Entrevistas a humoristas

Entrevista a Mario Barros

PP: ¿Le gusta que le hagan entrevistas?

MARIO BARROS: No, pero me entretiene. Es una contradicción necesaria. Las entrevistas, sobre todo cuando son en-tres-vistas, te acaban con las neuronas, pero te engordan el currículo.

 

PP: En este año 2011, ¿cómo ve el estado actual del humor en el país donde vive, en televisión, radio, teatro, literatura y gráfica?

MARIO BARROS: Es una pregunta difícil de responder porque este es un país inmenso y culturalmente muy diverso. Hay gente de todas partes del mundo y cada grupo inserta su cultura particular, humor incluido, en la cultura general del país. Sólo puedo juzgar lo que se hace en inglés y en español. En televisión hay algunos programas inteligentes y otros francamente deplorables. La mayoría de los de la TV latina son una vergüenza, la verdad. Con respecto a humor en la radio, las emisoras del área de Boston, donde vivo, no se ocupan del género. Creo que lo único que se ha hecho últimamente por estas latitudes al respecto es un programa que hice semanalmente hasta el año pasado. En teatro, cine, literatura y gráfica hay una tradición muy rica y bien conocida internacionalmente, aunque también hay sus bodrios. Posiblemente el subgénero más representativo dentro del humor escénico sea la “stand-up comedy”, o sea el comediante en solitario haciendo chistes. Los hay muy buenos y hay otros que no lo son tanto.

 

PP: En varios países de América Latina se dice: "mi país es un pueblo de humoristas", "en mi país, tú mueves una piedra y sale un humorista", etc., ¿en el país donde vive se dice lo mismo?

MARIO BARROS: Jamás he oído decir eso por estos rumbos. Pero, recuerda, es un país multicultural.

 

PP: ¿Es verdad la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír?

MARIO BARROS: Depende, quizás, a lo mejor, pero no necesariamente. Para ambas cosas hay que tener talento. Si no, corres el riesgo de que el público acabe llorando cuando debiera reírse y viceversa.

 

PP: ¿Cuándo decidió hacerse humorista?

MARIO BARROS: Tarde. En 1985, para ser exacto. Andaba ya por mi tercera década. Un día traté de convencerme de que podía escribir textos dignos del Dedeté. Me salieron un par de cuentos que llevé a la redacción de la revista y, para mi asombro, al editor le gustaron, los publicó y me pidió que siguiera escribiendo. Hasta el día de hoy.

 

PP: ¿El humorista nace o se hace?

MARIO BARROS: Hay un poco de ambas cosas. Hay gente graciosa por naturaleza. Esos son los genios del género. Hay otros, como yo, más inclinados a la sátira. Pero en ambos casos la experiencia y el oficio son fundamentales. Uno puede ser chistoso, pero para llegar a la categoría de Humorista, con H mayúscula, hay que haber vivido un poco primero.

 

PP: ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera hasta el día de hoy?

LENGUAVIVA: El mejor es siempre aquel en que el público reconoce tu trabajo. Eso ocurre, en mi caso particular, lo mismo desde un escenario que a través de la lectura de algo que escribí. En esos momentos te sientes ufano, la autoestima te llega a la estratósfera y no hay humorista en el mundo mejor que tú. El peor es cuando no logras establecer esa comunicación artista-público por alguna razón (y puede haber muchas). Entonces quieres que la tierra te trague. Lo bueno es que de los malos momentos también se aprende. Posiblemente más que de los buenos.

 

PP: Como profesional del humor, ¿se ríe fácil? ¿Con qué tipo de chistes?

MARIO BARROS: Creo que ningún humorista se ríe fácil y yo no soy la excepción. El chiste no tiene que ser de un género determinado, pero tiene que sorprenderme. Y ser bueno, además. No me río con chistes de mal gusto. Lo que, desgraciadamente, me limita bastante a la hora de reírme. Por eso cuando el chiste es bueno, me revuelco por el suelo de la risa. Para compensar, ¿no?

 

PP: ¿Alguna anécdota relacionada con su profesión?

MARIO BARROS: Muchas. Recuerdo, sobre todo, que en Cuba, cuando aparecía con frecuencia en televisión con mi grupo Lenguaviva, la gente me reconocía en la calle y me pedía que hiciéramos canciones que atacaran tal o más cual problema. Fue una época en que Lenguaviva se convirtió en una especie de voz del pueblo. O por lo menos de determinado sector del pueblo. Creo que todos los humoristas cubanos que surgieron a mediados de la década de los ochenta pasamos por eso, ¿no es cierto?

 

PP: ¿Con cuáles colegas se identifica?

MARIO BARROS: Con los buenos. No importa de qué nacionalidad ni qué tipo de humor hagan. Si son de calidad, cuentan con mi admiración. Y no me pongo a hacer listas por temor a dejar alguien fuera.

 

PP: ¿Qué me aconseja a mí como humorista?

MARIO BARROS: Que sigas palante con lo que estás haciendo, que es de gran valor. Tú eres uno de esos graciosos por naturaleza que mencioné antes, uno de los “genios del género” (bueno, quizás un ingenio del género, no hay que exagerar). Es lo único que te puedo decir porque ya estás bastante crecidito para tenerte que dar consejos. Pero, ¿ves como me pongo de verde? Es la envidia.