¿Cómo un docente puede estar siempre de buen humor a pesar de su profesión estresante? Segunda Parte

Pepe Pelayo
Creador y estudioso de la teoría y la aplicación del humor.

Para que no hayan dudas, repito la introducción de la Primera Parte:

Ante todo, véase como un todo; es decir, usted en el plano personal, en el familiar, en el social y en el laboral.

Entonces, en todos esos planos usted debe sentirse con un sólido y permanente estado de ánimo positivo, de buen talatnte, de buena disposición, lo que aquí llamaremos “estar de buen humor”.

Así, para aplicar con excelencia la Pedagogía del humor, es priorizado enfrentarse a su trabajo de educador estando del mejor “buen humor” posible.

Para ello aquí van otras recomendaciones que se suman a las 32 anteriores, tanto para lo personal, lo familiar, lo social y lo laboral:

33) Use el juego de “la buena y mala noticia” cada vez que le suceda algo negativo y dígaselo a todos. Por ejemplo: “la mala noticia es que se me está cayendo el pelo. La buena noticia es que cada vez me tengo que peinar menos”.

34) Sonría ante un espejo de su casa y si no lo logra bien, póngase una máscara de cartón con la “carita feliz dibujada”, mírese cada vez que pueda y siga haciendo su rutina diaria. Llegará el momento que eso lo divierta y lo haga sonreír.

35) Invente algo para cuando esté peleando con su pareja, sus hijos, sus amigos, sus colegas. Algo como apoyarse en las manos del otro y cada uno empujar hasta reír. Después cuando pase el enojo se habla del tema a discutir.

36) Si un problema le agobia demasiado, reúna a familiares y/o amigos y cuéntelo (quizás como si le ocurriera a otro), para que todos digan soluciones. Vale hacerlo con colegas si es un problema del ámbito laboral. El juego es mejor si se sugieren soluciones tontas, absurdas o ridículas. Mientras más exageradas, mejor. Reglas: las propuestas deben pensarlas y decirlas con rapidez, casi sin pensar. Los demás no pueden cuestionar ninguna. Van aplaudiendo a medida que van saliendo las ideas.

37) Cuando esté triste o con alguna emoción negativa, camine por las calles sin rumbo fijo. No es necesario buscar nada, pensar en nada. Solo mire a los niños jugar, las parejas que se dan la mano, hasta que se tope con algo único, extraordinario, algo que le provoque una sonrisa a pesar de su estado de ánimo. Deténgase ahí, observe qué le hizo sonreír. Disfrute, relacione y asocie ideas con su vida, guarde ese momento en memoria y mire ahora así, con esa nueva actitud, el problema que le motivó a caminar.

38) Ejercite el montaje de chistes. Hágase un repertorio y memorícelo para emplearlo en fiestas, reuniones de amigos o colegas.

39) Acostumbre jugar en familia y proponga jugar en reuniones de amigos o colegas. Hágase un repertorio de juegos bien divertidos.

40) Hable y actúe con sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, para las cosas diarias, de manera suave, amable, sonriente ―aunque de momento no encuentre reciprocidad.

41) Durante los tiempos muertos de traslados o esperas, trate de establecer mentalmente alguna relación entre chistes que conozca y personas, situaciones o incidentes de su entorno ocasional. Imagine la profesión, oficio, actividades, problemas, carácter, etcétera, de quienes estén en ese entorno.

42) Durante su labor profesional anote las anécdotas del día y los chistes que contará de sobremesa con su familia. En la noche prepare una lista de chistes nuevos para contarlos al día siguiente en el desayuno y el trabajo.

43) Entrene la observación consciente de su entorno: la luz, los colores de las cosas, los árboles, la hierba, las flores, las formas de las nubes, los tonos del cielo, los rasgos de la gente, los animales.

44) Tenga siempre a mano en la casa una lectura grata (poesía, cuento, novela, historia). Haga el hábito de leer un poco antes de dormir.

45) Escuche música que le sea grata.

46) Escriba correos humorísticos y envíeselos a toda su base de datos.

47) Inscríbase en las páginas web que envían chistes.

48) Busque espectáculos y vídeos humorísticos en Internet y compártalos con todos.

49) No discuta ningún problema a la mesa, ni al momento de acostarse a dormir. Establezca esa regla en la casa. Ni toques temas desagradables o de trabajo en los almuerzos con sus colegas.

50) Desconcierte a los demás usando jerigonzas inesperadas al hablarles.

51) Procure que en su casa se escuche música, haya luz, predominen los colores alegres, y que se vean o escuchen programas humorísticos o amenos, que todos disfruten.

52) Acostumbre salir en familia o con amigos, aunque sólo sea a caminar, o a pasar un rato en un parque, donde se podrá también compartir chistes y juegos.

53) Entrene la actitud de alerta para captar el humor involuntario que pueda surgir en cualquier ocasión: conversaciones y expresiones ajenas, incidentes de la calle.

54) A la noche, asegúrese de tener preparado todo lo necesario para la primera hora del día siguiente (cosas del trabajo, del colegio, de los niños), de modo que el nuevo día no comience con ninguna contrariedad o apresuramiento que cause irritación o estrés.

55) Tanto en el universo escolar y más aún en la sala de clase, acostumbre poner letreros, fotos y grafitis de carácter humorístico en pasillos, puertas, murales.

56) También acostumbre a elaborar y enviar memos, correos, postales y regalos cómicos.

57) Confeccione un boletín informativo con referencias a personas, situaciones y sucesos internos del trabajo, de carácter humorístico (chistes, anécdotas, bromas, incidentes, errores, ocurrencias).

58) Acostumbre a colocar juguetes, adornos, maniquíes, etcétera, bien simpáticos, en lugares “serios” del trabajo.

59) Seleccione periódicamente el chiste o el chisme del día, o de la semana; cuéntelos en reuniones relámpago convocadas para ello, o póngalos en el mural, o envíeselos a todos por correo.

60) Organice en el trabajo, de cuando en cuando bailes, competencias de chistes, juegos, homenajes humorísticos bajo cualquier pretexto, fuera del horario laboral.

61) Si quiere mejorar una comunicación difícil entre familiares, amigos o colegas, tómese el tiempo necesario y prepare, con paciencia y constancia, el camino para una buena conversación. Sin aludir siquiera a los puntos de fricción, utilice poco a poco el humor para disminuir los sentimientos negativos que pueda haber (desconfianza, aversión, temor). El humor, poco a poco, irá debilitando esos sentimientos. Pero, por supuesto, hay que tener tacto y medida, para no ser obvio en el propósito. (Por ejemplo, si es posible dirija sus acciones también a otras personas, no sólo a la que es su objetivo).

62) En una discusión, si la otra persona se altera y usted siente que podría alterarse también, recurra mentalmente a “quitar el sonido”: concentre su atención en los movimientos y expresiones faciales de la persona, y no en sus palabras. (Es como mirar a otros bailando sin escuchar uno la música). Puede ayudarse poniéndose a describir mentalmente a la persona: “Ya está colorado... Ese gesto se repite... La voz se le pone ronca (o aguda)... Se le mueve el pelo... No le queda bien esa ropa...” (o puede ponerse a pensar en cualquier otra cosa). Cuando la persona termine, usted no podrá replicarle nada, pues no ha escuchado lo que decía; se limitará a adoptar un aire reflexivo, como si el otro hubiera dicho cosas muy aceptables, y luego -suavemente, y con alguna excusa creíble-, propondrá continuar la “conversación” en otro momento. Con esto habrá evitado que el encuentro empeore las cosas, y podrá dejar en la otra persona la sensación de que usted es receptivo y no está “envenenado” contra ella. Usted deberá continuar con la misma táctica de humor y buen ánimo, y el próximo encuentro será probablemente más productivo. Como se puede ver, la clave de los recursos descritos depende de estos factores:

a) Un fuerte deseo e interés en mejorar la comunicación u obtener determinado objetivo.

b) Una buena preparación mental.

c) Llegado el momento, un buen dominio de su mente y sus emociones.

63) Los ejercicios de relajación son en extremo útiles para combatir el estrés habitual o enfrentar situaciones críticas, para mantener o recuperar el equilibrio psicosomático, para lograr un descanso real y profundo de los esfuerzos físicos y psíquicos. Pero esa utilidad depende de un factor esencial: el hábito de realizarlos con una cierta regularidad. Porque su acción sobre el cuerpo y la mente se basa en la creación de reflejos condicionados, y estos no se crean con una práctica eventual o aleatoria, sino regular y sistemática. En este caso me refiero a un ejercicio muy breve. Pero debe: disponer de unos cinco a diez minutos; lograr aislamiento o privacidad suficiente para evitar interrupciones; conseguir un relativo silencio y tranquilidad ambiental; estar en un lugar con la temperatura idónea. (Cuando el hábito del ejercicio está creado, esos requerimientos van siendo menos necesarios). El ejercicio se debe realizar, al comienzo, no menos de tres veces por día. La última sería antes de dormir. Puede adoptarse una de estas tres posturas: de pie, sentado, o acostado bocarriba. Los pasos a seguir son cuatro:

a) Observación de la postura.

b) Observación de los puntos de tensión principales.

c) Observación de la respiración.

d) Reactivación. Entonces, después de controlar los dos primeros puntos, comience regulando su respiración, después imagínese que va con el aire hacia dentro de su cuerpo, observa sus órganos y le sonríe a todos. En ese momento también pude iniciar una visualización agradable, sensorial y terminarla de manera graciosa. Por último, la reactivación.

 

Por último, si debido a su personalidad, carácter, o circunstancia no desea o no puede hacer todas las recomendaciones, no se haga problemas y solo lleve a la práctica las que usted cree que les serán beneficiosas.

Y recuerde complementar lo anterior con los ejericios para reír más y mejor y para estimular y desarrollar el sentido del humor, descritos en esta página.

Copyright © Pepe Pelayo. Publicado en Humor Sapiens con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.