Xaquín Marín (1943) es uno de los humoristas gráficos gallegos más universales. Y cuando digo gallegos no quiero decir españoles en general (sé que estoy escribiendo en un medio latinoamericano), sino específicamente gallegos, naturales de Galicia, esa región del noroeste de España que ya antes había dado otros genios del dibujo de humor que trascendieron fronteras y continentes como José María Cao (1862-1918, el padre de la caricatura política argentina), Juan Carlos Alonso (1886-1945, el humorista gráfico más famoso de toda Sudamérica en su tiempo) o, por supuesto, Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (1886-1950, el creador del moderno humor gráfico gallego.
Xaquín Marín es un dibujante universal por haber colaborado en periódicos internacionales como los franceses “Le Telegramme”, y “Ouest-France”, el portugués “Trevim” o el mexicano “Norte”, y por haber participado en numerosos certámenes de humor gráfico a lo largo de todo el mundo, ganando en 1987 uno de los más importantes, el de Gabrovo (Bulgaria). Pero además ha sido jurado en algunos de ellos, como el PortoCartoon World Festival de Oporto (Portugal); el Salón Internacional de Humor de Piracicaba, en São Paulo (Brasil); y el World Press Cartoon de Lisboa. También porque tiene obra en unos 20 museos de humor de más de una decena de países de tres continentes, además de haber creado en 1984 el primero y mejor de la península ibérica, el de Fene, la localidad gallega donde ha vivido toda su vida. Pero sobre todo es un humorista gráfico universal porque su obra ha tenido el valor y el acierto de abrirse a la auténtica universalidad desde lo local, afirmando la propia identidad.
Un niño filósofo
Xaquín Marín es el padre de Gaspariño, un personaje de cómic publicado como tira a partir de diciembre de 1974 en el diario “El Ideal Gallego” de la ciudad de La Coruña. Gaspariño es un niño aldeano, con los pies desnudos, una boina de hombre, pantalones cortos, un tirachinas en el bolsillo y, bajo la boina, un cerebro también de hombre cabal que no deja de reflexionar. Un niño hondamente preocupado por su tierra, por sus gentes, por todo, como lo es en la realidad su padre artístico. En Galicia se asoció siempre con Balbino, el protagonista de “Memorias dun neno labrego”, la novela de Xosé Neira Vilas (todavía hoy la más leída de la literatura gallega), por compartir ambos el hecho de ser niños de un mundo rural previo a la sociedad de consumo, pero también tiene mucho en común con la Mafalda de Quino por ser, como ella, un personaje infantil para adultos y no para niños, y por pensar y hablar como un filósofo. Marín siempre ha dicho que lo creó porque pensó que la censura (el personaje apareció cuando Franco aún vivía y gobernaba en España) permitiría a un niño decir cosas que no le consentiría a un adulto. Es decir, que con él sería más fácil meterle goles a la censura. Y así fue. Durante los años en que se publicó regularmente en el “El Ideal Gallego”, Gaspariño reflexionó audazmente sobre la emigración que desangraba Galicia, el caciquismo que aún pervivía, el desempleo que empobrecía a la gente o la por aquella incipiente destrucción del medio ambiente que amenazaba el país.
El personaje alcanzó enseguida un extraordinario éxito popular, trascendiendo las páginas de la prensa escrita para convertirse en un fenómeno sociológico. Apareció en carteles, tarjetas de Navidad, boletines de todo tipo, libros de texto, una cerámica y hasta dos señales de tráfico. Además, se publicaron dos libros antológicos con sus tiras.
En los años 80 del siglo pasado su autor dejó de dibujarlo para ocuparse de nuevos personajes como Lixandre, Tonecho (niños los dos, pero dirigidos ambos al público infantil, a diferencia de Gaspariño), Caitano, el Pie, D. Augusto o Isolino, al que continúa dibujando todos los días en “La Voz de Galicia”, diario también de la ciudad de La Coruña. Isolino ha alcanzado una popularidad tan grande como la de Gaspariño en su día, con la particularidad –bien interesante– de que podría ser el propio Gaspariño sesenta años después. Es un viejo que vive en la ciudad, pero que, por lo que dice y se adivina, fue –como la mayoría de los viejos gallegos de nuestros días– un niño de aldea, es decir, un Gaspariño, porque es tan reflexivo como él. Entre un personaje y otro hay una continuidad clara. Las preocupaciones de Isolino son las mismas que las de Gaspariño, solo que trasladadas en el tiempo y el espacio.
La hora de los homenajes
El caso es que Xaquín Marín dejó de dibujar a Gaspariño hace muchos años, pero el personaje nunca desapareció de la memoria de los gallegos, y últimamente ha sido recuperado de una manera expresa. El pionero en este sentido fue Kiko da Silva (1979), uno de los mejores humoristas gráficos gallegos de la generación siguiente a la de Marín, que en su revista “Retranca” (2007-2012) publicó algunas de las viejas tiras de Gaspariño y el año pasado rindió un sentido homenaje al personaje promoviendo un libro en el que un grupo de alumnos de su escuela de cómic “O Garaxe Hermético”, ubicada en la ciudad gallega de Pontevedra, recreaba a Gaspariño imaginándoselo en la actualidad.
Los homenajes han continuado estos días con la entrada el 13 de agosto de este hijo predilecto de Marín en el selecto grupo de personajes cuyas esculturas ocupan las calles de La Coruña durante la celebración del festival de cómic “Viñetas desde el Atlántico”, que tiene lugar todos los veranos. El autor de la obra es Fernando Palacio. De esta forma, Gaspariño toma vida vida en tres dimensiones, como su “sosias” Mafalda en el Paseo de la Historieta de Buenos Aires. Hay que aclarar que entre los personajes esculpidos del festival de cómic coruñés figuran Mortadelo y Filemón (las inolvidables criaturas del español Francisco Ibáñez), Súperlópez (creado por el también español Jan), Spiderman y Batman.
Al igual que Gaspariño, Xaquín Marín también está cosechando en los últimos tiempos el reconocimiento que merecía en Galicia y que no había acabado de obtener de manera contundente. Los premios y distinciones habían sido mayores fuera de la región que le vio nacer: en 1982 y 1991 ganó el Premio Paleta Agromán, el más importante que se otorgaba en aquella época a un humorista gráfico en España, y en 1987, como ya se ha dicho, recibió el primer premio del festival de humor de Gabrovo (Bulgaria), uno de los más importantes del mundo.
Ese reconocimiento al más alto nivel que le faltaba le llegó recientemente con la exposición antológica “Xaquín Marín. Vuelta al origen” del 6 de mayo al 27 de junio de 2023 en el Museo del Humor de Fene, acompañada de todo tipo de actividades de exaltación del humorista, como la inauguración de un aula que lleva su nombre en el instituto de enseñanza secundaria de Fene, y el renombramiento del propio museo que fundó como Museo Xaquín Marín.
Los que lo queremos y lo valoramos, no porque el cariño nos ciegue, sino porque, afortunadamente, tenemos ojos e inteligencia para poder evaluar con objetividad, nos alegramos mucho de estos reconocimientos tardíos, pero siempre bienvenidos, tanto al artista como a su criatura, tanto a Marín como a Gaspariño.
Termino con unas palabras sobre el humorista de Siro López (1943), buen amigo de él, pero sobre todo buen conocedor del dibujo de humor, que ha estudiado minuciosamente desde hace más de 50 años. Unas palabras tan significativas como justas. Siro (así, sin el apellido, es como se lo conoce artísticamente) es el padre de la caricatura política gallega después de la Guerra Civil, además de humorista gráfico, dibujante, pintor, escritor e investigador del humor:
“Xaquín Marín es un dibujante único. Sí, único y no único en Galicia, sino único en el mundo hasta donde llega mi conocimiento de la historia del grafismo. Digo que es único porque creó un estilo personal y sin precedentes. Castelao creó el humor gráfico gallego y la ilustración gallega. Es un grandísimo dibujante con personalidad propia, pero bebió en las fuentes del dibujo modernista. Xaquín Marín no bebió en ningún movimiento artístico. Un día, no sé cómo, se puso a dibujar y dibujó así. Así de raro y así de bien. ¿Cuántos dibujantes hicieron eso antes que él? Muy pocos, media docena, y todos ellos son reconocidos internacionalmente. Si Marín en vez de hacer su obra en Fene la hubiera hecho en Nueva York, hace muchos años que sería un referente para los grafistas del mundo”.
Siro y Xaquín Marin durante un acto de homenaje al segundo.
Un comic de Gaspariño
Xaquín Marin
OH HUMOR, OH HUMOR | Xaquín Marín and his 'son' Gaspariño
By Félix Caballero
Xaquín Marín (1943) is one of the most universal Galician cartoonists. And when I say Galicians I don't mean Spaniards in general (I know I am writing in a Latin American environment), but specifically Galicians, natives of Galicia, that region in the northwest of Spain that had previously produced other geniuses in humorous drawing that transcended borders and continents such as José María Cao (1862-1918, the father of Argentine political caricature), Juan Carlos Alonso (1886-1945, the most famous cartoonist in all of South America in his time) or, of course, Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (1886 -1950, the creator of modern Galician graphic humor.
Xaquín Marín is a universal cartoonist for having collaborated in international newspapers such as the French “Le Telegramme”, and “Ouest-France”, the Portuguese “Trevim” or the Mexican “Norte”, and for having participated in numerous graphic humor contests throughout the world, winning one of the most important in 1987, Gabrovo (Bulgaria). But he has also been a judge in some of them, such as the PortoCartoon World Festival in Porto (Portugal); the Piracicaba International Humor Show, in São Paulo (Brazil); and the World Press Cartoon of Lisbon. Also because he has work in about 20 humor museums in more than a dozen countries on three continents, in addition to having created in 1984 the first and best in the Iberian Peninsula, that of Fene, the Galician town where he has lived all his life. But above all he is a universal cartoonist because his work has had the courage and wisdom to open up to authentic universality from the local, affirming one's own identity.
A philosopher boy
Xaquín Marín is the father of Gaspariño, a comic character published as a strip starting in December 1974 in the newspaper “El Ideal Gallego” in the city of La Coruña. Gaspariño is a village boy, with bare feet, a man's beret, shorts, a slingshot in his pocket and, under the beret, the brain of a complete man who never stops reflecting. A child deeply concerned about his land, his people, everything, as his artistic father is in reality. In Galicia he was always associated with Balbino, the protagonist of “Memorias dun neno labrego”, the novel by Xosé Neira Vilas (still today the most read in Galician literature), because they both shared the fact of being children from a rural world prior to consumer society, but she also has a lot in common with Quino's Mafalda for being, like her, a children's character for adults and not for children, and for thinking and speaking like a philosopher. Marín has always said that he created it because he thought that censorship (the character appeared when Franco was still alive and ruling in Spain) would allow a child to say things that an adult would not allow. That is to say, with him it would be easier to score goals against censorship. And so it was. During the years in which he was published regularly in “El Ideal Gallego”, Gaspariño boldly reflected on the emigration that bled Galicia, the caciquismo that still survived, the unemployment that impoverished the people or the incipient destruction of the environment that threatened the country.
The character immediately achieved extraordinary popular success, transcending the pages of the written press to become a sociological phenomenon. It appeared on posters, Christmas cards, newsletters of all kinds, textbooks, a pottery and even two traffic signs. In addition, two anthological books with his strips were published.
In the 80s of the last century its author stopped drawing him to deal with new characters such as Lixandre, Tonecho (both children, but both aimed at children, unlike Gaspariño), Caitano, the Pie, D. Augusto or Isolino, whom he continues to draw every day in “La Voz de Galicia”, a newspaper also from the city of La Coruña. Isolino has achieved a popularity as great as that of Gaspariño in his day, with the peculiarity – very interesting – that he could be Gaspariño himself sixty years later. He is an old man who lives in the city, but who, from what he says and what is guessed, was – like most old Galicians of our days – a village boy, that is, a Gaspariño, because he is as thoughtful as he is. . Between one character and another there is a clear continuity. Isolino's concerns are the same as Gaspariño's, only transferred in time and space.
The time of tributes
The fact is that Xaquín Marín stopped drawing Gaspariño many years ago, but the character never disappeared from the memory of Galicians, and lately he has been expressly recovered. The pioneer in this sense was Kiko da Silva (1979), one of the best Galician cartoonists of the generation following Marín's, who in his magazine “Retranca” (2007-2012) published some of Gaspariño's old strips and Last year he paid a heartfelt tribute to the character by promoting a book in which a group of students from his comic school “O Garaxe Hermético”, located in the Galician city of Pontevedra, recreated Gaspariño, imagining him today.
The tributes have continued these days with the entry on August 13 of this favorite son of Marín in the select group of characters whose sculptures occupy the streets of La Coruña during the celebration of the comic festival “Vignettes from the Atlantic”, which takes place every summer. The author of the work is Fernando Palacio. In this way, Gaspariño comes to life in three dimensions, like his “sosias” Mafalda on the Paseo de la Historieta in Buenos Aires. It must be clarified that among the sculpted characters of the A Coruña comic festival are Mortadelo and Filemón (the unforgettable creatures of the Spanish Francisco Ibáñez), Súperlópez (created by the also Spanish Jan), Spiderman and Batman.
Like Gaspariño, Xaquín Marín has also recently been gaining the recognition that he deserved in Galicia and that he had not fully obtained. The awards and distinctions had been greater outside the region where he was born: in 1982 and 1991 he won the Paleta Agromán Award, the most important award at that time to a cartoonist in Spain, and in 1987, as has already been said. said, he received the first prize at the Gabrovo humor festival (Bulgaria), one of the most important in the world.
That recognition at the highest level that he was missing recently came with the anthological exhibition “Xaquín Marín. Return to the origin” from May 6 to June 27, 2023 at the Fene Museum of Humor, accompanied by all kinds of activities to exalt the comedian, such as the inauguration of a classroom that bears his name at the secondary school of Fene, and the renaming of the museum he founded as the Xaquín Marín Museum.
Those of us who love him and value him, not because affection blinds us, but because, fortunately, we have eyes and intelligence to be able to evaluate objectively, we are very happy about these late recognitions, but always welcome, both to the artist and his creature, both Marín and Gaspariño.
I finish with a few words about the humorist Siro López (1943), a good friend of his, but above all a good connoisseur of humorous drawing, which he has studied meticulously for more than 50 years. Some words as significant as they are fair. Siro (this is how he is known artistically) is the father of Galician political caricature after the Civil War, as well as a graphic humorist, cartoonist, painter, writer and humor researcher:
“Xaquín Marín is a unique cartoonist. Yes, unique and not unique in Galicia, but unique in the world as far as my knowledge of the history of graphics goes. I say he is unique because he created a personal and unprecedented style. Castelao created Galician graphic humor and Galician illustration. He is a great draftsman with his own personality, but he drank from the sources of modernist drawing. Xaquín Marín did not drink in any artistic movement. One day, I don't know how, he started drawing and he drew like this. That weird and that good. How many cartoonists did that before him? Very few, half a dozen, and all of them are internationally recognized. If Marín, instead of doing his work in Fene, had done it in New York, he would have been a reference for graphic artists around the world many years ago.”
(This text has been translated into English by Google Translate)