar y vivir con humor".