Entrevistas a humoristas

Entrevista a Marrugat

PP: ¿Le gusta que le hagan entrevistas?

Marrugat: Es muy reconfortante cuando hay motivos para ese trance, como es el caso ahora. Nunca contesto encuestas indiscriminadas por la calle, o por teléfono: “¿Qué le gusta más la carne, o el pescado?” Faltaría más…

 

PP: En este año 2014, ¿cómo ve el estado actual del humor en el país donde vive, en televisión, radio, teatro, literatura y gráfica?

Marrugat: En España hay programas de humor en televisión y radio que están bien. Pero no es oro todo lo que reluce, pues de vez en cuando aparecen humoristas insustanciales que no aportan nada al humor. En los demás campos, no nos podemos quejar. Tenemos una amplia tradición que se mantiene con el paso de los años y las generaciones.

 

PP: En varios países de América Latina se dice: "Mi país es un pueblo de humoristas", "en mi país, tú mueves una piedra y sale un humorista", etc. ¿En el país donde vive se dice lo mismo?

Marrugat: Bueno, no hay que exagerar. Aquí no es que haya miles de humoristas por kilómetro cuadrado, pero el humor reina en los bares tanto como el fútbol, que ya es decir. Hay personas muy ingeniosas que cuentan chistes, ocurrencias, o anécdotas, por doquier. Entre amigos, suele predominar ese humor verbal, asaz desenfadado y festivo. A veces vigoroso y a veces liviano.

 

PP: ¿Es verdad la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír”?

Marrugat: Pues me temo que sí. Por ejemplo: si alguien cuenta algo luctuoso, casi todo el mundo se echa a llorar; si alguien cuenta un chiste y no tiene la gracia imprescindible, nadie rompe a reír. Sin embargo, hay personas que cuentan algo triste con tal naturalidad que es inevitable la risa. Eso le pasaba al difunto Chumy Chúmez, sin ir más lejos.

 

PP: ¿Cuándo decidió hacerse humorista?

Marrugat: Antes que nada, caricaturista. Me aburrían el retrato y la pintura convencional. No tenían el mordiente humorístico que me pedía el cuerpo (es decir, mi deseo mental interno). Me atraen sin remedio las formas y las sugerencias con humor. Tengo facilidad para el retrato y me gusta la pintura del paisaje, pero no me llenan ese espacio placentero que se localiza entre la estética y el ingenio.

 

PP: ¿El humorista nace o se hace?

Marrugat: Pues, como siempre, las dos cosas. Hay que nacer con ese espíritu, pero hay que desarrollarlo y perfeccionarlo. Y añadirle también algo de talento, por supuesto.

 

PP: ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera en el humor hasta el día de hoy?

Marrugat: Los mejores, cada vez que he conseguido una caricatura personal que aunase el vanguardismo formal y el logro plenamente humorístico. Y han sido bastantes. El peor, cuando cancelaron mi colaboración por haber topado con un personaje de relevancia social que no quería que publicasen su caricatura.

 

PP: Como profesional del humor, ¿se ríe fácil? ¿Con qué tipo de chistes?

Marrugat: Siento decir que no soy de risa fácil. No me impresionan ni las simplezas ocasionales, ni el humor blanco o primario. Me gustan mucho los chistes con sugerencias, ironías, o con varios sentidos. He colaborado con la Academia del Humor Inteligente de Pozuelo de Alarcón (Madrid), y soy muy afín al humor británico (sin renunciar a Gibraltar). Qué le voy a hacer…

 

PP: ¿Alguna anécdota relacionada con su profesión?

Marrugat: Muchas me han sucedido como grandes humoristas gráficos de este país: Mingote, Forges, Chumy, etc. Personalmente, cuando he soltado una frase con dos o más sentidos, con toda la lógica del mundo, y he despertado la risa en mi interlocutor. O bien, cada vez que el caricaturizado (bastante transformado) me ha felicitado efusivamente por su caricatura, aunque yo pensaba: jopé, si lo he dejado hecho unos zorros, con tooooodooo el cariño del mundo, claro.

 

PP: ¿Con cuáles colegas se identifica?

Marrugat: Principalmente con los caricaturistas de avanzada, es decir, de vanguardia.

 

PP: ¿Qué me aconseja a mí como humorista?

Marrugat: No me atrevería a tanto, por favor. Simplemente que cuando mire una caricatura, trate de fijarse no solo en el parecido, en la forma vanguardista, o en la superficie, sino en algunos detalles que complementan el mensaje del caricaturista. Y que procure no confundir la caricatura de lance, o sea, la callejera, con la verdadera caricatura personal. Esto, por mi parte, es todo un atrevimiento. Disculpe las molestias.

Entrevista a Marrugat · Humor gráfico
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