Entrevistas a humoristas

Entrevista a Telo

PP: ¿Le gusta que le hagan entrevistas?

TELO: No, soy extraordinariamente incoherente, cuando me preguntas algo, acierto a responderte lo que me tenías planeado preguntarme para cerrar tu entrevista.

 

PP: En este año 2011, ¿cómo ve el estado actual del humor en el país donde vive, en televisión, radio, teatro, literatura y gráfica?

TELO: Esa respuesta es muy larga, pregunta algo que te pueda responder con monosílabos... pero bueno, en fin. Televisión: Muy poco, actualmente de tres programas habituales en el aire solo uno salva la honrilla, para un 33,3 % de gracia, en los programas musicales, por regla general dedican una sección a presentar humor y casi siempre se las arreglan para poner lo peor... En la radio es casi nulo, las cosas más ingeniosas se las he escuchado a periodistas voluntarios cuando reportan noticias desde los más diversos lugares del país, es a lo que llamo: humor involuntario. En el teatro, actualmente, ni la sombra de la sombra de lo que fue en los años 90, según mi criterio la causa principal de esa crisis es debido a porcientos legislativos, muy difícil explicar. La literatura y sobre todo la gráfica es en general bastante inteligente y buena, pero con muy poco espacio.

 

PP: En varios países de América Latina se dice: "mi país es un pueblo de humoristas", "en mi país, tú mueves una piedra y sale un humorista", etc., ¿en el país donde vive se dice lo mismo?

TELO: En Cuba, a finales de los 80 y principios del 90, surgió un movimiento de humoristas que provenían de institutos y universidades, pero nada elitista, era increíblemente popular, los teatros de mayor capacidad se llenaban de un público ávido de este tipo de humor. Con el avance de la crisis económica en los años noventa y el cambio de legislación en la forma de pago al humor, se desencadenó una invasión masiva de cómicos de parada que asaltaron como una plaga los centros nocturnos y han hecho metástasis en los medios. Esta legislación no cambió para los que hacían humor en el teatro por lo que desestimuló un tanto la creación. También ayuda que gracias a la crisis y la inversión de la pirámide laboral, los cabaret y centros nocturnos fueran zona vedada a médicos, ingenieros y universitarios, público pensante que depende de un salario y no así a proxenetas y negociantes de bolsa negra que solo ríen con un tipo de humor más agresivo... Gracias a estos factores, desde mi punto de vista, somos el país con mayor percapita de cómicos asalariados por habitantes de América Latina, el Caribe y por qué no, del mundo.

 

PP: ¿Es verdad la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír?

TELO: Eso lo dijo un verdugo que en su tiempo libre, sin mucho éxito, hacia de payaso de cumpleaños.

 

PP: ¿Cuándo decidió hacerse humorista?

TELO: En los cinco años en que estudié para graduarme de ingeniero industrial, era para mí una fiesta actuar en festivales, peñas y actividades universitarias... Al graduarme y comenzar a hundirme en informes, planeamientos y balances, nadé hasta un escenario y allí me quedé para salvar mi monótona vida.

 

PP: ¿El humorista nace o se hace?

TELO: Es como de las personas odiadas que siempre hay alguien que dice: él, en el fondo es bueno... Yo agarro al tipo más sangrón de Cuba, le acomodo un personaje y un buen repertorio... y desde el fondo, sale a flote como “humorista”... Te lo digo porque los he visto con esas características trabajando en TV y cabarets… Pero bien, de ahí a que hagan un humor poético e inteligente, como el que nos gusta a ti y a mí, hay una distancia como de aquí a Mongolia.

 

PP: ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera hasta el día de hoy?

TELO: Recuerdo dos funciones memorables, una en el teatro Mella en un festival de humor... Un aplauso ruidoso y espontáneo al terminar aquellas historias circunstanciales de los c.v.p., otra en el Carlos Marx, una increíble ovación al terminar uno de los números que más me gusta hacer: El artesano de las Güiras... El peor, el peor... ¡han sido tantos!

 

PP: Como profesional del humor, ¿se ríe fácil? ¿Con qué tipo de chistes?

TELO: Me río muy poco, desgraciadamente, y lo peor es que casi siempre con algo de humor negro cotidiano... Me divertí mucho en los tiempos en que con un solo par de zapatos andábamos más que ahora con diez... Formábamos: La Leña y era una fiesta convivir con el ingenio del Pible, la gracia de Triana, la actuación del hermano Vitico, las historias del Bao, el Fundo y la charla culta e inteligente de otros que formaron aquel grupo... Creo que la última vez que reí tanto fue una vez que fui con Doime al cine a ver La General, de Buster Keaton.

 

PP: ¿Alguna anécdota relacionada con su profesión?

TELO: Comenzaba en el trajín del humor y en una fiesta callejera con los vecinos de la cuadra, me insisten a que haga algo de mi repertorio, decidido y con entusiasmo comencé a decir uno de mis poemas lírico-humorísticos... ¡Qué halagador sentir el sonido de la risa después de cada verso!... y qué decepción al escuchar detrás de mí cuando una señora le comenta a otra: ¡Qué falta de respeto con el muchacho que dio el paso al frente para recitar una poesía y mira como se ríen de él!... Di las gracias y me perdí en el gentío... Allí aprendí sobre la ley de la relatividad del humor.

 

PP: ¿Con cuáles colegas se identifica?

TELO: De lo que he visto lo que más ha hecho bajar mi autoestima es Leo Masliah… después vienen los de la comedia silente, Chaplin, Búster Keaton, Harold Loid... otros no tan silentes como Les Luthiers o nuestro Virulo... Y te voy a dejar un espacio en blanco para que te agregues junto a Aramís, a los que admiro desde que nació la Seña.

 

PP: ¿Qué me aconseja a mí como humorista?

TELO: Estamos en una época en que la especialización es la que nos hará llegar más fácil al éxito... Nos alejamos cada vez más de los tiempos en que un Da Vinci, lo mismo proyectaba un helicóptero que pintaba una gorda medio riéndose... Y por las cosas que últimamente he leído de ti, veo que estás alcanzando éxito en una difícil expresión del humor... Por aquí yo me he querido dedicar a escribir comedia para tv, pero se paga tan mal que hay que seguir haciendo, como Da Vinci, lo que aparezca.