Entrevistas a humoristas

Entrevista a Fucile

PP: ¿Le gusta que le hagan entrevistas?

FUCILE: Todo depende de las preguntas. Pero desde ya agradezco a quienes se interesan por saber lo que pienso.

 

PP: En este año 2011, ¿cómo ve el estado del humor en el país donde vive, en televisión, radio, teatro, literatura y gráfica?

FUCILE: No tengo un conocimiento profundo de cada uno de esos circuitos. Sin embargo creo que hay manifestaciones muy interesantes que en los últimos tiempos le dieron oxígeno al humor argentino. En el caso del humor escrito de “actualidad”, un caso destacable es el de la revista Barcelona, cuyos editores parodian a los medios de prensa hegemónicos a través una ironía muy ácida e inteligente y reparten palos hacia todos los sectores, incluyendo a los monopolios mediáticos y al empresariado en general (actores influyentes que en general pasan inadvertidos dentro del humor político). Otro caso ejemplar, en radio y TV, es el de Diego Capusotto, que recupera lo mejor del humor absurdo y delirante, con una mirada crítica de la sociedad. Te reís a carcajadas y te quedás pensando. En el caso del humor gráfico como siempre hay cosas buenas, pero –al menos en los medios masivos— no encuentro algo que me parta la cabeza. Como crítica podría decir que en general hay un verbalismo excesivo y el dibujo cumple una función secundaria: las situaciones humorísticas son logradas a partir de buenos diálogos, pero no tanto por medio de ideas gráficas. Incluso en muchos casos el chiste podría funcionar sin el dibujo, lo que demuestra que el aspecto gráfico no está explotado lo suficiente (un ejemplo contrario a lo que digo podría ser Quino, pero no estamos hablando de una nueva figura sino de un dibujante de amplia trayectoria).

 

PP: En varios países de América Latina se dice: "Mi país es un pueblo de humoristas", "en mi país, tú mueves una piedra y sale un humorista", etc. ¿En el país donde vive se dice lo mismo?

FICILE: No lo sé. Escuché eso mismo pero sobre los periodistas. Es cierto que hay una tradición importante de humoristas argentinos, pero también creo que el humor se utiliza como recurso publicitario o como elemento decorativo en programas de entretenimiento, con resultados de dudosa calidad. Para decirlo de otro modo: más que muchos humoristas hay muchos que se hacen los graciosos...

 

PP: ¿Es verdad la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír”?

FUCILE: Es relativo. Podés largarte a llorar mientras cortás una cebolla y reírte a carcajadas si te hacen cosquillas. Pero para llegar a lo más profundo de los sentimientos hace falta algo más. Por eso no creo mucho en esas jerarquías.

 

PP: ¿Cuándo decidió hacerse humorista?

FUCILE: En verdad no sé si puedo definirme como un humorista. Más bien soy un dibujante que incorpora el humor a su trabajo, como un elemento más entre otros. Sí creo que por cuestiones de personalidad tiendo al humor, a la caricatura. En el proceso creativo, cuando intento dibujar o escribir algo (o cuando voy por la calle mirando a la gente) suelo toparme con situaciones absurdas o grotescas, que en el mejor de los casos resultan graciosas, pero no me propongo hacer chistes ni me considero un humorista “de tiempo completo”. Pero con respecto al dibujo, básicamente nunca dejé de dibujar y, en la adolescencia, cuando llegó el momento de pensar en cómo ganarme la vida, decidí probar por el lado de la caricatura y la ilustración, y con el tiempo empecé a desarrollar proyectos más personales.

 

PP: ¿El humorista nace o se hace?

FUCILE: Como te decía en la otra respuesta, hay cierta predisposición para ver las cosas desde lados absurdos o a relacionar elementos que causan gracia. Es algo inconsciente que no sé cuándo ni cómo se desarrolla. Obviamente la práctica cotidiana ayuda a aceitar las neuronas y la técnica de dibujo es fundamental, pero en lo personal creo en la intuición para aprovechar los “accidentes” del proceso creativo. Cuando se intenta hacer humor a partir de formulismos no se ríe ni el humorista ni el lector.

 

PP: ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera hasta el día de hoy?

FUCILE: Mi carrera es corta. Y al igual que la de muchos dibujantes “freelance”, inestable. Hubo momentos en que tuve mucho trabajo por encargo pero no tenía tiempo (ni motivación) para trabajar en proyectos propios. Otras veces me pasó lo contrario. En fin, no te puedo hablar de una época “oscura”, pero siempre hay algún obstáculo que a la vez sirve de incentivo. El principal problema, a mi juicio, es que hay pocos espacios para publicar en condiciones dignas. Pero, como sabrás, no es un problema personal sino general.

 

PP: Como profesional del humor, ¿se ríe fácil? ¿Con qué tipo de chistes?

FUCILE: Pregunta difícil. Creo que si descubriera qué me causa gracia ya no me reiría. Me río con lo inesperado, con lo desubicado. Y hablando de dibujos, prefiero los que sugieren o dejan alguna puerta abierta. Cuando todo es evidente y explícito me aburro.

 

PP: ¿Alguna anécdota relacionada con su profesión?

FUCILE: Hace unos años, cuando hacía la serie Artistas irrelevantes (que luego fue editada en un libro) inventé a un personaje llamado Clara Darkness, una artista conceptual que inauguraba una exposición intitulada “Y nada…”. Dicha muestra consistía en una sala completamente vacía, y su objetivo era reflexionar sobre el espacio de representación en la posmodernidad y no recuerdo cuántas cosas más. En fin, una pavada típica del snobismo vernáculo. La cuestión es que dos meses más tarde sale en el diario Clarín una nota sobre Simon Pope, un artista galés que inauguraba una muestra exactamente igual: una galería vacía para “explorar las relaciones espaciales y sociales”. Para colmo la “muestra” contaba con financiación de importantes entidades y el tipo éste había desarrollado el proyecto con la asistencia de un neuropsicólogo. Obviamente tomé ese recorte y lo publiqué en el libro, como evidencia del plagio a la pobre Clara Darnkess. Esa vez comprobé cómo es eso de que la realidad supera a la ficción.

 

PP: ¿Con cuáles colegas se identifica?

FUCILE: Mis gustos son muy variados y variables, sobre todo en materia de dibujos. Pero tengo una especial predilección por los dibujantes satíricos del Siglo XIX, como Daumier o Grandville. También admiro a los de la vieja Caras y Caretas, como Cao y Mayol, entre otros. En cuanto al humor en general, puedo nombrar al Fontanarrosa cuentista y a Les Luthiers, aunque son muchos los artistas que me gustan y me inspiran.

 

PP: ¿Qué me aconseja a mí como humorista?

FUCILE: No sé si estoy a la altura de dar consejos, pero te recomendaría algo que aplico en mi trabajo cotidiano: cuando te sientes trabajar, olvídate de todos los consejos.

Fucile · Humor gráfico
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