A tal humor, tal honor: Enrique Arredondo, humorista escénico y audiovisual cubano

Pepe Pelayo
Creador y estudioso de la teoría y la aplicación del humor.
Enrique Arredondo

Introducción

Continúo con mi proyecto de homenajear a las grandes figuras del humor cubano ya fallecidas, de todos los tiempos y de todas las manifestaciones artísticas. El objetivo es ir publicándolas primero en nuestro sitio humorsapiens.com y cuando estén todas redactadas y en el menú, editar un libro. Su título: “A tal humor, tal honor”.

¿Cómo sería? Lo divido en dos partes (aunque ambas estén fusionadas en el texto). Una, basándome en una entrevista que le hago a los familiares cercanos de esas glorias de la cultura cubana (hijos, hermanos, nietos), para así obtener el mejor perfil humano del artista, extraído de alguien que lo conoció en profundidad. Y la segunda es el fruto de investigar y leer lo más posible sobre el humorista, más mi modesta valoración de algunos aspectos del humor en su obra.

En esta oportunidad le rindo el homenaje a uno de los actores cómicos más reconocidos, más populares y queridos del pueblo cubano: Enrique Arredondo.

Con ese objetivo entrevisté a su hijo el también actor cómico y de variedades, Enrique Arredondo. Para diferenciarlos, a partir de ahora el hijo será “Enriquito”, como le dicen cariñosamente sus familiares y sus seguidores.

 

Enrique Arredondo

 

Debo agregar que para conseguir la entrevista (Enriquito vive en Miami y a eso se le sumó un problema “técnico de comunicación”), tuve la desinteresada ayuda de mi hermano de vida, Manuel de la Portilla. ¡Agradecido hasta el alma, Manolo!

Pero además de ser suficiente que el gran Enrique Arredondo sea tan querido por haber hecho reír a varias generaciones, ¿por qué más deseo homenajearlo?

La respuesta es porque de casi adolescente mi padre me llevó un día al cine—teatro Velasco en Matanzas, mi ciudad natal, a ver un espectáculo cómico—musical. Confieso que la mayoría de lo que vi y escuché en esa matinée no lo entendí mucho. Pero cuando mi padre me preguntó al final si me había gustado la obra, le dije:

PP hijo: Sí, la pasé bien, pero lo que más me gustó, porque me hizo reír cantidad, fue el negrito. ¿Cómo se llama, papi?

PP padre: Enrique Arredondo, él es el dueño de esa Compañía y no es negrito, sólo se pinta de negro las partes del cuerpo que uno puede ver.

PP hijo: ¿Por qué hace eso?

PP padre: Porque es más cómico así.

Acepté la fácil respuesta, porque es difícil dudar de un padre. Pero recuerdo que me quedé pensando en el asunto. Con el tiempo llegué a una mejor respuesta, que la compartiré aquí más adelante.

Lo que sí puedo asegurar es que ese día me dije: “ojalá de grande yo pueda ser como él”.

Sin embargo, tan rápido como llegó la idea, la olvidé. Se vive con la mente muy intensa a esa edad.

Entonces, pasaron los años y ahora yo como televidente me encuentro, en dos programas humorísticos, a unos personajes graciosísimos: Cheo Malanga, Doctor Chapotín y Bernabé. Me fijo en el nombre del comediante que los interpretaba y veo que es Enrique Arredondo, aquel negrito que vi en el teatro. Volvió a impresionarme ese señor.

Y por último, siendo ya un humorista profesional con mi grupo La Seña del Humor, coincidimos con él un par de veces en espectáculos extensos y de muchos artistas y nos saludamos apenas. En una de esas ocasiones nos dimos la mano y me dijo de pasada: “Sigan así”. De la emoción averigüé y supe que a él le gustaba nuestro trabajo. Me sentí en las nubes.

Todas las anteriores razones son más que suficientes para brindarle este homenaje, ¿no es cierto?

 

Origen y personalidad

Esta estrella del humor cubano nace el 2 abril de 1906 en el barrio de El Pilar en La Habana.

Su padre era Conrado Arredondo y su mamá Carmen Mata. Una linda familia de clase media cubana.

Enrique creció feliz. Pero a diferencia de lo que cualquiera ahora podría suponer, llegó a convertirse en un joven tímido y serio. Pero de muy buen carácter, eso sí.

Cuando ya fue famoso en el campo de humor, se transformaba socialmente en “centro de mesa” de cualquier reunión, fiesta o lo que sea. Pero en su vida privada —al puro estilo Clark Kent/Supermán—, volvía a ser ese hombre serio de siempre. Por supuesto, en ambas personalidades destacó por su mucha inventiva, creatividad, imaginación, su chispa y sus ocurrencias.

PP: Con esa personalidad de mostrar seriedad y responsabilidad, al mismo tiempo que ser ocurrente y gracioso, más el talento enorme que mostraba en las tablas, me imagino que las mujeres se derretían por él. Por eso te pregunto, ¿le costó casarse?

 

Enrique Arredondo

 

Enriquito: Bueno, supongo que hizo su esfuerzo, porque tienes razón mi padre fue muy mujeriego en esa época. Era bien parecido y se vestía siempre elegante. Te cuento una anécdota: cuando llegaba alguien a la casa y él se ponía a mostrar los álbumes de fotos y decía: ”Esta joven se llamaba…” o “Esta muchacha trabajaba en…” Siempre mi madre se acercaba y comentaba: “Esa fue mujer de él”, “y esa otra también” y todos reían, porque era verdad.

 

Enrique Arredondo

Su esposa, Fabiola del mar

 

PP: Y aparte de esa afición, ¿cuáles era sus otras pasiones?

Enriquito: Tenía una gran colección de películas, porque le encantaba sentarse a disfrutarlas. El cine le apasionaba. Y por supuesto, el béisbol. Era una enciclopedia viviente de béisbol. En casa tenía guardado —para mí—, el archivo de béisbol más grande de toda Cuba.

PP: ¿De cuál equipo era?

Enriquito: En el béisbol profesional cubano era del Habana, en las Grandes Ligas le gustaba Los Yankees y en las Series Nacionales era de Los Industriales. Nada, que las películas y el béisbol eran su locura.

 

Enrique Arredondo

 

PP: ¿Cómo era como esposo, como amigo…?

Enriquito: Mi padre era un pedazo de pan. Se llevaba muy bien con mi mamá. Nunca traicionó a nadie, a ningún amigo. Era el ídolo de todos. Tenía amigos viejos y jóvenes. No tenía amigos especiales. Todos lo querían y él se dejaba querer, queriendo a todos a su vez.

PP: Evidentemente no era un tipo pesado ni en lo privado ni en lo público, ¿no?

Enriquito: ¡No! ¡Para nada! Era un hombre decente, educado, no decía malas palabras, ni era gruñón, ni egoísta, ni pesado, al contrario.

PP: Y como padre, ¿cómo lo recuerdas?

Enriquito: Por ejemplo, jamás me golpeó. Mi padre era mi mejor amigo, mi consejero, mi maestro.

PP: ¿Alguna anécdota para ilustrar eso último?

Enriquito: Claro. Por ejemplo, en 1962 yo trabajaba en una obra en el Teatro García Lorca. Obra que mezclaba teatro con cine. El viejo fue un domingo y vio cuando pasaban el noticiero. Y se percató que cuando salía la imagen de Nikita Kruschev, la gente abucheaba y cuando salía Kennedy, aplaudían. Pues esa noche cuando regreso a casa, me dijo: Oye, cuando termines de actuar en el teatro, te vistes enseguida y te vas rapidísimo de ahí, porque ese teatro tiene los días contados y me mostró los cinco dedos de la mano. Y efectivamente, a los 5 días lo intervinieron. Cuando me aconsejaba algo, yo sabía que tenía que hacerlo.

PP: ¿Y cuál era su posición política?

Enriquito: Era apolítico, totalmente apolítico. Yo podría decir ahora de él lo que quisiera porque vivo en Miami. Pero en honor a la verdad, mi padre era apolítico. Su corazón y su mente estaban cubiertos por el amor a la familia, a su profesión y a su público. Por nada más.

 

Hacia la consagración

Nadie podía adivinar el glorioso futuro en el humor que le tenía guardado el destino a aquel joven que estudiaba y que trabajaba como tonelero.

Esta anécdota lo ilustra:

Su padre Conrado quería que su hijo fuera dentista. Pero un día, en que se lo menciona, Enrique le contesta:

Arredondo hijo: Papá, lo que quiero es ser actor cómico, quiero representar a un negrito en el teatro.

Arredondo padre: ¡Nombre, no! ¡Tú no tienes madera de actor cómico, hijo mío! No podrías. Para eso se necesitan cualidades que tú no posees. Por ejemplo, el domingo fui al Teatro Valentino y en la obra había uno haciendo de negrito, pero bueno, bueno. El teatro se caía abajo con sus gracias y sus chispa.

Arredondo hijo: Papá, ese que viste en el Teatro Valentino era yo.

Arredondo padre: ¡¿Qué?! ¡Imposible!

Arredondo hijo: ¿Quieres que te haga aquí, ahora, todo el dueto que viste…?

Y se lo representó.

 

Enrique Arredondo

 

El padre quedó mudo, se levantó y se fue. Enrique pensó en lo difícil que se le venía la cosa en el plano familiar por su decisión profesional.

Sin dudas, no es lo mismo… arreglarle a alguien los dientes en una consulta, para lograr una buena sonrisa… que alguien muestre los dientes con una sonrisa provocada por él en un escenario.

Pero su angustia se disipó al poco rato.

Su padre llegó con dos camisas de sedas (caras en cualquier época) y le dijo: Toma esto. Es para que hagas de negrito en los teatros con la mejor prestancia.

Se convirtió entonces en el primer artista de la familia (a partir de él, destacados Arredondos artistas vendrían después).

Así, en el año 1923 trabajaba de aficionado en el teatro y en el 25 se profesionalizó.

Siempre comentaba que su pasión por hacer ese personaje de negrito del vernáculo cubano se debía a su admiración por Arquímides Pous, su ídolo.

Por si algún lector no conoce a este gran cómico cubano, copio aquí lo que publiqué sobre él en mi “Breve diccionario de humor”, libro de la editorial Verbum de España.

Arquímides Pous—. Cienfuegos, Cuba, 1891 – Puerto Rico, 1926. Humorista escénico. Considerado el mejor intérprete del popular personaje del negrito en el Teatro Vernáculo de su país. Se desempeñó de forma integral como autor, director, maestro de escenografía, coreógrafo, bailarín, director o intérprete de sus propias obras. Su primera actuación fue la titulada: Chelitoterapia. Se presentó ante el público de diferentes países de América. Además en su condición de coreógrafo, sobresalió en los bailes típicos cubanos y norteamericanos. Como artista en ese género hizo diversas apariciones en los teatros de Boston, Nueva York, Filadelfia y otras ciudades de los Estados Unidos y de Montreal, Toronto y Ottawa, en Canadá. Escribió obras de gran calidad como Papá Montero, Los funerales de Papá Montero, La canción del mendigo y ¡oh, mrs. Pous!, Las Mulatas de Bam—bay, La Clave de Oro, Mérida Carnaval, Yucatán Souvenir, De México.

Como es evidente, con el curriculum de este gigante del bufo cubano, cualquiera lo tendría de ídolo.

Ahora comentaré sobre el asunto de actuar pintándose de negro. Es la respuesta a la que llegué, a partir de la pregunta que dejé pendiente cuando conté que conocí de adolescente a Enrique Arredondo en el Teatro Velasco en Matanzas.

Para opinar con rigor, aclaro que no puedo afirmar tener la verdad absoluta. Todo en este campo es subjetivo e interpretativo, por supuesto.

Dicen unos que el personaje viene de un teatrista español de apellido Arderíus y para otros que viene del “minstrels” norteamericano, con sus actores blancos que se pintaban de negro (para ridiculizar a los africanos).

No sé, pero a mí me parece más lógico partir de las obras de Pancho Fernández, gran teatrista y especialista en el bufo cubano, creador de la obra “Los negros catedráticos”. Así se conoció este personaje de actor blanco pintado de negro, caricaturizando con voz y gestos a los de esa raza. Pero Fernández crea un personaje negro que no es esclavo, ni personal doméstico, ni campesino ni cimarrón, sino un negrito libre, urbano, que vive “como blanco”. Un personaje pícaro, gracioso, “jodedor cubano”, astuto y agrego yo: derivado de la unión de la picaresca española y la alegría festiva del negro africano.

Pero esa propuesta tan “liberal” en su época, tuvo detractores. Se sabe que la obra de Pancho Fernández fue muy criticada por la prensa reaccionaria de la época.

Por otro lado, debemos admitir que se armó una fórmula super ganadora. El negrito descrito, el gallego avaro, inocente y bruto, cerrando el triángulo la mulata bella, sensual y también pícara. Símbolo del pueblo mestizo cubano que los otros dos deseaban. Resumen, personajes bien contrastantes y complementarios, manjar para cualquier dramaturgo interesado en el humor.

 

Enrique Arredondo

 

Sabemos también que a finales del siglo XIX y principios del XX no se iba a encontrar un actor negro para ese papel, los negros no se dedicaban a actuar o por lo menos eso no era público, más aún por la eterna discriminación. Por lo tanto, el actor blanco con esas características era el encargado de hacerlo. Pero no era fácil. Solamente unos pocos podían tener esa gracia, esa vis cómica, ese poder de improvisación, esa chispa, más saber cantar y bailar además de actuar.

Y nuestro Enrique Arredondo cumplía todos esos requisitos, al igual que su ídolo Arquímides Pous.

Aprovecho para recordar a Carlos Pous, Ramón Espígul, Alberto Garrido, Sergio Acebal, Bolito Landa y otros grandes intérpretes que dieron vida al famoso negrito del teatro cubano.

Pero sigamos con nuestro incipiente comediante de cara pintada.

Desde 1923 Enrique Arredondo actuó en diversas Compañías teatrales como la Compañía de Manuel Bolaños, la de Mario Sorondo y la de Guillermo Moreno. Con estas y otras agrupaciones de este tipo recorrió la Isla muchas veces. Pero no sólo actuaba, también escribía sainetes, apropósitos y revistas.

De 1928 a 1931 formó Compañías con el autor Luis Amado Francés, con Federico Piñero, con José Sanabria y con Pedro Castany.

Finalmente, en 1940 funda la suya propia.

 

Enrique Arredondo

 

PP: ¿Qué me cuentas de esa parte importante de su vida?

Enriquito: No fue fácil imponerse y vivir de eso. Por ejemplo, en aquellos tiempos para armar una gira con tu espectáculo tenías que coordinarlo todo por teléfono (no era fácil) y con telegramas. Entonces los dueños de los teatros, al conocer poco a la Compañía, por ser nueva, usaban el truco de anunciar una muy famosa y después que la gente compraba las entradas les decían que no pudieron llegar los artistas. pero que ofrecían este espectáculo “novedoso”. Muchos preferían que no les devolvieran el dinero y veían entonces lo que les ofrecían. Los tramposos dueños de teatros, le pagaban a mi padre entonces el 30% de la recaudación. Pero era tan bueno el show que al tiempo le comenzaron a pagar el 35%, y así, hasta que 6 o 7 años más tarde cobraba el 70%.

 

En la cima

Teatro

El teatro era el medio que más le gustaba, sin dudas. Decía que en el escenario se sentía como un torero, porque se enfrentaba al toro (el público) y había que hacerlo reír. Porque el público tenía que irse complacido.

Del teatro salió todo, en el teatro aprendió todo, porque fue su universidad, decía.

Se entregaba tanto al teatro, que Fabiola del Mar, su esposa, afirmaba que Enrique Arredondo en la casa parecía tener 120 años, pero cuando se subía a escena, representaba 25, por la energía que proyectaba.

Su trabajo en las tablas siempre fue para adultos, pero asistían familias enteras. Los niños lo adoraban (yo fui un ejemplo como lo señalé al inicio).

Su carrera teatral se basó en interpretar magistralmente el personaje del negrito que ya hemos analizado más extensamente en párrafos anteriores.

 

Enrique Arredondo

 

Televisión

Es en este medio, junto al teatro, donde Enrique Arredondo hizo sus mayores y más recordados aportes. Comenzó en 1956 en los programas “Sitio Alegre”, “Mi familia”, “El show del mediodía”, y posteriormente en el programa dominical “Revista Regalías”. En 1961 retomó su carrera teatral durante algunos años, volviendo a su papel de negrito. Cuando regresa a la televisión comienza a incorporar nuevos personajes, que rescató de su trabajo teatral. Surge entonces Cheo Malanga en el programa “San Nicolás del Peladero”, así como el regreso del Doctor Chapotín.

En 1969 se incorpora al elenco de un programa muy popular conocido como “Detrás de la fachada”, donde creó a Bernabé, el más conocido y popular de sus personajes.

Con ese personaje se las arregló para suplir la prohibición tácita de decir "morcillas" (chistes improvisados) con la introducción de frases que, repetidas, fueron haciéndose clásicas y de manejo popular, como "No pué seee", "No, mentira, tú me estás engañando", entre otras.

 

Enrique Arredondo

 

PP: Cuéntame sobre el trabajo de tu padre en “Detrás de la fachada”

Enriquito: Bueno, puedo decirte cómo se preparaba. Agarraba el guion y se lo aprendía en media hora y ahí pensaba sus posibles morcillas. Entonces llegaba el momento, lo grababa y esa misma noche ya no se acordaba de nada de lo que se hizo en el programa, porque tenía un mecanismo mental que borraba todo para aprender lo próximo.

Antes de preguntarle a su hijo al respecto, daré esta información para el lector que no sabe.

En Cuba se recuerda una anécdota según la cual, en una transmisión en vivo de este programa el personaje de Bernabé amenaza a su nieto: Si no te portas bien, te voy a castigar a que veas los muñequitos rusos (dibujos animados producidos en ese país). Fue algo que repercutió mucho en el pueblo, porque esas cosas no se podían decir y los cubanos (más aún los niños) rechazaban esos animados infantiles, por un problema cultural, claro. No gustaban ni la forma (animación lenta), ni los contenidos (con muchas “moralejas” y nada graciosos ni atractivos para niños “occidentales”, acostumbrados al Pájaro Loco, El Pato Donald, EL Conejo Bugg, etcétera). Sin embargo, algunos aseguran que todo fue una mentira, que Bernabé nunca dijo eso.

PP: Y ahora cuenta la verdad, ¿dijo o no dijo lo de los muñequitos rusos?

Enriquito: Mi padre siempre negó que lo hubiera dicho. Pero un día Lolina Cuadra, la directora del programa, me dijo que sí, que Bernabé lo había dicho. Pienso que quizás siempre lo negó por su mecanismo de olvidar todo el programa después de grabarlo.

PP: Y sobre “San Nicolás del Peladero”, ¿qué me puedes contar?

Enriquito: Te diré algo para demostrarte cómo era mi padre y cómo quería a ese programa. En una ocasión se enfermó Carballido Rey, guionista y director del espacio y escuchó que por esa razón se iba a dejar de hacer el programa. Entonces fue hablar con la dirección del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) y propuso para no suspender el espacio que él escribiría los libretos y sin cobrar ni un peso, hasta que se recuperara Carballido. Así era de entregado mi padre y así estaba de comprometido con ese programa.

Radio

Sus inicios en este medio fueron con el personaje Virutica, después le dio vida a Chicharito, que luego se mantuvo por más de 10 años en la radio como parte del dúo Chicharito y Sopeira, en las voces de Federico Piñero y Alberto Garrido. Otro personaje radial fue el Doctor Chapotín, creado para la emisora CMQ en 1947, y que retomaría más tarde para la televisión. Desde 1979 hasta su muerte participó también, y con mucho éxito, en el programa “Alegrías de Sobremesa” de Radio Progreso, que dirigía Alberto Luberta. 

 

Enrique Arredondo

 

Cine

Su primera experiencia cinematográfica fue en 1950, en la película “Que suerte tiene el cubano”. Después participó en “Nuestro hombre en la Habana” (1959), con Noel Coward, Alec Guinness y Mauren O´Hara.

En 1977 actúa en “Son o no Son” del director García Espinosa. Y bajo la dirección de Manuel Octavio Gómez actúa en 1982 en la película “Patakín”. Por último, en 1989 participa en “Adelante Robinson”, una coproducción húngara y cubana del director Peter Tímár.

 

Enrique Arredondo

 

Al extranjero

Viajó a México en el año 1943, presentándose en teatros de las ciudades de Mérida, Veracruz, Campeche, Oaxaca, Chiapas y, por supuesto, en México DF.

En la capital fue contratado para actuar en una revista musical junto a figuras tan relevantes como los cómicos “Tin Tan” y "Palillo".

Esa extensa gira fue muy importante para Arredondo y no sólo por sus triunfos profesionales. Estando en Veracruz nació su hijo Enriquito.

En agosto de 1944 regresaron a Cuba.

Posteriormente, en 1952, viajó la familia a Tampa, Florida, para él actuar en el Circulo Cubano de Tampa. Una gira que duró tres meses.

Ese mismo año se presentó en Puerto Rico por más de tres meses.

Premios y fama

PP: Háblame de los premios que recibió tu papá.

Enriquito: Aunque parezca una frase manida, tengo que decirte que el mayor premio, el más valioso reconocimiento que recibió mi padre fue el cariño de su público. Porque los diplomas se cuelgan o se guardan. La acogida del público es algo vivo. Dicho eso, te cuento que recibió dos Premios Girasol y el Girasol de Cristal que era lo máximo que podía aspirar un artista en Cuba en esa época.

PP: Dime algo sobre su fama.

Enriquito: ¡Lo más grande el mundo! Donde quiera que iba la gente lo paraba, lo saludaba, lo abrazaba. Era algo increíble.

PP: ¿Alguna anécdota sobre eso?

Enriquito: Claro. Recuerda una vez que tuvimos que ir a un sitio donde repartían piezas de auto. Y necesitábamos una. Cuando llegamos vimos una cola de una cuadra de largo. Le dije, papi, o nos vamos o nos quedamos todo el día aquí haciendo la fila. Entonces me dijo, “ya verás” y fue hacia la entrada. Yo le dije que no lo hiciera y no me hizo caso. Cuando llegó a la puerta, la gente comenzó a saludarlo, a reír y bromear con él. Enseguida lo pusieron en primer lugar de la cola. Y no contento con eso, se viró para mí y me gritó: “¡Viste, comemierda, que entré primero!”.

PP: ¿Entonces nunca la paso mal en su carrera?

Enriquito: Bueno, él llegó a estar molesto porque ganaba 225 pesos de sueldo, como un artista de tercera. Imagínate que yo, empezando, ganaba 229 pesos. Le decían que cuando llegara la posibilidad de evaluarse se le subiría el sueldo.

Me permito interrumpir aquí la narración de mi entrevistado para explicar este punto, porque sé que ciertos lectores no entenderán.

En Cuba, por lo menos en esa época, los artistas tenían que evaluarse para ser profesionales y ganar según una escala con sueldo mínimo, medio y alto, que percibiría según el resultado de la evaluación. Años después podía someterse a otra “tasación” si aspiraba a obtener un mayor sueldo. Lo curioso es que los miembros de ese Comité de Evaluación podían estar integrado por artistas de menor calidad que el evaluado. Por ejemplo, en esos años Enrique Arredondo era el mejor actor cómico de Cuba, por lo tanto, ese jurado que lo evaluaría estaría compuesto por algunos burócratas y algunos colegas peores cómicos que él. Y ellos decidirían, primero si Arredondo tenía nivel profesional y después si sería calificado como Comediante “A”, “B” o “C”, ya que de esas categorías dependía el sueldo. Arredondo era obligado a demostrar su valía durante un espectáculo que le tenía que representar en un escenario solo a esos miembros del Comité. Todo eso sin importar si Arredondo llenaba los teatros, subía la audiencia en la televisión y recibía excelentes críticas especializadas. Nada de eso era tomado en cuenta. Mi grupo y yo vivimos eso mismo en los años 80.

Explicado lo anterior, dejo a Enriquito con lo que nos contaba…

Enriquito: Entonces se retiró. Y ahí lo llamaron del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y le regalaron un auto de marca Lada (fabricado en la URSS). También le dijeron que se les respetaría su retiro, pero que todas sus actuaciones se las pagarían aparte. Recuerdo que me decía: “Hijo, si yo sé eso, me hubiera retirado hace años”.

 

Enrique Arredondo

 

Disco, DVD y libro

Grabó un disco de larga duración: “Cuentos de Enrique Arredondo y un DVD “En compañía de Enrique Arredondo”.

 

Enrique Arredondo

 

Y en 1981 publicó en la Editorial Letras Cubanas el libro autobiográfico “La vida de un comediante”.

PP: ¿Qué me puedes contar de este libro?

Enriquito: Mi padre escribía por capítulos y cuando los terminaba los corcheteaba como si fuera un folleto. Y cuando finalizó el libro, unió todo ese material y me dijo “Este te lo hice a ti, Enriquito, para que conozcas la verdadera historia del teatro cubano, sobre todo el teatro cómico, porque muchos no lo saben y creen que lo saben. Ahí escribí las difíciles condiciones en que desarrollaban su trabajo los artistas teatrales cubanos.”. Recuerdo también que se lo dio a leer a Robreño, el periodista, y éste al leerlo le dijo “Tienes que publicarlo, está buenísimo”. Y mi padre le respondió que no estaba hecho para publicarlo, sino para que Enriquito lo leyera y aprendiera. Pero Robreño insistió y lo convenció. Entonces mi padre le dijo: “Está bien, pero arréglale tú todo lo que veas mal” y Robreño le contestó: “No, está perfecto así, no hay nada que arreglarle”.

 

Enrique Arredondo

 

PP: ¿Cómo puedo adquirir un ejemplar?

Enriquito: Supongo que en Amazon. Aunque sé que está agotado. Pero cuidado. No vayas a adquirir uno de la primera edición, porque salió tan mala que al pasar las hojas se caían. Mi padre protestó y le hicieron otra edición de mejor calidad.

Su humor

Los textos que interpretaba en teatro eran de doble sentido pícaro, pero fino, siempre insistía con eso. Su estrategia era que el público imaginara, no decirles las cosas directamente Afirmaba que para hacer reír no era necesario decir una grosería, una vulgaridad, una obscenidad. Nada de mal gusto.

PP: ¿Cuáles colegas eran sus favoritos?

Enriquito: Su ídolo fue Arquímedes Pous, ya te dije. Pero admiraba mucho a Cantinflas, que fue su amigo. También fue fanático de Chaplin. Le encantaba el gordo Pourcel y el gran Olmedo en Argentina. De ese país conoció a Gasalla.

PP: ¿Cómo lo conoció?

Enriquito: Fue a verlo al teatro en La Habana y por altavoz informaron que se encontraba allí Enrique Arredondo y el público de pie, lo ovacionó durante un minuto y medio. Al final, fue a saludar a Gasalla al camerino para felicitarlo. Y éste le dijo: “¡Cómo lo quiere su público!”.

Decía Arredondo que los grandes cómicos no se hacen, nacen. Pero eso sí, los grandes tienen que nacer con inteligencia y sentido común, para que rindan mil veces en su trabajo.

Ya hablé bastante sobre el personaje del negrito que hizo siempre en teatro. Él fue uno de los mejores exponentes del teatro bufo cubano, sin dudas.

 

Enrique Arredondo

 

En televisión y radio sus más icónicos personajes fueron Cheo Malanga, un fanfarrón, “matón” de mala muerte, alardoso y bravucón de boca para afuera, porque en el fondo era tremendo cobarde; también hacía el Doctor Chapotín, un médico alocado, absurdo, farsante y el reconocido Bernabé, un personaje que logró reunir casi todas las características de los otros personajes y lo moldeó todo para obtener la mezcla de: el jodedor cubano, el pillo, el pícaro, el mentiroso, el mujeriego, el alardoso, el ocurrente, etcétera.

Otro aspecto importante en su humor fue el uso de la improvisación, o supuesta improvisación, porque a veces sabía cuándo y dónde salirse del libreto. Era un especialista en eso. Y una de las cosas que hay que agradecerle es que, aunque no pudo hacer humor político o crítico, como lo hacía en teatro antes de 1959 con su negrito, hizo siempre en radio y televisión un humor popular y no populachero. Valioso el evitar en su propuesta escénica la utilización de vulgaridades, obscenidades, groserías. Gracias por eso, Maestro.

Final

PP: ¿Cómo te sientes al ver la reacción de la gente cuando recuerdan a tu padre?

Enriquito: No sabes lo contento y feliz que me hacen sentir la gente con el cariño que le demuestran, aún hoy a 30 años de su partida. Es el mejor reconocimiento de un artista te decía y eso me hincha el pecho.

PP: ¿Cuáles consejos les daba tu padre a los novatos en esta carrera?

Enriquito: Que la tomen muy en serio; que da muchas tristezas, pero muchísimas más alegrías; que lo hagan todo con cariño, profesionalmente; que respeten a sus compañeros, al director; que sean muy disciplinados y que nunca tengan ínfulas de grandes. Él decía: “Desdichado el artista que se crea estrella por el aplauso de un día”.

En 1986, comienzan los primeros síntomas de una enfermedad que finalmente le causaría la muerte. Sin embargo, continuó trabajando.

Enrique Arredondo falleció el 15 noviembre de 1988, en Arroyo Apolo, en su casa, rodeado de sus seres queridos. Está descansando en el Cementerio de Colón de La Habana.

PP: ¿Algo que agregar, Enriquito?

Enriquito: Solamente que estoy muy orgulloso de mi padre y que defenderé su obra hasta que me muera.

El humor de Enrique Arredondo permanece en el recuerdo y la tradición de los cubanos.

Y todo colega que se respete, tiene que quitarse el sombrero ante el talento para hacer reír de este hombre.

No me cabe la menor duda de que esté donde esté, Más Allá o más acá, estará haciendo reír a todos a su alrededor. Y más exactamente en este momento, no dudo que me esté mirando al ver este homenaje y diciéndome con su cara de niño travieso “¡Atrevidoooooo!”.

 

Enrique Arredondo

 

Y yo, después de reírme, le diré: “Con mucho cariño para usted, Maestro.

A tal humor, tal honor”.

Copyright © Pepe Pelayo. Publicado en Humor Sapiens con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.